Capítulo 05

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El lunes Seonghwa fue en búsqueda de Kim Hongjoong. La razón exacta no fue fácil de determinar en la cabeza del docente, pero cuando sus pies se comenzaron a mover por cuenta propia hacia la dirección del edificio de primaria, después de haber marcado su llegada, no hizo nada por detener su trayectoria. Las palmas de su manos hormigueaban, su garganta estaba seca y había un peso gigante que arrastraba al caminar, pero nada de eso aminoró las ganas de querer ver aquellos ojos de almendra que lo acompañaban a todos lados.

Kim Hongjoong no esperaba ver al maestro a estas horas, especialmente tomando en consideración que no había razón alguna para que estuviera de pie en el salón compartido un lunes por la mañana. Tal vez ese fue el motivo por el cual, al ver ojos redondos brillantes observándolo desde el umbral de la puerta, su sorpresa fue tal que dejó caer el bote de pintura en sus manos al suelo. El líquido se comenzó a esparcir lentamente por la superficie, cubriendo todo a su paso.

"Mierda, mierda, mierda...," exclamó en voz baja.

Se agachó para tomar el bote, agradeciendo a los cielos que solo un tercio de la pintura se había tirado. Con sus manos comenzó a recolectar el líquido que se había derramado. En menos de cinco segundos, su compañero se encontraba a su lado, con el bote de basura y pañuelos en sus manos. Juntos comenzaron a limpiar el desastre que se había producido con su pequeña interacción.

"Tienes suerte que soy el Dios de la Limpieza, sino habrías hecho un desorden como siempre...," comentó Seonghwa. La sonrisa juguetona estirando de sus labios dejaba en claro que era una broma.

"Perdón por mantenerlo ocupado con tales cuestiones mortales, oh, mi Divinidad, soy yo un afortunado de contar con su presencia y apoyo."

Park Seonghwa soltó una carcajada. Una risa libre, genuina y sonora. Las esquinas de sus ojos se arrugaron, su boca se abrió para demostrar perfectos dientes blancos y su nariz se frunció tan tiernamente que Hongjoong no tuvo ni la oportunidad de evitar caer en el trance que el precioso sonido le ocasionó. Cuando Seonghwa se detuvo y volvió a conectar su mirada con el arquitecto, Kim Hongjoong seguía estático en su lugar, con la boca semiabierta y sus manos cubiertas por completo en pintura.

"¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?"

Seonghwa acercó sus manos a su rostro, preocupado de encontrarse con restos de su desayuno en la comisura de sus labios o algo por el estilo.

Hongjoong, para no quedar como el idiota que era, tomó la oportunidad que se le entregó en bandeja de oro. "Tienes una pestaña caída," dijo el arquitecto. Después de aclarar su garganta, agregó: "Permíteme."

Su compañero limpió su mano en el pañuelo, luego, con excesiva delicadeza, la llevó al pómulo de Seonghwa. Cuando las yemas de sus dedos hicieron contacto con la pestaña caída de manera silenciosa, Seonghwa sostuvo el aire en sus pulmones. El toque fue corto pero dejó hormigueando la piel del docente aún después de que Hongjoong apartara sus manos. En el momento en el que Kim Hongjoong se puso de pie para lavarse las manos, el maestro no pudo evitar el largo suspiro que salió de su boca.

Su cuerpo ya extrañaba el tacto de Kim Hongjoong a pesar de haberlo recibido unos segundos antes.

"¿Qué es lo que le trae a mis aposentos esta dulce mañana, su majestad?"

Seonghwa no sabe si es el término utilizado, el ligero jugueteo que se está dando entre los dos o el hecho de que no sabía la respuesta a tal pregunta, pero sus orejas se sentían calientes al responder: "¿No puedo venir a mi salón un lunes por la mañana?"

"De que puedes, puedes. Solo quiero saber si hay alguna razón en especial..."

Claro que había una razón en especial. La razón en especial se encontraba secándose las manos con una toalla pequeña.

El Arte de Amar a Kim Hongjoong | Seongjoong (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora