9. Excusas

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Empezó a anochecer y Zoro necesitaba pensar las cosas. Desde su visita en aquella tienda no salía de sus pensamientos aquella chica que había conocido. Era exactamente igual a Kuina, su rival y amiga de la infancia, la cual hasta entonces, es una de las personas más significativas en su vida. En la noche anterior no pudo conciliar el sueño de ninguna manera gracias a ello. Él afirmaba que a pesar de seguir recordándola con mucho cariño y orgullo, la había superado. Pero realmente no fue así.

Igualmente seguía con la reacción de Lana de la mañana al haberla rechazado, verla de esa manera le hizo cuestionarse muchas cosas. Pero ¿por qué intentaba evitar aquellos sentimientos? Porque su objetivo de vida era más importante que el deseo y el amor.

Eran solo excusas, quería tenerla cerca y sentirla a toda cosa, pero ¨admitir eso lo haría más débil ¨ y Roronoa Zoro es todo, menos débil.

Recurrió a pasar el atardecer a solas en la orilla del mar, y se mantuvo allí por horas, al punto de parecer preocupante para sus cercanos. Casualmente estaba en el lugar favorito al que Lana frecuentaba ir. Ella estaba dispuesta a acercarse y brindarle apoyo después de todo, y eso fue lo que hizo cuando lo visualizó a lo lejos.

– Debió ser muy importante para ti esa chica. –habla Lana suavemente, intentando no invadir de golpe su soledad.– Sé exactamente lo que sientes cuando piensas en ella.

– No sabes realmente nada.– responde a la defensiva.

– Claro que sí, Zoro. –pausa– Aunque no quiera, es parte de mí.– él se sumerge en un silencio.– Eres un buen tipo, tienes lindos sentimientos.

Ella podía sentir las emociones reales de la gente a su alrededor, no sus pensamientos. Pero por alguna razón, ella podía descifrar su tristeza. Él la miró al escuchar sus últimas palabras. Lana se quedó sentada a su lado dándole compañía en silencio mientras las olas chocando contra las piedras era lo único que sonaban a sus oídos.

– Ella,.. –comienza a hablar luego de un gran silencio.– Fue la razón por la que no me rendí y quería supérame contantemente cuando era niño. –su voz era estable pero lenta y poco fuerte.– Nos prometimos mutuamente que, alguno de los dos, se convertiría en el mejor espadachín del mundo.

Lana solo escuchaba atentamente mientras miraba el mar al igual que él. El sonido del océano se mezclaba con las palabras de corazón que Zoro le estaba entregando. Nunca pensó que sería capaz de confiar en ella, y ese momento en el que por primara vez abrió un poco su corazón, era realmente conmovedor y lo apreciaría muchísimo.

– Esta espada es lo único que tengo de ella. –Señala su espada de color blanco puro con una guarda mano circular.– Wado Ichimonji.

– Tiene nombre propio... –habla Lana finalmente.

–Sí. –contesta– Se la pedí a su padre luego de... el fallecimiento de Kuina.

– Suena a... una linda amistad.

– Éramos rivales en un principio.– Lana inconscientemente suelta un risa que suaviza un poco la tensión y tristeza de hace un momento.

– ¿Es en serio? –dice entre una simpática risa corta.

– Sí. –sonríe. Lana al verlo permaneció unos momentos en silencio.

Y se dio cuenta que, el hombre que conoció, tan arrogante y reservado, era una persona blanda y pura. Su corazón comenzó a latir cuando sus miradas se encontraron. Ella sonrió amablemente mientras lo miraba directamente a los ojos.

– Seguramente ella estaría muy orgullosa de ti. –habla ella.– Tu tripulación también lo está.

Aquellas palabras hicieron que el corazón de Zoro se ablandase. No soltó palabra por su parte, solo desvió su mirada para volver a observar el mar en silencio mientras se tragaba las ganas de sentir tristeza. Se empezaba a arrepentir cada vez más de alejarse de la oportunidad de tenerla a ella en su vida.

By the Ocean - Roronoa Zoro (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora