Encuentro en el Vestíbulo

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La Mansión Westfield estaba sumida en la quietud de la tarde. Sarah se aventuró fuera de su habitación, cautivada por el eco de su propio silencio en los pasillos desiertos. A medida que avanzaba, el suelo de madera crujía bajo sus pies, como si la casa misma estuviera respirando, susurrándole secretos que esperaban ser descubiertos.

Decidió dirigirse al vestíbulo principal, una sala impresionante con un gran candelabro de cristal que colgaba del techo alto. La luz del sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas talladas y pintaba patrones de sombras en las paredes cubiertas de papel tapiz floral. El vestíbulo era una amalgama de épocas pasadas, con muebles antiguos y alfombras desgastadas por el tiempo.

Mientras Sarah exploraba la sala, sintió que estaba siendo observada. Una extraña sensación de presencia la recorrió, como si alguien la estuviera observando desde algún rincón oculto. Giró sobre sus talones, pero no vio a nadie.

"¿Hay alguien ahí?" preguntó en voz alta, pero solo el eco de su propia voz le respondió. Sin embargo, no podía ignorar la sensación de que no estaba sola en el vestíbulo.

Decidió avanzar hacia el gran ventanal que daba al jardín. Mientras se acercaba a la ventana, notó un delicado reflejo en el cristal. Al mirar hacia atrás, se encontró cara a cara con una figura, una sombra, parada en el centro del vestíbulo.

El corazón de Sarah latía con fuerza. La figura era borrosa y oscura, como si estuviera compuesta de sombras y recuerdos. El salón parecía llenarse de un silencio quebrantado solo por el sonido del latido acelerado de su corazón.

La figura finalmente se acercó a la luz del ventanal, revelando su rostro. Era un hombre alto, vestido con trajes elegantes de época. Sus ojos la miraban con intensidad, y su cabello oscuro estaba cuidadosamente peinado hacia atrás. Era la imagen misma de un caballero de la alta sociedad del siglo XIX.

Sarah parpadeó, luchando por comprender lo que estaba viendo. ¿Estaba experimentando una alucinación, o era real lo que tenía ante sus ojos?

El hombre dio un paso hacia ella y extendió la mano en un gesto caballeroso. "Me llamo Edward Westfield", dijo con una voz suave y profunda.

El nombre la dejó sin aliento. Edward Westfield, el mismo nombre que había leído en las cartas y diarios de Eliza. Este hombre no podía ser otro que el protagonista de la trágica historia de amor que había descubierto.

"¿Eres...eres el Edward Westfield de las cartas?" —preguntó Sarah con voz temblorosa.

Edward ascendió con solemnidad. "Soy él. Mi amor prohibido con Eliza, y nuestra historia secreta, han quedado atrapados en estas paredes durante mucho tiempo".

Sarah estaba asombrada, incapaz de creer lo que estaba sucediendo. Había descubierto un secreto que parecía trascender el tiempo, y ahora se encontraba frente al hombre cuya historia había descubierto.

"¿Cómo es posible?" Balbuceó Sara. "¿Cómo puedes estar aquí?"

Edward le explicó que él y Eliza habían encontrado refugio en la mansión durante su romance prohibido. La casa había sido su santuario, el único lugar donde podían estar juntos sin temor a ser descubiertos por sus familias enemigas. Después de que su historia de amor se tornara trágica, habían dejado una parte de sí mismos atrás, una especie de eco, que había perdurado en la mansión a lo largo de los años.

Sarah se dio cuenta de que estaba siendo testigo de una aparición, la presencia de Edward que había quedado atrapada en el tiempo y en las paredes de la casa. La idea la llenó de una extraña mezcla de asombro y tristeza.

"¿Qué pasó con Eliza?" preguntó Sarah con curiosidad.

Edward bajó la mirada, como si el recuerdo fuera demasiado doloroso. Le contó la trágica historia de cómo su amor con Eliza había sido descubierto por sus familias, cómo se habían enfrentado a la oposición y las amenazas, y cómo finalmente habían sido separados de manera cruel. Eliza había prometido esperarlo, pero la vida los había llevado por caminos diferentes.

Mientras Edward compartía su historia, Sarah podía sentir la intensidad de su amor por Eliza. Era un amor que había desafiado obstáculos insuperables, pero que había quedado suspendido en el tiempo, una llama que nunca se extinguiría.

El encuentro en el vestíbulo se prolongó durante horas. Edward y Sarah compartieron historias y secretos, y la mansión parecía cobrar vida a su alrededor. El vestíbulo, que antes había sido solo una sala vacía, se convirtió en el escenario de un encuentro entre dos almas separadas por siglos.

Finalmente, el sol comenzó a descender en el horizonte, y Edward pareció desvanecerse lentamente ante los ojos de Sarah. "Nuestra historia siempre vivirá en estas paredes", susurró antes de desaparecer por completo.

Sarah quedó sola en el vestíbulo, asombrada y con el corazón lleno de emociones. Había tenido un encuentro increíble con un fantasma del pasado, y su vida había cambiado para siempre.

El vestíbulo de la Mansión Westfield se había convertido en el escenario de un amor que había desafiado el tiempo y los obstáculos. Y a medida que Sarah observaba la habitación en silencio, supo que había más secretos por descubrir en los rincones oscuros y las paredes de la casa.

Pacto de Silencio: Amor y Misterio en la MansiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora