Los días en la Mansión Westfield transcurrieron de manera apacible para Sarah, pero la sensación de misterio y anticipación nunca la abandonó. Después de su llegada, las horas se deslizaron en una rutina apacible, con su tía Margaret como compañía constante.
Cada día, Sarah exploraba un rincón distinto de la casa, descubriendo nuevas habitaciones, pasadizos y objetos que parecían pertenecer a una época olvidada. La biblioteca se convirtió en su refugio favorito, donde se sumergiría en los diarios y libros antiguos que contaban historias de generaciones pasadas de la familia Westfield.
En una de sus exploraciones, encontró una pequeña puerta oculta en una de las paredes de la biblioteca. Era apenas visible, camuflada entre los estantes de libros. Intrigada, abrió la puerta y se adentró en un pasillo estrecho y oscuro. El suelo estaba cubierto de alfombras polvorientas y las paredes estaban forradas con papel pintado desgastado por el tiempo.
El pasadizo la condujo a una habitación que parecía haber sido olvidada durante décadas. El mobiliario estaba cubierto de sábanas y la luz del sol apenas se filtraba a través de las cortinas pesadas. Sarah retiró una de las sábanas y descubrió un antiguo escritorio de madera con un cajón repleto de cartas amarillentas.
Las cartas estaban dirigidas a un tal Edward Westfield, un nombre que le resultaba familiar por las historias que su tía Margaret le había contado. Mientras leía las cartas, una historia de amor se desplegó ante sus ojos. Eran cartas de una mujer apasionada que le escribía a Edward con palabras llenas de amor y deseo. Parecía ser de un amante secreto.
Sarah se sumergió en la lectura de las cartas, fascinada por la intensidad de las emociones que transmitían. La autora de las cartas se llamaba Eliza y sus palabras dejaban claro que su amor por Edward estaba lleno de obstáculos y secretos. Parecía que su relación estaba destinada a ser clandestina, oculta entre las paredes de la mansión.
Mientras leía, Sarah sintió una sensación de intriga creciente. ¿Quién era Eliza? ¿Por qué su relación con Edward estaba llena de secretos? Y lo más importante, ¿qué había sucedido con su historia de amor? Las cartas se detenían de repente, como si el destino de Eliza y Edward se hubiera desvanecido en la oscuridad.
Cuando Sarah regresó a su habitación esa noche, las cartas de Eliza la atormentaban. Sentía que había descubierto un fragmento de la historia de la mansión que había estado escondido durante años, y la curiosidad la impulsaba a investigar más a fondo.
Al día siguiente, Sarah buscó a su tía Margaret para hablarle de las cartas. Margaret escuchó con atención y luego le contó la historia de Edward Westfield y su amor prohibido con Eliza. Sarah se enteró de que Edward era un miembro de la familia que había vivido en la mansión hace varias generaciones, y que su romance con Eliza había sido un secreto bien guardado.
"Edward y Eliza vivieron un amor apasionado, pero sus familias eran enemigas", explicó su tía. "Nunca pudieron estar juntos públicamente. Su historia terminó de manera trágica, pero el misterio que rodea su relación ha perdurado a lo largo de los años".
Sarah se sintió aún más intrigada por la historia de Edward y Eliza después de escuchar a su tía. La pasión y el misterio que rodeaban a su romance la envolvieron, y se prometió a sí misma que descubriría más detalles sobre su historia.
A medida que pasaban los días, Sarah seguía investigando. Descubrió que había más habitaciones ocultas en la mansión, cada una con su propio conjunto de secretos. Encontró un cuarto cerrado con llave que solo podía abrirse desde el interior, y un pasadizo subterráneo que llevaba a una puerta sellada. La mansión se convirtió en un rompecabezas de secretos que Sarah estaba decidida a resolver.
Mientras exploraba, también comenzó a notar una serie de eventos extraños que ocurrían en la mansión. Escuchaba susurros en pasillos vacíos y veía sombras moviéndose en las esquinas de su visión. En ocasiones, las luces parpadeaban y las puertas se abrían y cerraban sin razón aparente.
A pesar de estos acontecimientos inquietantes, Sarah no se dejó amedrentar. Continuó investigando, decidió a desentrañar los misterios que habían permanecido ocultos durante generaciones.
Un día, mientras exploraba el ático de la mansión, encontró una caja antigua que parecía contener objetos personales de Eliza. Había cartas, diarios y fotografías que arrojaban más luz sobre su vida y su romance con Edward.
A medida que Sarah examinaba los objetos, una sensación de tristeza la invadió. La historia de Edward y Eliza parecía haber sido trágica, y la pasión que había compartido quedó atrapada en el pasado. La caja de recuerdos hablaba de un amor que había enfrentado obstáculos insuperables, y Sarah se preguntó si algún día se habrían reunido en secreto en los pasillos de la mansión.
La búsqueda de respuestas continuó, y Sarah se sumió aún más en el misterio que envolvía a la Mansión Westfield. A medida que descubría más detalles sobre la historia de la casa y las historias de las personas que habían vivido en ella, comenzó a sentirse más cerca de sus antepasados y de la historia que la había llevado hasta allí.
Los secretos entre las paredes de la mansión eran como un enigma que Sarah estaba determinado a resolver. La pasión y el misterio de las vidas pasadas seguían vivos en las habitaciones y los pasillos, y ella estaba decidida a desvelar cada uno de ellos.
Mientras continuaba su búsqueda, Sarah se dio cuenta de que la Mansión Westfield tenía más historias.
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Pacto de Silencio: Amor y Misterio en la Mansión
Ficção CientíficaLa llegada a la mansión fue solo el comienzo de una historia que prometía romance, intriga y el descubrimiento de secretos ocultos durante generaciones.