CAPÍTULO SIETE

1 0 0
                                    

"¿Cuánto dice que tardará?" Pregunté nerviosa.

"No dice nada. Estoy aún esperando que alguno quiera venir a recogerme" respondió con mucha más calma que yo.

Resulta que, el taxista que nos debía llevar a nuestros respectivos hogares, asumió que Benjamín vivía conmigo porque en cuanto subimos a mi departamento el taxi desapareció. Es por eso que tenemos media hora esperando en mi casa a que algún otro quiera venir a recogerlo, lo cual se hace cada vez más complicado debido a que es de noche y ha comenzado a llover.

Mi sueño de llegar a acostarme a dormir se desvanecía lentamente. Miré la hora en mi móvil, '12am'. No era tan tarde, pero el hecho de que ya debería estar sumida en el sueño me llenaba de frustración.

"Si lo deseas, puedes cambiarte", dijo Benjamín, mientras lo miraba con una expresión de sorpresa. "Me refiero a tu pijama. Puedes ponerte algo más cómodo", señaló.

"No te preocupes, puedo esperar", respondí cortante.

Después de unos pocos minutos, Benjamín aclaró su garganta y dijo: "Podría quedarme a pasar la noche. A medida que pasa el tiempo, será más complicado encontrar un taxi, y además, la lluvia está intensificándose".

"Podríamos seguir intentando", me apresuré a contestar.

"¿Te molestaría que durmiera aquí?", preguntó con una ligera fruncida de ceño.

"Sabes que tengo novio, ¿verdad?", le recordé.

"¿Cuál es el problema? Solo es dormir y ya. No haremos nada indebido", señaló con esa confianza habitual en su voz.

Volteé los ojos "Nunca es solo dormir y ya"

"¿No confías en mí? ¿Crees que haríamos algo malo solo porque pase la noche aquí?" Preguntó con cierto desafío.

"No se trata de lo que hagamos o no, que definitivamente no haremos", aclaré de inmediato. "Se trata de que existen límites que no vamos a cruzar y el hecho de dormir juntos es uno de ellos", expliqué.

"Creo que esa línea la cruzamos hace mucho" respondió con diversión en sus ojos.

"El hecho de que me haya quedado dormida sin querer en un lugar donde había más personas es una cosa. Pero que tú te quedes a dormir conmigo conscientemente es muy diferente. No puedo permitirlo", expresé con firmeza.

"Está bien. Está bien. Wow, no sabía que eras tan complicada. Pero está bien. Respeto tus límites. Es mejor que me vaya entonces."

"No es que sea complicada. Es que son límites. No voy a cruzarlos", dije suspirando. Estoy segura que sea lo que sea que habíamos empezado a construir entre nosotros esta noche llegaría a su fin. "Te aprecio mucho como compañero y valoro los momentos que hemos compartido, pero, como dije antes, hay líneas que no vamos a cruzar".

Se levantó del sofá y se acercó lentamente hacia mí, quedando frente a frente. Solo unos pocos centímetros nos separaban. Su maldito aroma... Dios, debilitaba mis defensas y estaba segura de que él lo sabía. "¿Sabes qué creo?", preguntó con voz suave.

"¿Qué?", me escuché decir a mí misma, incapaz de apartar mis ojos de los suyos.

"Creo que no me permites quedarme a dormir no porque temas lo que yo pueda hacer, sino porque temes lo que tú misma podrías hacer. Tienes miedo de no poder contenerte más y romper todos tus límites", dijo con una media sonrisa, mientras sus ojos descendían lentamente hacia mis labios. Sin poder evitarlo, bajé también mi mirada hacia los suyos. Eran unos labios pequeños y rosados, enmarcados por una espesa barba. Me pregunté cómo se sentiría besarlos.

El aire estaba cargado de tensión y deseos ocultos, como si el universo mismo conspirara para unirnos en ese momento. Pero me resistí. Tuve que aclarar mi garganta y apartarme unos centímetros. Aún sin saber qué diablos responder. Tengo que frenarlo. No puedo dejar que me hable así. Me decía en mi cabeza, pero por mi boca no lograban salir las palabras.

"No soy una mala persona, Olivia. Nunca te haría daño y precisamente por eso me voy. Porque tienes razón", dijo suspirando. "Hay límites que no vamos a romper y respeto que pasar la noche en tu casa, aunque no hagamos nada, sea uno de ellos".

Justo cuando estaba por responder recibió una notificación en su móvil. "El taxi llegará en diez minutos. Puedo esperarlo abajo" dijo mientras se acercaba hacia la puerta para salir.

"Espera" me escuché diciendo frente a él. "¿Estamos bien?" estoy segura que no debería preguntar tal cosa en este momento, pero tampoco quería que nuestra relación se transformara en algo incómodo en el trabajo.

"Olivia, me gustas", dijo mientras tomaba mi cara entre sus manos "Eres una niña hermosa e increíble. Pero no quiero dañar las cosas así que tengo que alejarme de ti", añadió suspirando, su mirada reflejando miles de sentimientos.

"¿Te gusto?" es lo único que pude articular.

"¿No te habías dado cuenta?" preguntó con un tono de sorpresa y una pizca de diversión.

"Nunca me lo dijiste", susurré, sintiendo mi corazón latir con fuerza.

Supongo que siempre fue algo evidente. Pero no estoy acostumbrada a que me lo digan directamente, o a que les guste a los demás. Así que me costaba muchísimo creerle. '¿Cómo es posible que le guste a un chico que es cinco años mayor que yo y recién me conoce?' pensé.

"Lo que es obvio no hay que decirlo" respondió, mientras su mirada intensa se encontraba con la mía en un arrebato de complicidad silenciosa.

En ese instante, el tiempo parecía detenerse a nuestro alrededor. Ambos nos enfrentábamos a una verdad inesperada, luchando con los deseos que amenazaban con desbordarse. Sin embargo, la realidad del mundo exterior nos recordaba la brevedad de nuestro momento compartido.

"Debo irme", dijo con pesar, soltando con suavidad mi rostro. "No podemos seguir jugando con fuego".

Mi corazón se apretó con una mezcla de tristeza y comprensión. No quería que se alejara, pero comprendía sus motivos. No supe qué mas responder. Así que sólo asentí con la cabeza y lo acompañé hasta al ascensor.

"Buenas noches, Olivia", respondió sin mirarme a la cara mientras caminaba hacia el ascensor.

Nos despedimos sin un beso. Sin un abrazo. Ni siquiera una última mirada. Me sentí aliviada. No estaba bien lo que estaba sintiendo. Pero lo sentía. Quería más de él. Quería más de lo que me hacía sentir. Entró en el ascensor y en cuando se cerraron las puertas supe que había terminado todo. 

MIENTRAS NADIE VEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora