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Si la noche estuvo extraña, la mañana estaba peor, al parecer nadie se presentó en la vivienda. Los platos sobre la mesa seguían en el mismo lugar, con la diferencia de que los ratones estaban intentando abrir las tapas para husmear dentro del contenido. Agita las manos Solied para azorar a los roedores lejos de la comida. Camina a los cuartos principales para comprobar si había alguien, y al abrir las puertas pudo confirmar que se encontraba completamente sola.
Podría justificar a su madre y hermanas de que los Condes de Valesca las dejaron dormir en su casa para que no viajaron solas a tales horas de la noche. Pero su padre, ese hombre siempre se presentaba a la misma hora, borracho o sobrio, y algunas veces de madrugada, pero con tanto ruido que creaba el varón la chica se levantaría apenas en oir los estragos, y eso sí que era peculiar.
Después de tanto esfuerzo de la chica por preparar la cena, al final la comida fue desperdiciada, pero antes de dejárselas a los gusanos se las daría a los animales, que ellos si sufrían por comida. Con los alimentos en la cesta de mimbre Solied camina a los establos de los cerdos con sus botas negras y rotas para darles de comer.
—¡Buenos días! —saluda en voz alta y los pequeños cerditos se acercan a ella —,les traigo el desayuno.—vierte la comida en un recipiente metálico que es utilizado para darles el alimento —Aquí teneis. —la ojiazul se apoya sobre la madera del corral y aprovecha para acariciarles el lomo mientras están distraídos.
El sonido de una puerta cerrándose llama su atención y apartando su vista de los animales. Pudo notar que la puerta del granero se encontraba abierta cuando claramente la había dejado cerrada como todas las noches. Aunque...si admitía que el seguro presentaba problemas en cuanto al momento de cerrar, pero no era un grave problema porque podía seguir con su funcionamiento sin ningun dilema. Pero al parecer alguien descubrió ese pequeño secreto.
Ella se aproxima con cautela a la puerta abierta tomando del suelo una horca oxidada que la utilizaba para recoger paja y apilarla en un solo lugar. Estira la mano para abrir por completo la puerta de madera con su arma apuntando hacia dentro, ve que no hay nadie y los animales están tranquilos, pero en el fondo, en una esquina, al lado de un motón de sacos, sobresalía una bota negra. Solied camina sin emitir ruido sosteniendo con firmeza el arma, se detiene cuando la bota desaparece detrás de los costales y el bostezo de un hombre se hace escuchar.
—¿Papá? —pregunta en voz baja para evitar despertar al señor, era ridícula esa pregunta, si su padre estuviera en casa su caballo estaría amarrado afuera. Traga saliva asustada y sigue aproximándose, su corazón estaba agitado igual que su mente. Asoma la cabeza por encima de los sacos y no se podía creer quien estaba ahí durmiendo.—¿Bathin? —la chica se ríe un poco de la escena tan graciosa que estaba presentando. El muchacho dormía sobre los costales, cubierto de plumas y con dos terneros que lo acompañaban en su siesta, sin mencionar que sobre la barriga de él una mamá gallina con sus pollitos le picoteaban la ropa llena de pequeñas hormigas. —Oye,oye despierta.el chico se levanta medio dormido espantando a los animales y con la baba callendose de su boca.—¿Que haces aquí y cómo pudiste abrir la puerta? —deja la horca a un lado en el suelo y se arrodilla en el suelo.—¿No me estarás siguiendo verdad?
—Buenos días,—saluda con los ojos cerrados -estaba haciendo un paseo nocturno y como mi casa queda lejos, y este granero estaba cerca y la puerta estaba abierta, y tenía mucho sueño...
—¿Y tu mejor solución era quedarte aquí?
—Ajam...—afirma medio dormido.
—Pues tienes que irte. Lo siento. —la chica se levanta del suelo y lo intenta levantar a él.
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El Demonio en el Bosque (+18)
RomanceDespués de haber perdido toda su fortuna en un negocio mal liderado por parte del dueño de la compañia textil, los Condes de Beaumont, una de las familias más adineradas, se retiran al campo, escapando de las críticas y de la verguenza de la socieda...