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╔═══════ ≪ • KILIG • ≫ ═══════╗


— Los resultados estarán mañana en la mañana. 

Abril levantó la vista, quitando sus ojos de Mei para fijarlos en el doctor Palacios, amigo de Samantha y quien iba a llevar a cargo el examen de sangre para corroborar que Samantha era la madre de Mei. Abril nunca había sido buena mintiendo, pero esa situación lo ameritaba, y si Samantha estaba segura de lo que hacía... iba a confiar en ella. 

— ¡Chupetín! – Chilló Mei sentada sobre la mesa del doctor cuando Osvaldo le tendió el dulce con una sonrisa amable. 

Samantha le revolvió el cabello a Mei. 

— Me entregarás los resultados sólo a mí, ¿cierto? – le preguntó Samantha a su amigo.

Osvaldo enarcó una ceja, sonriendo con diversión.

— ¿Qué clase de amigo crees que soy? – se burló Osvaldo – Vamos, quiero hablar un momento contigo. 

Samantha soltó un bufido, mirando a Abril que estaba mirando a Mei chupar el dulce que le dieron, para luego inclinarse y darle un beso en la mejilla, murmurándole que volvería enseguida. La omega se limitó a sonreírle dulcemente, asintiendo y poniéndose a cantarle a Mei. Ambos alfas salieron de la oficina, comenzando a caminar por los pasillos. 

— Así que...– comenzó a decir Osvaldo con calma –, ¿tu omega? 

La pelirubia se encogió de hombros. 

— La vi y la quise – contestó en voz baja.

— Vaya – los ojos de su amigo brillaron con burla – Quién habría dicho que la dulce y adorable Rivera Samantha terminaría enamorada. 

— Vete a la mierda – dijo Samantha. 

Osvaldo comenzó a reírse para luego ponerse serio. 

— ¿Tu madre...? 

— Está en contra de esto – Samantha hizo una mueca – pero sabes que nunca me ha importado su opinión – suspiró – Lo que realmente me preocupa es esto. Abril... no estaba dispuesta a perder a Mei para ser mi omega. 

Osvaldo la observa enarcando una ceja.

— Bien pudiste forzarla – el tono de su amigo era ahora suave – Sabes que un omega no puede hacer nada ante un alfa. Sabes que, si hubieras querido, podrías haber matado a su bebé para luego declarar a la omega como tuya a pesar de que no quisiera. 

Samantha pensó si eso hubiera pasado. Si ese día que vio a Abril en el jardín de su casa, arreglándolo mientras le hablaba a Mei, se hubiera acercado con dobles intenciones hacia la bebé. Si le hubiera roto el cuello ese día a Mei para luego tomar a Abril como suya. 

Un escalofrío recorrió su espina dorsal.

 El sólo pensamiento de esa situación era algo demasiado grotesco para ella.

— Abril merece a alguien que la ame y la cuide, no a alguien que la haga sufrir – respondió tranquilamente. 

Samantha quería borrarle la sonrisa burlona de Osvaldo con un puñetazo.

Pero se limitó a rodar los ojos. 

— Así que harás pasar a esa bebé como tuya para que nadie sospeche – Osvaldo negó con la cabeza – Es un buen plan, lo sabes, pero... si el Gobierno llega a enterarse...

𝐊𝐈𝐋𝐈𝐆 |「RIVARI 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora