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╔═══════ ≪ • KILIG • ≫ ═══════╗

Rivera Samantha sabía que Abril la estaba impidiendo.

No era tonta. No era ciega. Desde esa tarde que le había propuesto matrimonio que Abril apenas salía de su casa, ni siquiera a su patio, y era claro el porqué.

La pobre omega había negado con la cabeza, demasiado aturdida, y sin dirigirle otra mirada tomó en sus brazos a la pequeña Mei, entrando a su casa, cerrando con un portazo.

Samantha se apoyó en la barra del balón, mirando hacia el patio de la omega mientras exhalaba el humo del cigarrillo. Sabía que debía verse como una depredadora, como una psicópata esperando a su víctima, pero si era sincera, no le interesaba mucho.

Quería una Abril. La quería a su lado compartiendo su casa con ella, acostándose a su lado todas las noches, mirándola con esa preciosa sonrisa con la que observaba a su hija.

Y ningún bebé iba a impedir aquello.

Sabía que era soltera porque no había a nadie más en esa enorme y vacía casa. Además, le había preguntado a Vicky ya Nuvia, amigas de ella y pareja que vivía a su lado, quién era la omega que vivía allí.

Nunca antes había sentido tan atraído por una omega: normalmente, detestaba lo empalagosos y pegajoso que eran, pero Abril era distinta.

Lo podía ver en su mirada triste, en su comportamiento tímido.

Le llamaba la atención, y verla cuidando el jardín, cantándole a su bebé, le hacía desear más cercanía, más contacto.

Sabía el motivo del rechazo de Abril.

Mei era todo lo que le quedaba a la omega, su mundo entero, y aceptar un compromiso con una nueva alfa era renegar todo eso.

Las reglas para los omegas en ese mundo eran claras:

La primera, y más importante, era la obediencia total hacia los alfas.

La segunda, era la fidelidad eterna hacia tu alfa.

La tercera, y no menos importante, era deshacerse de tu hijo si quedabas solo y otro alfa te quería para sí.

Porque un hijo de otro matrimonio era la clara prueba para el nuevo alfa de que el omega le perteneció a otro, y los celos podían provocar un desastre.

Nuvia le había dicho eso cuando habló sobre Abril, que luego de la muerte de su alfa, la omega no estaba interesada en buscarse otra pareja. No cuando tenía a Mei.

Sin embargo, Samantha no era tonta. Sabía que tarde o temprano Abril la iba a necesitar. Sabía que la omega no trabajaba, por lo tanto, el dinero iba a escasear en algún momento. Y Abril no era idiota, no podía permitirse quedar en la calle con un bebé, siendo una presa fácil para el resto de los alfas que ni siquiera le preguntarían si quería ser su omega.

Por supuesto, Samantha pensaba jugar todas sus cartas allí y lograr seducir a esa pequeña y tierna omega que parecía haber metido en su piel como nadie.

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Abril quería terminar que todo estaba bien, así que ese día se dijo que nadie la iba a arruinar.

Se puso se pie, frotando sus ojos, viendo a su pequeña Mei todavía dormida al lado de su cama, y ​​le revolvió el fino cabello oscuro, dándole un besito en el frente sin querer despertarla.

𝐊𝐈𝐋𝐈𝐆 |「RIVARI 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora