• Agobiado •

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La mayor parte de la noche, Takemichi no logró pegar los ojos, su mente no lo dejaba tranquilo, solo le llegaban pensamientos acerca de Manjirou, su familia y la prensa.

Es muy seguro que la noticia, a cerca de su matrimonio, ya esté esparcida por toda la ciudad. O mejor dicho, por todo el país.

Le causaba más inquietud.

...

A la mañana siguiente, Hanagaki se había levantado a su hora habitual, listo para dar inicio a otro día de escuela.

Ya estando arreglado y desayunado, tomó su mochila y salió de su vivienda, emprendiendo hacia la facultad.

Aún continuaba preocupado por lo que le pueda deparar, después de la locura más grande que ha cometido en su vida; haber aceptado casarse con Manjirou, si ni siquiera conocerlo.

"La escuela tal vez me ayude un poco. Si tengo mi mente enfocado en otra cosa, podré relajarme y así pensar mejor las cosas." — se dijo así mismo, con la meta de dejar aún lado su sofocante situación y mantenerse tranquilo

Un suspiro pesado salió de sus labios, mientras se dirigía a la entrada de la facultad.

No le tomo importancia a las atentas miradas que le daban los estudiantes de aquel instituto, lo veían con curiosidad y a la vez sorpresa.

Los murmullos no quedaban atrás.

Cuando estaba por entrar, varias personas lo rodearon, tapándole el paso al ojiazul, quien al notar esa acción, se quedó parado y mirándolos confundidos.

— Ah, ¿Me harían el favor de dejarme pasar?. — dijo con una sonrisa incómoda

— Háblanos de él, por favor. — exclamó ansiosa una chica

— ¿Qué?.

— Nos enteramos de tu matrimonio con el famoso empresario Manjirou Sano. — informó entusiasmada — ¿Cómo es eso posible?, si hace algunos días estabas con Kisaki. ¿O será que acaso ya solo eran amigos y fingieron aún su relación, para no llamar la atención de los demás?. — interrogaba curiosa

Hanagaki se tensó y sus nervios recorrieron todo su cuerpo. No sabía que contestación dar. Debería decir la verdad o callarla con una mentira.

Tartamudeaba al hablar y algunas palabras no las pronunciaba bien.

Era incapaz de permanecer tranquilo o normal ante aquel ambiente abrumador.

Como un milagro del cielo, dos amigos llegaron a su rescate. Sintió como unas manos se posaban en sus hombros

— Disculpen todos, pero Hanagaki no tiene tiempo para responderles. — dijo una chica pelicafé, de nombre Yuzuha Shiba — Será para otra cosa.

— Oh, entendemos. — comprendieron

— Vamos, compañero, que llegaremos tarde a clases. — habló un chico pelirrubio de ojos color verde esmeralda, su nombre es Chifuyu Matsuno

A pasos apresurados, se llevaron al ojiazul, lo más lejos posible, de toda la multitud de estudiantes que los rodeaban.

— Chicos, ¿A dónde me llevan?. — preguntó confuso el azabache, mientras seguía siendo arrastrado

— Solo continúa caminando. — dijo el ojiverde

Entraron a las instalaciones de la facultad. Llegaron hasta un salón vacío al final del pasillo. Ahí se encerraron.

Takemichi observó que también estaban sus cuatro amigos; Akkun, Yamagichi, Takuya y Makoto, quienes miraban fijamente a su amigo ojiazul, con una expresión de interés.

Un Matrimonio Imprevisto | MiTake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora