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Los días de Meryem eran muy solitarios pues su única compañía femenina en el palacio había sido la sultana Mahidevran además de la señorita Afife quien velaba por su seguridad, aún recordaba cuando entristecía y la bella sultana la acogía en sus a...

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Los días de Meryem eran muy solitarios pues su única compañía femenina en el palacio había sido la sultana Mahidevran además de la señorita Afife quien velaba por su seguridad, aún recordaba cuando entristecía y la bella sultana la acogía en sus aposentos, charlaban mientras comían e incluso la consolaba. Pocos eran los recuerdos que tenía de su madre o de su padre, pero se aferraba a ellos como si de lo más valioso se tratase, extrañaba a sus hermanos a pesar de que nunca contestaban sus cartas  y a sus tías quienes olvidaban visitarla.

—Quiero hablar con el sultán.—Anunció la joven a las puertas de los aposentos más grandes del palacio.

—Está ocupado, la familia real viene a comer y los aposentos están siendo arreglados.—Contestó el eunuco.

"Familia real" su corazón se hacía pequeño al saber que ella nunca sería parte de aquello.

—No tardaré.—Ella insistió pero aún así fue ignorada.

De pronto una mujer se acercó a ellos, conocía muy bien su historia, antes había sido de las mujeres más leales a Hürrem y luego de una traición quedó en el olvido, pero el respeto que los demás esclavos le tenían no se había perdido, no del todo.

—¿Qué sucede? ¿Cómo puedes hablarle así a una sultana?—La de cansada mirada acudió a las puertas.—Entra y dile al sultán.

—Firial Hatun.—El eunuco asintió e ingresó ante la orden.

Ninguna habló en lo absoluto, Firial tenía su cabeza agachada con esos ojos tristes que la representaban y la sultana solo la observaba de reojo, era increíble como la podrían tratar a pesar de su puesto como miembro de la dinastía, era sabido que Hürrem se había encargado de quitarle cualquier tipo de poder al punto de rebajarla como si fuera otra muchacha del harem.

—El sultán la está esperando.

Con esas palabras dichas Meryem entró a los aposentos encontrando a su tío sentado en su escritorio leyendo uno que otro documento y cartas que recibía continuamente.

—Majestad.—Lo saludó con una reverencia.

—Meryem.—Sonrió para ella sin levantarse.—¿A que haz venido?

—Lamentó si he interrumpido, solo quería pedir su autorización para ir a Manisa... La sultana Mahidevran me ha invitado a pasar unos días, pronto nacerá el hijo del príncipe y me encantaría acompañar su felicidad.

—No puedo permitir que vayas sola.—Habló con tono amable.—Espera con nosotros el nacimiento y acompáñanos, será agradable.

—Como usted diga, majestad.—Sonrió para así reverenciarlo.

Antes de poder marcharse las puertas fueron abiertas, la familia real fue anunciada obligando a Meryem a esperarlos con una reverencia.

—Meryem, ¿Qué haces aquí?—Cuestionó Hürrem notoriamente molesta de su presencia.

—Mi sultana...

—La invité a que nos acompañe a nuestro futuro viaje a Manisa.—Habló Suleiman.—A Mihrimah le vendría bien algo de compañía.

Meryem observó de reojo a sus primos, la mirada del sol y la luna era poco complaciente, Mihrimah prefería estar con sus criadas a charlar con ella. Mientras que Mehmed la miraba con ilusión, nada mejor que aquello para excusa de poder hablar en público.

—Siéntate, comamos juntos.—El sultán invito.

Y aunque Hürrem mandó una mirada de advertencia a la joven, esta decidida la ignoró, anhelaba tanto un momento como ese que ni siquiera le importó aquello.

—Su majestad ¿Ha considerado la propuesta de Rustem Pasha?—La pelirroja hizo el primer movimiento.—Meryem ya está en la edad de casarse y él sería un buen esposo.

—Lo he considerado, es un hombre leal...—Suleiman observó a su sobrina en busca de alguna reacción, pero ella solo estaba preocupada de mirar entre sonrisas a Mehmed.—Pero también otros pashas y el jefe de los jenízaros están interesados en contraer nupcias.

—Eres muy afortunada, prima.—Mehmed habló con un poco de frustración.—Tú belleza ha enamorado a más de uno, tienes muchos pretendientes para elegir.

—Estaré de acuerdo con lo que su majestad decida.—Habló restándole importancia al asunto.

—Creo que no lo comprendes, Mehmed.—Mihrimah habló.—No me lo tomes a mal pero la única razón por la que quieren casarse con ella es por nuestra dinastía y su título de hanimsultan.

Una vez más, ya era costumbre escuchar a la hija del sultán denigrar su puesto como lo hacía su madre, aunque en el palacio tenía trato de sultana era cierto que por su rango era menos que una.

El resto de la comida Meryem mantuvo su cabeza agachada y su voz silenciada, pero la mirada preocupada de Mehmed cayó sobre ella.

Skyfall |Principe Mehmed.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora