Llevo horas sentada en el ventanal de mi habitación viendo la lluvia caer, las gotas de agua golpean el cristal como si quisieran atravesarlo y el cielo está completamente cubierto por un gris obscuro. Observo el reloj, son las siete y cuarto de la mañana, era hora de ir a la escuela.
Hoy comenzaba un nuevo año, el último de bachillerato y me había cambiado de colegio; la razón era simple, había logrado que me aceptaran en una escuela de arte que se dedicaba a preparar alumnos para las pruebas de la academia más importante del país, pocos entraban a la primera, pero yo lo logre y estaba muy orgullosa de eso, mi sueño siempre fue pintar.
- ¡Princesa, es hora de irnos! - oigo que mi madre grita desde el recibidor.
La nueva escuela me espera, no conozco a nadie y al ser tímida me cuesta relacionarme con los demás. Mi madre dice que exagero, que todo será perfecto, que este es el comienzo de una nueva aventura para todos, siempre he sido muy positiva y la verdad estaba feliz, pero algo no acababa de convencerme.
Respiro profundo y me miro una vez más en el espejo, el uniforme es como lo establece el reglamento, la falda suelta luciendo un largo de cinco dedos por encima de la rodilla, la blusa perfectamente planchada y holgada, mis medias ajustadas cubrían toda mi pantorrilla con un color blanco perfecto y mis convers negros sencillos le daban el toque final. Mi cabello suelto me llegaba hasta la cadera, lo había planchado la noche anterior, pero el clima acababa de arruinarme los planes, así que resoplé y lo recogí en dos coletas altas.
- ¡Lizzi! - oigo una vez más los gritos de mi madre.
Tomo mi mochila a toda prisa junto a mi celular y audífonos, mientras bajo las escaleras voy escogiendo la música del viaje y pensando en cómo será conocer a esas nuevas personas, con las que conviviré mi último año antes de pasar a ser parte de una de las mejores academias de arte donde pasaría los tres años de preparatoria antes de la universidad, ese era mi objetivo.
En el auto mi madre va conduciendo mientras yo observo por la ventanilla, aún está lloviendo, y al parecer no tiene ninguna intención de parar, suspiro mientras me deleito con las canciones de uno de mis grupos favoritos. Al llegar veo que la escuela es más pequeña que en la que estudiaba antes, por tanto, tenía muchos menos estudiantes, menos personas a las que enfrentarme.
- Que tengas un buen día princesa - dijo mi madre con una sonrisa y me da un beso en la mejilla.
- Gracias mamá - suspire y baje del auto.
Caminando por los pasillos sentía como las miradas de los demás se clavaban en mi nuca, era muy incómodo ser la chica nueva y aún más, si la chica nueva era como yo.
Llegar al salón fue un milagro, ya estaban todos allí, excepto el profesor, recorrí el lugar con la vista rápidamente y localicé un pupitre vacío, caminé en silencio hacia él, aún seguía nerviosa, los demás no me habían prestado mucha atención así que saqué la libreta de mi mochila junto a uno de mis libros de cabecera: Romeo y Julieta.
Estaba tan absorta en la lectura que no me di cuenta del silencio que me rodeaba, levanto suavemente la vista y me doy cuenta de que hay un chico frente a mí, su mirada era maliciosa y burlona, algo no me daba buena espina.
- ¿Qué tenemos aquí? - dijo mirando mi libro.
Yo baje la vista avergonzada, en un movimiento rápido el chico me quita el libro y como si hubiese un muelle en mi silla me levanto al mismo tiempo que digo.
- Devuélvemelo -
- ¿Por qué tan seria? Parece que tenemos una cursi en el grupo este año - dijo sujetando el libro por encima de su cabeza.
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Reflejos. Tras El Espejo De Agua [PRÓXIMAMENTE]
FantasíaAl adentrarnos en "Reflejos. Tras el espejo de agua" encontraremos una historia que, por desgracia, se ha vuelto un cliché en nuestro presente. Elisabeth Bell debe mudarse de colegio para poder perseguir su sueño de ser una gran artista, pero paga u...