𝗶𝗶𝗶. enseñar

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          Aerak entró a su club resoplando, y caminó hacia los vestuarios escuchando al resto de los miembros del club hablar entre ellos

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          Aerak entró a su club resoplando, y caminó hacia los vestuarios escuchando al resto de los miembros del club hablar entre ellos. Se cambió de ropa de un tirón, aún teniendo el amargo sabor de las palabras de su hermano en la memoria; y también, sintiéndose patético por fingir ser amigo de Chifuyu cuando, en realidad, se habían conocido en el día de ayer y casi le atravesó con una flecha. Todo por no querer darle la satisfacción a Kento de que tenía razón al decir que no tenía ni un sólo amigo en el cuál confiar.

Salió de los vestuarios y, en completo silencio, comenzó a revisar si su arco estaba en las condiciones perfectas. Sus maltratados dedos acariciaron la madera y después contó sus flechas. Estaba a punto de empezar a practicar cuando alguien le tocó el hombro y le distrajo de su tarea.

El moreno se apartó rápidamente de aquel toque, detestando que alguien desconocido le pusiera la mano encima.

—Lo... Lo siento por molestarte, Aerak... —comenzó hablando una chica que era parte del club, sonrojada hasta las orejas— ¿P-Podrías ayudarme a ponerle la nueva cuerda al arco? Es que... Yo no sé y bueno, siempre te veo tensando el tuyo...

—Trae aquí.

El moreno agarró el arco de aquella chica junto a la cuerda, y primeramente observó la calidad de éste. Había tenido tantos arcos en sus manos que le era imposible no reconocer ya las características de cada uno. Agarró el ojal más pequeño de la cuerda y lo metió por la parte inferior del arco, ante la atenta mirada de aquella chica.

A continuación, Aerak abrió ligeramente sus piernas y colocó la parte inferior del arco en su tibia derecha; para ahora pasar su pierna izquierda por delante del arco, haciendo que el cuerpo de madera estuviera justo detrás de su rodilla. Agarrando la cuerda con una mano, utilizó la otra para acercar el extremo superior del arco y así meter el ojal restante; doblando la madera.

Pero entonces, la puerta corrediza del club se abrió de un tirón y Aerak se volvió a asustar; haciendo que el arco se le escapara de las manos y, al estar tan doblado, éste hizo un efecto látigo. Lo que resultó que el extremo del arco golpeó tan fuerte el trasero de Aerak que le hizo gemir de dolor.

—¡Ya estoy aquí, mi amigo Aerak!

El nombrado fulminó a Chifuyu con la mirada, mientras se agachaba para recoger el arco del suelo y la propietaria de éste le preguntaba preocupada si estaba bien. Mas, Aerak ignoró a la fémina y, mientras se sobaba la parte adolorida de su trasero, le habló al rubio:

—¡¿Por qué siempre entras sin llamar?! —preguntó el moreno de manera mordaz.

—¡Porque estoy emocionado! —replicó Chifuyu con una risita, cerrando la puerta tras de él y caminando hasta Aerak y la chica— ¿Por qué te estás tocando el culo? —preguntó el rubio con una sonrisa divertida; haciendo que el moreno apartara su mano de ahí.

𝗖𝗨𝗣𝗜𝗗𝗢,     matsuno chifuyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora