𝗞𝗶𝗻'𝗶𝗿𝗼 ━━━━━━ ❝ Let me know if I can try to be somebody for you ❞
¿Qué se supone que haces cuando has perdido aquello por lo que luchaste por años? ¿Cómo se supone que debes mantenerte de pie? ¿Cómo debías mirar a la cara a las personas despu...
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10 de Julio 2018, San Petersburgo, Rusia.
Copa Mundial de Fútbol de 2018, Semifinales
Algo se siente mal. Mientras sale hacia la cancha, el presentimiento no hace más que aumentar. Sus ojos dorados miran hacia todas partes; las playeras azules y negras son lo único que puede ver, junto al rostro alegre de los aficionados.
Tal como sus maestros en Jujutsu High le habían enseñado, dispara su energía maldita a todas direcciones. Para su desgracia, no hay nada.
Algo está mal; él lo puede sentir. La ansiedad corre por sus venas, y no es por el próximo partido.
Algo está mal. Pero él es una estrella, el rey de la cancha, y no puede dudar.
Entonces toma la decisión más catastrófica de su vida y decide que debe ignorar el presentimiento.
Si no hay maldiciones, no hay preocupación. Es un dios; cualquier otro problema que no sean esos deformes entes es un problema menor y mundano.
El himno de su país ruge por el estadio. La ansiedad es sustituida por la emoción. El juego es lo más importante en su vida, la única cosa que lo mantiene a flote. Su vida entera se rige por él, y sus alegrías giran en torno al balón.
Su vida solitaria y lúgubre encuentra una razón en ese lugar. La pérdida de su hermano es inexistente cuando corre por el campo; el abandono de su madre no se siente cuando patea el balón; el rechazo de su otra mitad deja de atormentarlo cuando sus pies bailan en el campo.
El público ruge su nombre, y en respuesta, él sonríe.
Ama la sensación de estar en la cima, porque lo está. Él sabe que es el más fuerte, él sabe que es el chico grande, incluso si es de los más pequeños. Él sabe que es rey demonio que deben derrotar, y le encanta.
Adora la mirada depredadora que sus rivales le dirigen; le encanta la forma en la que los aficionados de la selección francesa maldicen su nombre; ama los gruñidos que el director técnico saca por su culpa, y le fascina como su mera presencia hace que todos se sientan arrinconados.
Ama el juego por que la primera vez que lo jugó también fue la primera vez en el que no fue una presa, ni fue patético o repudiado.
Su corazón late con fuerza cuando el balón llega a sus pies, y entonces, 11 pares de ojos están sobre él. La formación deja de importar, y 10 personas se lanzan al ataque.
No puede evitar la risa divertida que sale de sus labios.
Ese es el impacto que causa. Cuando el tiene el balón, entonces todos los demás dejan de importar y él es la estrella.
En el tercer partido de Japón en el mundial, cuando aún estaban en la fase de grupos, hizo su aparición al último momento. El as bajo la manga de la JFA, la joven promesa que los llevó a octavos, a cuartos y ahora a semifinales.
Japón tiene a un monstruo entre sus jugadores, un monstruo que los ha acarreado más lejos de lo que nunca habían llegado.
Cuando el monstruo tiene el balón, lo único que importa es quitárselo.
Pero, aun rodeado de gente, Shinichiro Geto no siente presión. Es más se divierte. Sabe que las cámaras están sobre él, sabe que todos en Japón lo ven, sabe que esos ojos oceánicos lo observan tras una pantalla, y quiere presumir un poco.
Sus pies se mueven aun mas rápido que antes; juega y baila con el balón como si no hubiera nadie a su alrededor empujándolo y maldiciendo. Está jugando al igual que cuando era un niño y estaba en el orfanato, y todo el mundo lo sabe.
El enojo de sus rivales aumenta; no los está tomando en serio y, realmente no lo hace. ¿Por qué debería temer a personas talentosas? Los jugadores son buenos, fenomenales; si no fuera por él la selección japonesa hubiera sido aplastada en cuestión de minutos, y es por ello que está emocionado.
Está jugando, luchando, discutiendo por una victoria contra personas poseedoras de talentos magnánimos y está empeñado en demostrar que es mejor.
Aun si está alejado de la portería, patea el balón con tanta fuerza como le es posible, cayendo al suelo en el proceso y manteniéndose ahí, mientras regula su respiración y limpia el sudor que corre por su rostro. Su energía maldita se mantiene a raya; Shinichiro se encarga de que en ninguna de sus patadas o juegos de pies se infiltre ni una sola gota.
Esas victorias no son dadas por talentos sobrenaturales, son dadas por su propio mérito y su propio talento humano.
No puede evitar soltar una risa infantil cuando ve la forma en la que el balón vuela hacia la portería con gracia desde su posición, sentado en el suelo, mirando como si se tratara de un espectáculo de fuegos artificiales.
Pero cuando entra a la red y un gol es apuntado en el marcador para el equipo Japonés, el público no celebra.
—¿Eh? —murmura mientras mira a todos lados, se mueve tan rápido que parece que el tiempo se ha detenido.
El público de hecho parece horrorizado, pero ha metido un gol fantástico. ¿Por qué no aplauden y lo ovacionan?
Y entonces lo siente.
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Decidí corregir los capítulos de Shini adolescente, o sea, que se van a mezclar con el Shini adulto; esta parte se iniciará en 2017, ¡con Yuta! Estoy emocionado por escribir a Yuta y las interacciones con Shini y Satoru, por cierto, se vienen momentos soft y algo de angustia.