Capítulo 2

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El árbitro indica que el balón ya se puede poner en juego. Sandra me lo pasa a mí, y yo soy la que reparte el balón. Logramos mantener el balón durante un buen rato, pero cuando la bola llega a Sandra tras un pase en profundidad, se lo quitan haciendo falta, cosa que el árbitro no indica. La lateral avanza por su zona, y cuando nuestra extremo la presiona, da un pase al medio. Corro para presionar a la jugadora, y justo cuando hace el control y el balón se le va un centímetro del pie, meto el cuerpo y logro hacerme con la bola. Corro rápidamente para poder ocasionar un contraataque. En un abrir y cerrar de ojos, me encuentro en el suelo. Me llevo las manos a la ceja, que me duele bastante, y cuando veo mi mano, puedo ver que está completamente llena de sangre.

- Estás bien Lau? – me pregunta asustada una sombra la cual procede de mi hermana.

- Te encuentras bien? – pregunta el médico agachándose a mi lado.

- Si – asiento, medio fuera de mí.

- Por favor, tienen que salir del campo – avisa el árbitro.

- No, estoy bien – aseguro.

- Seguro? – pregunta el árbitro.

- Sí, seguro – asiento.

Me levanto y me limpio la sangre que tenía en la mano. Llevo la mirada al banquillo para preguntar al entrenador quien tiraba la falta, peri sin poder decir nada, me señala. Me doy la vuelta y Sandra coge el balón y se me acerca.

- Como tú sabes – me abraza.

Se aleja y coloca el balón donde indicó el árbitro. Apoyo mis manos en las rodillas para no caerme al suelo, aún siento algo de dolor por el golpe, pero no quiero que se note demasiado. Cuando todo está correcto, el árbitro indica que el balón ya se puede poner en juego. Corro segura hacia el balón, y sin pensarlo, tiro. El balón va raso, pero con fuerza. Las jugadoras del Bayern, tenían siempre una manía, saltar. Como siempre, las jugadoras de la barrera dan un saltito, y eso hace que el balón pase por debajo y acabe rozando el palo. Puedo escuchar como ruje el estadio. Los aficionados del Borussia se levantan con las manos arriba gritando. Todas vienen corriendo hacia mí, y nos fundimos en un enorme abrazo. Cuando nos separamos, corro a coger el balón, y cuando lo tengo entre mis manos, miro a la zona donde estaba Marco, y hago el gesto que tanto le gusta. Cuando me ve, se levanta y empieza a gritar. "Qué idiota" pienso. Estaba eufórica, pero el marcador seguía 2:1 en contra nuestra.

Alcanzamos el minuto 70 de partido. El Bayern había lanzado un balón en largo a la delantera, pero esta estaba en fuera de juego. Aproveché esa ocasión para sacar rápido hacia Sandra. Su velocidad es impresionante, y logró superar a la defensa, y en un regate, también a la portera. En un movimiento de tobillo, envió el balón al fondo de la red. Eufórica, corrí hacia ella y me lancé. Ella abrió los brazos y me cogió en el aire. Minuto 85 y el marcador estaba 2:2. Este resultado no nos valía si queríamos ser las campeonas, así que había que seguir luchando. Minuto 90, y el cuarto árbitro decide añadir 2 minutos, tiempo suficiente para marcar otro gol.

Los segundos pasaban y el gol no llegaba, hasta que el árbitro indicó un córner a nuestra favor. Fui decidida a sacarlo, era nuestra última oportunidad, era la última jugada del partido. Doy unos pasos hacia atrás, y cuando recibo la aprobación del árbitro, cuelgo el balón al centro del área. Sandra salta, pero una contraria le tira de la camiseta y la tira al suelo, haciendo que el balón se pierda por la banda. Oigo pitidos y gritos procedentes de los aficionados de nuestro equipo. Sandra está tirada en el área y el árbitro, finalmente pita el final del encuentro. Todas nuestras compañeras van a reclamar, incluso mi hermana, pero yo, me dejo caer en el césped. Me tapo las cara y las lágrimas no tardan en salir, y el dolor de la ceja empieza a aumentar. 

- No pasa nada, no llores - comenta alguien a mis espaldas.

Me giro y puedo ver un chico joven, rubio, con unos ojos verdes grisáceos. Me resulta difícil distinguir su rostro, mis ojos llenos de lágrimas me lo impiden.

- Vamos, arriba, estás sangrando – dice ofreciéndome su mano, la cual yo acepto.

- No llores, lo habéis hecho genial – me anima.

- Podría haberlo hecho mejor – digo.

- No te culpes, si no se pudo, no se pudo – sonríe – por cierto, me llamo Mitch, Mitchell Weiser.

Al escuchar ese nombre, mi cerebro reacciona.

- Tú no eres jugador del Bayern? – pregunto extrañada.

- Sí – confirma.

- Y que haces hablando conmigo? – le miro a los ojos.

- Te molesto? – pregunta.

- No es eso, solo me parece extraño – y es la verdad.

- Laura, al vestuario! – grita Sandra desde el túnel.

- Parece que te llaman – afirma.

- Sí – respondo.

- Encantado de conocerte Laura – me da dos besos.

- Igualmente – digo también dándole dos besos.

Cuando me despido de él, troto rápidamente hacia el vestuario. Mientras corro, pienso en lo que acaba de pasar. Un jugador del Bayern se me acerca y me anima, no lo entiendo. En vez de estar celebrando el título con sus amigos y las chicas, me viene a animar, aunque es un gran gesto por su parte.

- Y ese chico? – pregunta mi hermana extrañada al verme llegar.

- Nada, simplemente me animó – respondo.

- Pero ese no juega en el Bayern? - pregunta extrañada.

- Sí – afirmo.

- Que cosa más rara – ríe.

- Ya lo sé – río.

Ambas entramos al vestuario, y puedo ver los rostros entristecidos de todas mis compañeras. Sandra se va a hablar con las demás, mientras yo me voy a mi respectivo lugar y preparo mis cosas para la ducha. Cuando lo tenía todo listo, alguien me llama.

- Laura, sal fuera un momento – dice el entrenador al otro lado de la puerta.

Dejo las cosas en su sitio y me pongo las chanclas para salir. Abro la puerta con delicadeza para que no se pueda ver nada, y salgo. Veo al entrenador apoyado en la pared, con un rostro triste, como el de la mayoría de las chicas. Antes de dirigirme hacia él, hecho una mirada y puedo ver que Reus está apoyado en la pared a lo lejos, hablando con dos chicos más, y cuando me ve, sonríe.

- Has hecho un segundo tiempo impresionante – me anima.

- Pudiera haber hecho un partido excelente si me hubieras puesto desde el principio – contesto molesta.

- Lo siento, pero tenía que probar algunas cosas – explica.

- Y justo las tienes que probar al final de temporada en un partido tan importante como este? – levanto un poco la voz.

- Lo siento – se excusa.

Miro a Marco, ahora su rostro está preocupado, a la vez que triste. Acto seguido, sin decir nada, entro en el vestuario dando un portazo detrás de mí. 



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Espero que os esté gustando. Necesito que comentéis para saber si os gusta o no esta novela, y si la compartís y la votáis, ya sería perfecto! :)

Muchas gracias por leerme una vez más, nos vemos el domingo <3 

Memories [Marco Reus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora