𝗞𝗶𝗻'𝗶𝗿𝗼 ━━━━━━ ❝ Let me know if I can try to be somebody for you ❞
¿Qué se supone que haces cuando has perdido aquello por lo que luchaste por años? ¿Cómo se supone que debes mantenerte de pie? ¿Cómo debías mirar a la cara a las personas despu...
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3 de abril 2014.
Estadio Ajinomoto. Tokio. Japón.
A Yuta Okkotsu nunca le interesaron los deportes, nunca le apasionaron y ciertamente prefería mil veces leer algún manga o jugar videojuegos en la oscuridad de su habitación —donde no podía hacer daño— que ver durante eternos minutos a desconocidos haciendo alguna cosa que no le llamaba la atención. Escuchar a personas gritar y quejarse de los más mínimos errores y celebrar los más pequeños logros no era lo suyo.
Pero su padre, de alguna forma, había logrado sacarlo de esa oscura habitación en la que se había autoexiliado luego de la muerte de Rika. Yuta descubrió que no le gustaba el fútbol a los 15 minutos de haber entrado al estadio.
El ruido de los aficionados hizo que su cabeza doliera, y ni hablar del calor excesivo de Japón, que parecía haberse multiplicado x1000 ante la cantidad de personas. El primer tiempo fue tan aburrido que consideró llamar a su madre e irse a casa. Ni siquiera sabía quiénes jugaban. Ambos equipos estaban empatados, y su padre no paraba de gritar cada vez que uno de los hombres con camiseta azul tomaba el balón.
El chico de cabello negro y apariencia tímida no podía esperar a que todo terminara, su corazón se sentía pesado, y su estómago se contraía con nervios. Todo en esa situación le molestaba, pero lo que le molestaba más era saber que en cualquier momento Rika podría aparecer y hacerle daño a todas esas personas que gritaban, celebraban y abucheaban a los jugadores.
El medio tiempo fue tedioso, los peores 15 minutos de su vida, si se lo preguntan, su padre no paraba de parlotear sobre las fallas de los hombres de camiseta azul, y las personas a su alrededor soltaban comentarios mordaces cada vez que no estaban de acuerdo con él.
Sus dedos se enroscaron en la playera blanca de manga larga que usaba, no quería estar ahí.
Quería regresar a su cuarto.
Quería estar solo.
Quería paz.
Mordió su labio intentando reprimir las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Yuta se sintió patético. ¿Por qué diablos lloraba por algo como eso? ¿Qué acaso era un niño? Pero aun si su mente crítica le recalcaba lo estúpido y patético que era, su corazón de hecho no parecía dispuesto a calmar su pesadez.
Yuta nunca supo describir ese horrible sentimiento: la sensación de algo obstruyendo su garganta y su pecho, sintiéndose tan pesado y ligero a la vez, sus dedos cosquilleando, y la eterna incomodidad ante tantas sensaciones, ¿era ansiedad o solo era él siendo sensible?
