𝐶𝐴𝑃𝐼𝑇𝑈𝐿𝑂 𝑋𝐼𝐼: 𝐽𝑢𝑠𝑡 𝑔𝑜, 𝑟𝑢𝑛 𝑎𝑤𝑎𝑦.

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"La muerte será mi salida de un mundo sempiterno en donde pareciera que estoy condenado a una vida de dolor y desgracias". —Iván Sotelo.



[⚠️:Este capítulo comprende un contexto de violencia, sangre, etc.]





La popa atraviesa las olas a gran velocidad cuando el sol de medio día alcanza su sitio en el cielo. El destino final es la nada a mitad de un calmo paraje que les conceda la privacidad suficiente como para saltarse un par de reglas.

Cerca de la costa, en el norte, donde no llaman demasiado la atención un buque militar del ejército suelta su anclaje.

Michelle Evans hizo un buen trabajo al conseguirlo porque ese sitio es el último en el que cualquiera intentaría buscar a un agente desaparecido del FBI.

Aunque todavía no hay fotografías suyas circulando en las noticias los cuerpos policiales ya se han movilizado para barrer la ciudad con una exhaustiva búsqueda que, lamentablemente, terminará en un callejón sin salida.

Un helicóptero oficial que desde hace tiempo mantiene el vuelo bajo aterriza sobre la cubierta y de él desciende un enmascarado que Horacio conoce muy bien pese a no tener el rostro al aire.

Desde que su alfil desciende, el director no permite que el comisario obtenga un panorama completo de lo que sucede, pues antes lo arrastra lejos de la cubierta de forma poco amable y lo obliga a recargar la espalda sobre el frío metal del barco.

—¿Puedo confiar en ti? —interroga él con expresión seria y los ojos entrecerrados.

Volkov está confundido, pero es la pregunta lo que en verdad hiere sus intenciones sinceras.

—¿Por qué me preguntas eso? —replica, desvelando dolor en el claro gris de sus ojos —No soy el único abordo de este barco.

Esa referencia evidentemente señala al sheriff del norte.

—Dejemos algo en claro —contesta Horacio a la defensiva—. A ti no te conozco, a Collins sí. Si esto es demasiado para ti todavía puedes volver y no me enfadaré por eso.

Una punzada en el pecho le obliga a fruncir el ceño. Aunque los labios del comisario se crispan en una línea irregular y sus pestañas revolotean inquietas, no retrocede.

—No iré a ningún sitio, ahora estamos juntos en esto.

Su respuesta es firme, sin vacilaciones y lo que es más, es justo lo que Pérez deseaba escuchar.

—Bien... —murmura entonces antes de soltarle.

De alguna tuna forma, la carga de Horacio disminuye, más no desaparece completamente.

Su moral ya está corrupta, es imposible colgarse la medalla de héroe con toda la mierda que arrastra detrás de sí, por ende no quiere destruir la del comisario obligándolo a actuar fuera del marco legal, así que le designa la tarea más inofensiva en una situación de ese tipo.

—Haz perímetro —ordena. Al mismo tiempo toma su propia arma, la misma que ocultaba tras su espalda, y se la entrega—. Estaremos en problemas si alguien descubre que estamos aquí.

Y no hay tiempo para réplicas o preguntas porque sus talones giran sin más para encaminarse hasta el enmascarado y su rehen que esperan pacientemente en silencio tras de él.

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⏰ Última actualización: Sep 16 ⏰

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