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Samantha estaba subiendo por las escaleras lentamente cuando Nuvia comenzó a bajarlas, llevando en brazos a una dormida Mei junto con un bolso donde echó ropa junto con algunos juguetes que la mantuvieran entretenida esos días en los que se quedaría con ella.

— ¿Fuiste a ver a Abril? – le preguntó Samantha con la voz ansiosa.

Nuvia suspiró, negando con la cabeza.

— Prefiero no acercarme, sus feromonas son algo fuertes – dijo la beta intranquila para luego seguir bajando – Samantha, no te preocupes por Mei, yo me encargaré de todo. Tú sólo... disfruten estos días, ¿está bien?

La alfa asintió con expresión ausente, sin voltearse para ver a Nuvia salir de la casa con paso presuroso. Si hubiera tenido un oído normal, sólo habría escuchado el silencio, pero al ser alfa, pudo percibir los jadeos bajos viniendo de su habitación.

Terminó de subir la escalera, caminando lentamente hacia el cuarto, y antes de entrar inhaló profundamente.

Un dulce, atrapante y agradable olor la envolvió por completo.

Un perfume que conocía muy bien, porque era el olor que solía emanar Abril cuando se acurrucaba a su lado para ser mimada, sólo que ahora era mucho más fuerte, más atrayente y más intenso.

Abrió la puerta de golpe, encontrándose con una agradable vista que la excitó enseguida. Abril acurrucada, abrazando su almohada, murmurando el nombre de Samantha en voz baja, vistiendo... ¿acaso era su camisa esa?

Debía serla, porque le quedaba un poco olgada y muy grande, pero se le veía hermosa a más no poder.

Al escuchar la puerta abrirse, Abril se volteó, su rostro ruborizado por completo.

— A... Alfa...– susurró Abril con la voz llena de esperanza.

Samantha dio unos pasos, y la omega, de forma automática, soltó la almohada, poniéndose en cuatro de forma torpe, dejando a la vista su entrada.

El pene de la alfa dio un respingo ante la visión tan excitante que tenía.

Sin embargo, como en un sueño, recordó las palabras de Fer.

Haz que su parte racional conecte con su parte omega, así de simple.

Samantha no quería sólo llegar y follarla. No quería que todo se redujera a un plan netamente sexual, donde Abril sólo estuviera disfrutándolo porque estaba en su celo mientras su parte racional estaba desconectado de ello. Samantha quería que Abril también lo disfrutara, la guiara, le dijera si le gustaba o no.

Con lentitud, llevó un dedo a la espalda de Abril, delineando su espina dorsal hacia abajo, sintiéndola temblar bajo su toque.

— Alfa... Alfa, por favor...– sollozó Abril moviendo sus caderas.

Samantha se inclinó, subiéndose a la cama, llevando sus labios hacia el cuello de la omega, comenzando a dar pequeños y cortos besos sobre su piel. Abril gimoteó, confundida, levantando la vista, y Samantha lo aprovechó para darle un beso en los labios, profundo, sincero, lleno de cariño y ternura.

Abril se volteó, recostándose de espaldas sobre la cama, por lo que Samantha se subió sobre su cuerpo, llevando una mano hacia la cintura de Abril y la otra a su rostro. Se alejó unos centímetros, humedeciendo sus labios.

— Voy a hacerte el amor, Abril Garza – le murmuró Samantha acariciándole la mejilla – ¿Entendido?

Abril asintió, sus mejillas ruborizadas, sus ojos llorosos, y gimió en voz baja cuando los labios de la alfa volvieron a besarla, deslizándose unos segundos después sobre su mandíbula, dejando un rastro de besos mientras bajaba

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⏰ Última actualización: Jun 01 ⏰

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