10. No more excuses

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La cena finalmente surgió en el castillo, en conjunto de la compañía de la reina y su otra hija Serine. Todo iba fluyendo muy bien en cuanto a convivencia, a la reina le encantaba conversar durante las cenas con el hablador de Luffy. Hoy en la mesa fue tema de conversación el hecho de que deben dejar en unos días la isla para ya finalmente partir a por sus sueños, el One Piece.

Era algo que tenía de cierto modo desanimada a Lana. Se había encariñado lo suficiente de sus nuevos amigos que realmente no quería asimilar que llegaría el día. Quería disfrutar de la compañía de todos durante eso últimos días.

La reina Merid invitó un músico violinista para tocar a las afueras del castillo, en el jardín de este luego de la cena. Sin querer la cena se convirtió en algo más formal, aunque los tripulantes no se habían acostumbrado del todo a vestir de cierta manera todos los días en su instancia en la Isla Chicko.

– ¿Sabes bailar esta música, Nami? –Sanji sacó de sus pensamientos a Lana, la cual aún no se paraba de la mesa. Tenía a su lado a Zoro, quien se encontraba reposando de la abundante comida de la cena.

Las cosas con Sanji no se habían hablado, y ella no quiso arriesgarse a recordarle tampoco, así que, como las cosas seguían siendo igual que antes de aquel suceso, prefirió no abordar el tema nunca más.

– Comes mucho. –le dice a Zoro algo divertida.

– Sí, tengo que recuperar energías. –dice él sin siquiera voltear a verla. Al parecer seguiría manteniendo aquella actitud seria con ella.

– La inmensa energía que gastaste hoy intentando derrotarme te costará recuperarla. –dicho eso logró que sus ojos se encontraran con lo de ella entregándole una expresión muy seria en su rostro.

– No fue nada –desvía su mirada nuevamente–, no tuve que usar mi tercera espada.

– No deberías de estar tan orgilloso, sólo ganaste esta vez porque me distraje. –él volteó a verla bufando de forma irónica.– Eres un pesado, Zoro.

– ¿No eres tú quien intenta molestarme siempre, Lana? –Ella se encontraba sonriente, le gustaba saber que su objetivo fue logrado. El molestarlo no era por temas personales, solo que gustaba sacar a la gente seria y antipática de sus casillas.

– Me gusta hacerlo. –bebió un sorbo de jugo.

– Eres mucho más inmadura de lo qué pensé. –con ello logró que Lana cambiara por completo su rostro.

– De igual manera me sigues el juego ¿Me equivoco? –levanta una de sus cejas.– ¿Sabes siquiera lo que quieres? –cruza sus brazos sin esperar respuesta del hombre, y así fue. Él solo la observó con esos ojos afilados y penetrantes.

– ¿Qué te hace creer que quiero jugar el mismo juego que tú?

La tensión incrementó cuando giró su cabeza para encontrarse con los expresivos ojos de ella mientras pestañaba lento y hacía el gesto de humedecer sus labios. Inconscientemente la imitó. Lana sonrió y posicionó una de sus manos en la pierna de él mirando aún directamente a su rostro. Sintió como el cuerpo de Zoro se tensó mínimamente ante su toque y su mirada se dirigió a su mano. La chica mordió su labio inferior mostrando picardía de manera burlona.

– ¿Por qué te tensas? –suelta, acercándose a su rostro muy lentamente al mismo tiempo que comienza a subir su mano en dirección a la entre pierna. Él dirigió su mirada nuevamente a ella, intentando no mostrar expresión en su rostro y suspiró suave antes de hablar.

– Estas jugando otra vez ¿Huh? –deleitó a Lana el grave sonido de su voz cuando giró su cabeza lo suficiente como para lograr que sus labios rozaran con su oreja, causándole un escalofrío casi inmediato.

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2023 ⏰

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