04| Jennifer.

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Tom.
Jennifer, era lo único en lo que mi cabeza pensaba desde aquel día, estaba acostumbrado a tener a quien yo quisiera, a que todas estén a mis pies, todas las putas que trabajan para mi, así lo decidieron "por amor" el amor para mi no existía, Bill lo ha dicho siempre es debilidad.

El problema era esta niña, no salía de mi mente, ni siquiera sabía por que mate a Lowi, simplemente lo hice, ahora estaba en problemas por su culpa, pero no me arrepentía en lo absoluto.

Quería protegerla, apenas 16 años, se que Lowi era un enfermo mental, por lo que de solo imaginarme lo que ella vivía me hervía la sangre, solo sabía que ahora estaba a salvo de todos, tal vez no de mi, pero nadie más volvería a tocarla. Nadie más que yo.

—Que harás con esa niña.—Pregunto Bill.

—No lo sé.—Dije perdido en mis pensamientos.

—Es una puta Tom.—Mire a Bill rápidamente al escuchar sus palabras.

—No, no lo es.—Bill frunció el seño.—Es una niña...

—Eso no cambia nada.—

—Bien, cállate, es problema mío lo que haga o deshaga con mis mujeres.—

—Lo vez, ahí está, "mis mujeres"—Dijo Bill.—Piensas convertirla en tu puta, no?

—Si.—Mentí, no tenía planeado eso, pero era la forma más fácil para que ellos lo entendieran.

—La pelirroja esa, quien es?—Georg tomó asiento a un lado, aquí vamos de nuevo.

—Es la nueva puta de Tom.—Bill gritó desde la cocina.

—Oh mierda, lo es?—

—Ujum.—Asentí.

—No parece alguien de tu tipo.—Georg bromeó.

Me levante de la mesa y me coloque mi chaqueta, ignore la conversación que tuvimos y me despedí.
Me dirigí a la habitación de Jennifer, tal vez era algo agresivo como la tenía, pero si ella logró escapar de Lowi, debe ser una mente maestra.

—Buenos días.—Cerré la puerta tras mio cuando noté que esta seguía durmiendo, se veía tan frágil allí, como si pudiera matarla con solo tocarla.

Me acercó lentamente a esta, que mierda pasaba por mi cabeza, aun era una niña, pero era tan jodidamente perfecta...

Se revolcó un poco en la cama y abrió lentamente sus ojos, me aleje rápidamente y esta se sentó en la cama algo asustada.

—Mierda! estas loco?—

—Pareces un ángel hasta que abres la boca.—Bufe.—Levántate.

—Que se supone que harás hoy?—Dijo.—Cuanto tiempo más piensas tenerme así?

—No lo sé.—

—Que piensas hacer conmigo?—

—Te dije que no lo sé.—Esta niña comenzaba a sacarme de mis casillas.—Ahora cámbiate, y apúrate.

Jennifer.

Estaba harta, él no me hacía nada, en lo absoluto pero me tenía encerrada en una habitación como una maldita prisionera, que pretendía hacer conmigo, por que aún no le poni a trabajar, que clase de narco era este.

Hice caso a su petición, sabiendo que sería la última vez, tenía que encontrar una forma de escapar, no podía quedarme, no aqui, era cuestión de tiempo para que este mostrara su verdadero rostro.

Salí de la habitación y ahí estaba, uno de sus guardias esperando por mi, caminamos escaleras abajo y al pasar por la cocina noté a unos chicos que no conocía, entre ellos estaba Bill, pero habían dls rostros más que no reconocí. Me limité a solo mirarlos y seguir caminando sin más.

𝐄𝐅Í𝐌𝐄𝐑𝐎 | Tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora