La Mansión Westfield había sido durante mucho tiempo un refugio para los secretos y misterios que habían envuelto a la familia a lo largo de las generaciones. Desde su llegada a la mansión, Sarah había sentido la llamada de esos secretos, como si el propio edificio la guiara en su búsqueda de respuestas. Había pasado días investigando en la biblioteca y explorando pasandodizos secretos en busca de pistas sobre la historia de los Westfield, y aún sentía que quedaban secretos por desvelar.
Una mañana, mientras deambulaba por la mansión en busca de nuevas pistas, Sarah se encontró en el pasillo que conducía al desván. La puerta del desván siempre había estado cerrada con llave, y nadie parecía saber lo que se encontraba detrás de ella. Había oído historias sobre extraños susurros que provenían del desván y sombras que se movían en la noche. El desván era un lugar envuelto en un aura de misterio, y Sarah sintió que era hora de descubrir lo que ocultaba.
Con determinación, se dirigió a la biblioteca en busca de la llave del desván. Había encontrado un juego de llaves antiguas en una caja olvidada en un rincón de la sala, y había estado probando las llaves en diferentes cerraduras en busca de la correcta. Finalmente, una de las llaves encajó en la cerradura de la puerta del desván, y Sarah sintió un escalofrío de emoción mientras giraba la llave y abría la puerta.
La escalera que conducía al desván era empinada y oscura, y Sarah subió con precaución, iluminando su camino con una linterna. Mientras ascendía, podía escuchar los crujidos de la madera bajo sus pies y el susurro del viento que se filtraba por las ventanas entreabiertas. El desván parecía un mundo aparte, lleno de sombras y secretos que guardaban a ser descubiertos.
Finalmente, llegó al desván, y lo que vio la dejó sin aliento. El espacio estaba repleto de objetos antiguos, desde muebles cubiertos por sábanas hasta cajas de cartas y documentos amarillentos. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas polvorientas, iluminando el desierto con un resplandor dorado. Pero lo que más llamó la atención de Sarah fue una serie de retratos antiguos que colgaban de las paredes.
Los retratos mostraron a los miembros de la familia Westfield a lo largo de las generaciones, desde los primeros colonos que habían construido la mansión hasta los miembros más recientes de la familia. Cada retrato parecía contar una historia, con miradas serias, sonrisas forzadas y expresiones enigmáticas. A medida que Sarah los examinaba, sentía que estaba mirando directamente a los ojos de la historia de la familia.
Pero había un retrato en particular que capturó su atención. Era un retrato de una mujer joven, de una belleza deslumbrante, con ojos oscuros y cabello largo y oscuro. La mujer estaba vestida con ropas de época, y su mirada era intensa y penetrante. Había algo en esa mirada que la dejó perpleja, como si la mujer estuviera tratando de comunicarse con ella desde el lienzo.
Mientras Sarah se acercaba al retrato, notó una placa dorada en el marco que llevaba el nombre de la mujer: Eliza Westfield. Era el retrato de Eliza, la amante secreta de Edward Westfield, cuya historia de amor prohibido había sido un misterio durante generaciones. La imagen de Eliza en el retrato parecía cobrar vida, como si estuviera tratando de decirle algo.
Sarah sintió una conexión instantánea con Eliza y su historia. Los ojos oscuros de la mujer la miraban con una expresión de urgencia, como si estuviera tratando de revelar la verdad que había estado oculta durante tanto tiempo. Sarah se dio cuenta de que había llegado al corazón de los secretos de la mansión, y que Eliza era la clave para desvelar la historia de los Westfield.
Comenzó a examinar los objetos en el desván con más detenimiento. Encontró una caja de cartas amarillentas que llevaban el sello de cera roja con el emblema de la familia Westfield. Eran cartas de amor escritas por Edward a Eliza, cartas llenas de palabras apasionadas y desesperadas que hablaban de su amor prohibido. Las cartas revelaban los momentos robados de pasión que habían compartido en la mansión, las promesas de amor eterno y la tristeza de su separación.
Sarah sabía que había hecho un descubrimiento significativo. Las cartas de Edward a Eliza eran una prueba concreta de la historia de amor prohibido que había sido un misterio durante tanto tiempo. Tenía en sus manos las palabras de Edward, las mismas palabras que habían conmovido a Eliza y la habían llevado a luchar por su amor en contra de las convenciones sociales.
Pero la revelación más impactante estaba aún por llegar. Mientras examinaba una caja de documentos antiguos, Sarah encontró un diario que parecía pertenecer a Eliza. Las páginas del diario estaban llenas de palabras escritas a mano, que contaban la historia de su romance con Edward desde el momento en que se habían conocido en la mansión.
Las palabras de Eliza en el diario hablaban de su amor apasionado y prohibido, de los momentos de felicidad y desesperación que habían compartido. Sarah estaba cautivada por la historia de Eliza, por su valentía al enfrentar las convenciones sociales y luchar por su amor.
Mientras seguía leyendo el diario, Sarah notó un detalle importante. El diario mencionaba un pasadizo secreto en la mansión, un pasadizo que conducía a una sala oculta donde se guardaban objetos y documentos importantes. Era el lugar donde se ocultaba la historia de la familia Westfield, y Sarah sabía que tenía que encontrarla.
Con el diario en la mano y una sensación de urgencia, Sarah dejó el desván y comenzó a buscar el pasadizo secreto. Siguió las pistas que Eliza había dejado en su diario y finalmente encontró la entrada, oculta detrás de un estante en la biblioteca. Era un pasadizo oscuro y estrecho, y Sarah avanzó con la linterna en la mano, sabiendo que estaba más cerca que nunca de desvelar los secretos que habían estado ocultos durante generaciones.
La búsqueda de respuestas la llevaría más profunda en la mansión y en la historia de los Westfield. Sarah estaba decidida a preservar la verdad que había descubierto ya compartirla con el mundo. La Mansión Westfield estaba llena de secretos, y ella estaba decidida a desvelarlos uno a uno, en su incansable búsqueda de respuestas y de la verdad que había estado oculta durante tanto tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Pacto de Silencio: Amor y Misterio en la Mansión
Science FictionLa llegada a la mansión fue solo el comienzo de una historia que prometía romance, intriga y el descubrimiento de secretos ocultos durante generaciones.