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Varias horas después, cuando el chico termina su turno —no hay que interrumpir el trabajo de otros y menos si su jefe está vigilando desde una esquina—, descubro que él es Thiago, quien denunció la desaparición de Arlet.

Estamos los dos sentados en un banco en mitad de la calle, cada uno en una punta, porque aquí el señorito es demasiado tímido como para acercarse a una chica.

—¿Qué relación tenías con Arlet? —le interrogo viendo que no parece capaz de tomar la iniciativa.

—Íbamos a la misma clase y éramos bastante amigos. A pesar de que ella era muy popular, siempre se juntaba conmigo en los recreos. —Mira al cielo mientras sus labios dibujan una sonrisa cargada de nostalgia—. Se que sueno muy cursi, pero todavía la echo de menos.

Me deslizo sobre el banco para sentarme más cerca de él y apoyo mi mano en su hombro, en un intento de reconfortarlo.

—No es cursi. Si mi mejor amiga desapareciera, yo también la echaría de menos, sin importar el tiempo que pase.

—Gracias. La gente de normal me dice que simplemente pase página y me olvide de ella. —Hace una pequeña pausa antes de continuar—. ¿Necesitas saber algo en concreto sobre Arlet?

—Me gustaría que me contaras lo que pasó el día de su desaparición.

Él piensa durante unos segundos, probablemente recordando los detalles.

—Ese día estaba muy feliz —habla al fin—. Mucho más que nunca. Se pasó el día hablando de que había descubierto la forma de rehacer su vida. Por la noche me dejó una nota diciendo que iba a empezar de cero, en otro lugar, y que no me preocupara. Después de eso no supe nada más de ella.

—¿Crees que huyó por voluntad propia? He escuchado que no se llevaba muy bien con sus padres.

—Es cierto que tenían una relación horrible; ellos eran muy estrictos y a veces incluso la golpeaban, pero ella no huiría. —Thiago parece quedarse meditando otra vez antes de preguntar—. ¿Conoces la AUNV? —Asiento—. Ella empezó a involucrarse con esa asociación varios años antes de desaparecer. Puede que parezca una locura, pero Arlet estaba cada vez más absorbida por ellos. Les dedicaba horas de su vida, empezó a descuidar sus estudios, a ignorar a sus padres, e incluso invirtió todos sus ahorros en la organización.

—¡Sabía que era una secta! —No puedo contener la satisfacción de haber acertado una de mis mil teorías conspiranoicas—. Perdón, continúa.

—Durante la semana de antes de la desaparición, estuvo especialmente obsesionada con la AUNV, diciendo que pronto ascendería un escalón más en su jerarquía.

—¿Le contaste todo esto a la policía?

—¡Por supuesto! Pero ellos no se lo tomaron en serio.

—Aquí está pasando algo gordo —murmuro para mí, llevándome una mano a la boca y analizando la información.

—Definitivamente. —Él asiente varias veces—. Hace unos años me uní a la AUNV para investigarlos, y aunque aún no he descubierto nada muy importante, sé que están ocultando algo. Hay demasiado secretismo dentro de esa organización como para que sea una simple ONG.

—¡¿Eres un miembro?!

Me inclino hacia él por inercia, sintiendo cómo la curiosidad trepa por mi cuerpo. Él se reclina en el banco, claramente intimidado por mi mirada inquisitiva.

Thiago explica que hay cuatro niveles en la jerarquía de la Asociación, además del líder. Los miembros empiezan su aventura en la secta como voluntarios, personas que simplemente participan en los voluntariados aunque no pertenecen al grupo. Luego ascienden a iniciados, que se encargan principalmente de cultivar plantas y comida para suministrar la Pequeña Manzana —porque aparentemente hay viven bastantes personas—; después de un tiempo se convierten en discípulos —el nivel en el que se encuentra Thiago—, y pasan a encargarse de organizar pequeños eventos y a recibir más información sobre la AUNV. El título más alto que un miembro puede adquirir es el de adepto. Al parecer solo un número reducido de personas goza del privilegio de estar en este nivel y codearse con Logan. Que, ya que lo mencionamos, quiero resaltar que únicamente se deja ver durante los sermones o hablando con los adeptos. ¿Sospechoso? Lo que en verdad es sospechoso es que he soñado con él. El cuarentón rubio y con barba que hablaba con Arlet en mis sueños, es el mismísimo líder de la Asociación Unidos por la Nueva Vida.

