Me despiertan las manos de mi mamá acariciando mi rostro y mi nariz capta enseguida un olor que me embriaga, café con chocolate, mi favorito.
- Buen día – dije abriendo los ojos y bostezando delicadamente.
- Buenos días, levanta que se hace tarde – dijo depositando un beso en mi frente.
Otro día de escuela, no creo que tenga fuerzas para enfrentarlo. Bebo mi café con lentitud para disfrutarlo mientras miro a través del cristal de mi ventana el día estaba despejado hoy, parece que habrá buen tiempo así que decido dejarme el cabello suelto para lucirlo, era la única parte de mi cuerpo que adoraba y de la que no me sentía avergonzada.
***
Llegar a la escuela y tener todos los ojos posados en mi era la misma cosa, con cada paso escuchaba más murmullos, burlas y risas con respecto a mi físico o mi manera de vestir, mi rostro estaba rojo de vergüenza, me sentía tan insegura, como un gato dentro de una jaula de leones, el cual está consciente que también es un felino, pero a la vez sabe que nunca será tan fiero y letal como sus compañeros.Antes de llegar al salón un grupo de chicos choca conmigo y me hacen tambalear, para mi suerte no llego al suelo.
- Pero si es el bicho raro, ¿acaso estás ciega? – dijo uno de ellos.
Su voz resonó en mi cabeza, era él, Abel.
- Lo siento – susurre con la mirada abajo.
- Lárgate, la próxima vez no seremos tan buenos contigo – dijo empujándome y yo me aleje rápidamente.
Qué demonios pasaba con esta gente, ¿por qué todos eran tan mezquinos? No comprendía como podían pasarme estas cosas a mí, ¿acaso mi destino era ser rechazada por los demás?
En el salón me encontré con Mariela y un suspiro se escapó de mis labios, al menos no estaría sola el resto del día.
- Hola Lizzi – dijo saludándome con emoción.
- Hola – sonreí acercándome.
- ¿Estás bien? – preguntó mirándome extraño, quizás aún se me notaba la inquietud.
- Si, solo con un poco de sueño – dije con una media sonrisa y caminé hasta mi puesto cuando vi entrar a la profesora de español.
Mientras avanzaban las horas, yo me encontraba perdida en el mundo de Frank Kafka, la profesora de literatura sabia como despertar mi curiosidad y eso me agradaba y me motivaba, aunque por nada del mundo me atrevía a responder sus preguntas en clase.
Pasado ya medio turno sentimos unos toques en la puerta, la profesora invito a pasar, aunque algo molesta y es entonces cuando veo a una chica de cabello obscuro, lacio y corto entrar al salón, su uniforme estaba demasiado apretado y corto, se detiene frente a la profesora mascando chicle para pedir permiso.
- No son horas de entrar al turno Elvira – señaló la profesora disgustada.
- Tuve problemas profe, no volverá a pasar – dijo con un tono de voz dulce, pero a la vez hipócrita, no parecía interesada en su mal comportamiento.
La profesora la observo como si estuviese meditando y luego de un suspiro la dejo continuar para que ocupara su pupitre. La trigueña atravesó el salón para dirigirse a su sitio, el cual, casualmente quedaba justo detrás del mío. Su mirada se posó en mí y me atravesó como una daga, me encogí en el asiento y supe que no seriamos buenas amigas.
En el recreo me pegue a Mariela como un chicle para ir juntas al árbol y merendar, pero cuando llegamos vimos que ya estaba ocupado, Mariela observo y se acerco a las intrusas, yo la seguí de cerca.
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Reflejos. Tras El Espejo De Agua [PRÓXIMAMENTE]
FantasiAl adentrarnos en "Reflejos. Tras el espejo de agua" encontraremos una historia que, por desgracia, se ha vuelto un cliché en nuestro presente. Elisabeth Bell debe mudarse de colegio para poder perseguir su sueño de ser una gran artista, pero paga u...