𝟬𝟬𝟬 ︙ CUPIDO.
❪ キューピッド ❫
𝘋𝘖𝘕𝘋𝘌 Aerak, un joven obsesionado con el
tiro con arco, se tiene que encargar de un
nuevo miembro en el club de su escuela
llamado Chifuyu, que afirmaba que cupido
le...
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—¡Ow, ow! ¡Eso duele!
—¡¿Quieres estarte quieto?!
Aerak resopló pesadamente, tratando de acercar nuevamente la gasa impregnada de antiséptico que estaba agarrando con su mano. Chifuyu ante aquello inclinó la cabeza hacia atrás, haciendo imposible la tarea del moreno.
—¡Sé más gentil! —rogó el rubio como si estuviera siendo torturado de la peor manera posible. Ante ello, Aerak volvió a resoplar.
—¡Estoy siendo lo más gentil que puedo! —replicó el moreno— ¡Y no grites que vas a molestar a los demás del club, ¿quieres?! —pidió a pesar de que él también estaba gritando; y Chifuyu estuvo a punto de decírselo hasta que vio la cara de pocos amigos que Aerak le estaba dedicando.
El moreno, nuevamente, trató de acercar la gasa hasta el corte que tenía Chifuyu en el pómulo. Sin embargo, cuando ésta rozó la herida, el rubio volvió a sisear por el escozor y tiró aún más hacia atrás la cabeza.
Aerak, harto de ello, agarró a Chifuyu de la nuca con su mano libre y no le dejó apartarse cuando presionó la gasa contra la herida sangrante.
—¿Ves cómo no es tan difícil? —rodó Aerak los ojos.
—Por dentro, estoy llorando. —contestó Chifuyu apretando los labios; haciendo que estos parecieran una fina línea, tratando de hacerse el fuerte aunque aquello realmente escocía.
—Al menos, da gracias que no vas a necesitar puntos... O de que no te haya atravesado la cabeza con la flecha. Eso habría dolido más que un corte de nada como lo es éste. —comentó, limpiando suavemente la herida.
Chifuyu suspiró, notando como ahora el escozor era menor. Además, ahora podía ver a Aerak aún más de cerca al estar tan juntos el uno del otro. ¿Acaso le había visto alguna vez por la escuela? Porque, creía que no; y una cara como la de aquel chico no era fácil de olvidar. Fácilmente, aquel chico arquero podría ser la persona más atractiva de toda la escuela y Chifuyu recién se enteraba de su existencia.
—Oye, ya que casi me matas... —comenzó Chifuyu— Dime como te llamas.
—Aerak.
—¿Ae... qué?
—Aerak.
Chifuyu se grabó el nombre en la memoria, ahora fijándose en lo oscuros que eran los ojos de Aerak. Eran tan negros como el carbón; y debajo de estos habían unas pequeñas ojeras que resaltaban más dado que era bastante pálido. Tenía un pequeño lunar en el lateral de su labio superior, y sus facciones eran tan armoniosas que Chifuyu realmente pensó que estaba en presencia del mismísimo Cupido a pesar de parecer tener tan mal genio.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó Chifuyu nuevamente, curioso— No te he visto nunca por mi curso.