«¿Por qué he soñado con un hombre que no he visto en mi vida?». No tengo respuesta para ese pensamiento. Me gustaría creer que recuerdo su cara porque lo vi en la tele hace tiempo o algo así, pero... El Líder no acepta entrevistas. Eso es lo que dijo el recepcionista.

Necesito tiempo para procesar esta información. Es demasiado para mi pobre cerebro, y eso que me gusta considerarme una persona inteligente y calmada en este tipo de situaciones. «"¿Este tipo de situaciones?" Claro, porque obviamente no es la primera vez que investigo a una secta y sueño con un tío al que nunca he visto». Cierto, mente. Esta es la primera vez... que yo recuerde... Porque tengo amnesia. ¿Y si ya conocía la AUNV antes de perder la memoria? ¿Y si yo también era miembro? ¿Y si he visto al líder antes?

Mi cabeza empieza a zumbar llena de pensamientos revueltos y de posibilidades que ya no parecen tan irracionales.
Me despido de Thiago en un gesto apresurado y empiezo a cojear lo más rápido que puedo de vuelta al apartamento de la amiga de Sio.

«¿Y si ya he estado en esta ciudad?».

Me muevo entre la gente a empujones y disculpas. No puedo controlar mi cuerpo.

«¿Y si mi accidente no fue un accidente?».

De alguna forma me las apaño para llegar al edificio correcto y sacar las llaves de mi bolsillo.

«¿Y si alguien no quiere que investigue esto?».

Tengo la vista borrosa y me tiemblan las manos. Las llaves tintinean al caerse al suelo.

«¿Y si sé algo pero soy incapaz de recordarlo?».

Lo siguiente que sé es que Siomara está arrodillada frente a mí, secándome unas lágrimas que ni siquiera he notado brotar. Me mira con su característico rostro serio y extrañamente tranquilizador, y me anima a calmar mi respiración.
Intento respirar hondo. Inspiro, expiro. Inhalo, exhalo.

Finalmente consigo acallar el revoltijo de preguntas que es mi mente y relajarme un poco.
Sio me ayuda a levantarme del suelo y me guía hacia la casa. Cuando entramos, me deja sentada en el sofá y me trae unos pañuelos para sonarme.

—¿Qué ha pasado?

—He encontrado a Thiago.

—¿Quién? —Su cara de preocupación cambia a una de confusión— ¿Debería conocerlo?

—Es quien denunció la desaparición de Arlet, un amigo suyo. Él también cree que su desaparición está relacionada con la Asociación. Me ha explicado un poco cómo funciona la AUNV.

La expresión de Sio pasa a reflejar durante unos instantes una mezcla de sorpresa y algo parecido al miedo.

—No vuelvas a juntarte con ese chico —dice tajante, recuperando la seriedad—. Lo último que necesitas es a alguien que alimente tus disparates.

—¡Deja de tratarme como si estuviese loca!

—Yaiza, has estado horas fuera cuando se suponía que la visita duraría máximo una. Y cuando te encuentro, estás en pleno ataque de ansiedad. Ahora me dices que has estado con un desconocido. ¿Cómo quieres que reaccione? Podría haber pasado cualquier cosa. ¿Qué pasa si no es quien dice ser? Ni siquiera puedes defenderte ni huir con la pierna rota.

—Confío en él. Sé que no me miente.

—¡Lo acabas de conocer!

—¡Sí, y ya me ha ayudado más que tú!

Sio abre y cierra la boca varias veces, tratando de encontrar la respuesta más adecuada.

—Llevo cinco años cuidándote. ¿Te parece eso poco? ¿Quién es la que te ayudó a salir adelante cuando te dieron el alta del hospital? ¿Quién estuvo siempre apoyándote cuando aún no tenías tantos amigos? ¿Y quién estuvo ahí cada vez que tenías una crisis porque te sentías sola y desesperada? ¡Yo! Siempre yo. —Se lleva una mano al pecho, claramente decepcionada de que yo no reconozca sus esfuerzos—. Esta vez también te estoy protegiendo.

—¿Protegerme de qué? ¿Qué es tan peligroso? ¿Hay algo que no me estés contando?

Ella respira hondo antes de contestar.

—Esta obsesión va a terminar costándote caro —afirma con una mirada severa, da media vuelta y se encierra en uno de los dormitorios con un portazo.

Yo me quedo perpleja, sentada en el sofá, con la emoción del momento aún corriendo por mis venas y la sensación de que Sio me oculta algo.

Nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora