En la mañana siguiente después del baile donde se anunció el compromiso. Un rayo de sol que entraba por mi ventana me despertó. Me senté delicadamente y procedí a estirarme. Al instante entró una sirvienta, me pareció muy repentino, pero no le di muchas vueltas.
— Buenos días, alteza, ¿lista para empezar un nuevo día? -
— Buenos días igualmente. La verdad es que hoy tengo mucha energía -
No esperé que me chocara tanto el hecho de que me llamará por "su alteza". Se me hizo muy raro, siempre me llamaban señorita fuera a donde fuera, pero dentro de lo que cabe tenia bastante sentido, al fin y al cabo soy la prometida del príncipe, futura emperatriz de Semeral
— Cuando usted me diga la arreglaré para el día de hoy -
Sinceramente, las sirvientas que me atienden siempre son muy amables y corteses, por eso constantemente las recibo de vuelta con sonrisas y agradecimientos.
Cuando acabó, salí de mi cuarto, fui de camino al jardín trasero y me puse a recordar el baile de anoche, que con seguridad puedo decir que fue uno de los momentos más especiales de mi vida. No quiero aceptar que me quede algo prendada de Barsen después de eso, pero es que fue tan romántico que no pude evitar sonrojarme y soltar una sonrisa avergonzada en medio de uno de los pasillos y de repente choqué contra alguien.
— ¡Aaah! Mis más sinceras disculpas... B-barsen? -
Dios mío, me sentí como la chica más torpe del universo y para colmo me tropecé con el chico el cual estaba fantaseando. Lo más seguro es que me haya visto poner esa sonrisita tonta, claramente me sonroje.
— Hola - Me sonrió con confusión.
— Parece que alguien amaneció algo distraída. ¿Eh? -
— ¡Claro que no tonto! Simplemente, estaba pensando en unos asuntos los cuales no tienes nada que ver -
Me miro confundido y subió una ceja
— ¿Estabas pensando en el baile de anoche o cómo? -
Claramente, había sido desquiciadamente obvia. Él continuó con una sonrisa pícara
— ¿Tan enamorada te dejé anoche que te andas chocando con la gente, tontita? -
— ¡¿Qué?! Claro que no bobo y para tu información, ¡Aquí el tonto eres tú por pensar que yo estaba pensando en ti! - Me crucé de brazos y fruncí el ceño.
— Bueno, ya que estamos, ¿por qué no me acompañas al jardín trasero? Voy a desayunar algo y si preguntas por mi madre, ella está atendiendo asuntos y ha preferido desayunar sola -
— Bueno, no me negaré a un desayuno contigo - Le guiñé el ojo y procedí a entrelazar nuestros brazos para incomodarlo, pero más que incomodarle pareció que no le hizo mucho caso.
Pasamos toda la mañana charlando y riéndonos de nuestras tonterías. Al llegar la tarde, procesamos la información de que había pasado todo el día y pronto íbamos a comer.
Me costó asimilar que nos quedamos tanto tiempo charlando. Me pareció que con él todo no tenía fin, siempre tan divertido, amable y tan... No me creo que esto me esté pasando a mí, esto... a mí..., no, claro que no me gusta, aunque él sea casi perfecto para mí... ¡¿Pero qué estoy diciendo?!
— Creo que deberíamos darnos algo de prisa, espero que mi madre no se enfade conmigo por haberte hecho perder el tiempo. — Dijo mientras caminábamos hacia el comedor — Pero estoy seguro de algo, me ha encantado haber pasado este rato contigo. Sé que te lo suelo decir a menudo, pero desde que llegaste has hecho que mi semana sea mucho más llevadera y feliz. Gracias Ceris -
Me acababa de sonreír dulcemente y se le notaban sus mejillas sonrojadas... Dios, ¿¡por qué me tiene que atraer tanto!?
— No hay de que, Barsen. Y no solo yo me llevo el mérito, tú también haces que todo esto del compromiso abarque muy poco espacio en mi mente -
En ese momento nos detuvimos, le miré a los ojos sonrojados y le tomé de la mano en señal de agradecimiento por su tan hermoso comentario.
(...)
Finalmente, llegamos algo justos, pero por suerte la emperatriz no reprochó nada y disfrutamos de una deliciosa comida. Ella nos recordó mínimo 5 veces, que a las 6 p.m. nos quería en su despacho para hablar de la ceremonia y que la servidumbre tomará las medidas para el guardarropa y el vestido de bodas. Al acabar de comer, Barsen y yo nos fuimos a una reunión que teníamos con Ann y Roman, el jefe de la guardia real y amigo de Barsen. La reunión principalmente era en el patio de la entrada, en la gran fuente de mármol.
Al llegar, pude visualizar a Ann hablándole a la oreja a Roman, el cual él asentía con la cabeza lo que ella le decía. Quise expresarle a Barsen lo que pensaba
— ¿No crees que es un poco extraño lo que está haciendo Ann? -
— ¿Cuándo no ha hecho algo extraño esta mujer - Barsen prácticamente hizo como si nada y fue directo a saludar a Roman haciendo un lado e ignorando a Ann.
— Cuanto tiempo mi buen amigo - Estrecharon sus manos.
— Lo mismo digo, futuro emperador - Le guiñó el ojo con burla.
Vi como Ann lo miraba con cara de querer matarlo, eso hizo que me mirara con enfado y me dijera:
— ¿En serio tenía que venir? ¿Viste como me ignoró y me apartó? Y aun así lo defiendes. —
— Ann, no he dicho ni siquiera nada. Es más, me ha parecido de mal gusto esa falta de respeto, pero sabes que le va a dar igual y no me tomará en serio como siempre hace - Puse cara frustrada.
Después de que los chicos acabaran de hablar, Roman me saludó haciéndome una reverencia y con delicadeza tomó mi mano y la besó... Me sentí rara, todavía no me acostumbro a que la gente me trate de superior.
— Es un placer verla hoy, su alteza - Dijo con una coqueta sonrisa -
Discretamente, puse mi mirada en Barsen, el cual estaba con una expresión de molestia pero intentando disimularlo.
— El gusto es mío, pero simplemente Ceris, entre amigos - Reí sonrojada y algo extrañada.
— ¿Podemos empezar ya o vais a seguir con tanta cortesía? - Dijo Barsen con voz firme y cortante.
Ann no pudo evitar decir algo que le iba a molestar a Barsen.
— No veo cuál es el motivo de tu molestia Barsen. Simplemente, saludo correctamente a la futura emperatriz - Ann sonrió maliciosamente.
— ¿En qué momento dije yo que estaba molesto? - Sentí como soltó un silencioso suspiro seriamente.— Bueno, no vayamos a empezar chicos, mejor vamos a ponernos en contexto de todo de lo que se escuchó ayer - Estaba un poco harta de verlos pelear, así que me inmute a ponerme seria, ellos sabían que si yo me ponía así es porque tenían que quedarse en silencio.
— Ceris tiene razón, esta es una reunión de adultos no un duelo de espadas - dijo Roman apoyando mi comentario. He de decir que no me gustaba cuando alguien me adulaba, pero ahora mismo si me beneficiaba.
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El diamante del imperio
RomanceCeris es la hija de los duques de Persalis en el imperio de Semeral. Nuestra protagonista ha sido escogida por la emperatriz para ser la esposa y siguiente emperatriz al lado de su hijo, Barsen, el príncipe heredero de la corona. El problema es que...