La última noche antes de regresar a la capital Meryem la pasó encerrada en sus aposentos frustrada por lo que sentía, amor, deseado, tristeza. El sultán había anunciado que le asignaría una provincia a su hijo tan pronto como llegarán a la capital y ella no podía tener la mente tranquila con esa situación.—Sultana, el príncipe Mehmed quiere verla.—Habló el Aga que custodiaba su puerta.
Ella se levantó tomando una bolsa con monedas la cual entregó al eunuco con una mirada de advertencia.
—Si la sultana Hürrem se entera, te mato. ¿Escuchaste?—Habló tensa pues ya era lo suficientemente de noche como para una visita que ella permitiera.—Que pase.
Y así fue, ahí estaba el con una cara alargada se veía cansado quizás por que había ido a casar con su padre temprano o por qué había pensado tanto en que no volvería a ver a su prima cuando se marchase. Meryem lo miraba con un gesto de incomodidad, sus ojos reflejando una mezcla de angustia y resentimiento.
—¿Qué te sucede?—Preguntó con una sonrisa coqueta mientras se acercaba a ella para así colocar sus manos en su cintura.
Con la voz entrecortada por la emoción, respondió negándose a su tacto.
—He visto como las criadas te observan.—Habló molesta.—Me duele el solo pensarte con otras mujeres, saber que soy solo una sombra en tu vida mientras tú te iras a la compañía de otras.
El príncipe, con tristeza en su mirada, se acerca lentamente a ella y toma su rostro entre sus manos.
—Mi querida sultana, entiendo tus temores y lamento haberte hecho sentir así. Pero debes creerme cuando digo que mi corazón te pertenece solo a ti. Ninguna otra mujer puede ocupar el lugar que tú tienes en mi vida.
—¡Te irás Mehmed!—Con lágrimas en los ojos.—Te vas a olvidar de mi, no hay nada que podamos hacer al respecto.
—Sabes que si las normas lo permitieran, me casaría contigo y terminaría con esto de una vez.—Observó seriamente sus ojos cristalizados.—Te amo, Meryem. Te amo desde que somos unos niños y también me duele saber que no podremos estar juntos.
—Yo...—Un nudo se formó en su garganta.—Yo también te amo Mehmed... No sé desde cuando este sentimiento está presente en mi corazón, pero no puedo evitarlo.
—Entonces amémonos, aquí, ahora.—El príncipe, luchando contra sus propios deseos, se acerca a ella con determinación y la toma entre sus brazos.
Sus labios se encuentran en un beso cargado de pasión y anhelo, mientras las llamas del deseo arden entre ellos, borrando por un instante todas las barreras que los separan. Meryem se deja llevar por el impulso y se funde en un apasionado beso con el príncipe, dejando que todas sus dudas y temores se disuelvan en ese momento de conexión intensa y sincera.
Sus suaves manos inexpertas son dirigidas al cuello del joven exigiendo su cercanía, su cuerpo suplicaba el calor de su primo y no lo entendía, no entendía aquella corriente en su estómago, por qué sentía que se quemaría viva en cualquier momento. A diferencia de Mehmed que entendía por completo el placer de besar a quien más amaba, las manos de él se aferraban a la cintura de ella como si la vida dependiera de ello y sintió que perdería la cabeza en cualquier momento.
Sin embargo, cuando Meryem sintió que las manos de su primo seguían bajando acariciando su cuerpo, la lógica brilló momentáneamente en su cabeza.
—Mehmed... —su voz estaba entrecortada, fue más como un jadeo. Estaba embelesada de una manera que no creía posible—. Debemos...
El no le permitía seguir hablando, estampando sus labios una vez más con vehemencia. Ahora el mínimo rose desataba un ardor exuberante en su ser y el pequeño detalle que era un chico que ya había experimentado aquello y deseaba una noche con la mujer que amaba.
—Mehmed...—Ella insistió y él supo que era el momento de retirarse.
La alejó tomándola de los hombros con delicadeza, pero no lo suficiente para que sus narices y labios dejen de rosarse. El aire comenzó a circular en sus pulmones de manera normal, sus mejillas seguían en llamas y hacía más calor de lo normal. Y sin nada más que decir, se marchó.
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Skyfall |Principe Mehmed.
FanfictionMeryem Sultan, hija de Hatice e Ibrahim luego de quedar huérfana llega al palacio del sultán donde estará envuelta entre un amor prohibido y un terrible secreto que está por saberse. "Pon tu mano en mi mano y vamos a mantenernos firmes"