Capítulo 12

159 13 1
                                    

A lo lejos, en el túnel de vestuarios, vemos que dos figuras se acercan a nosotros. Yo sigo al lado de Marco, rodeada por su brazo. Sandra parece reconocerlos y corre hacia uno, y eso me indica que uno de ellos es Mario. A medida que se acercan, puedo visualizar que es Mitch, aunque no parece él. Lleva la cabeza agachada y sus ojos están hinchados y rojos. Su precioso pelo está despeinado, y sus manos, están hinchadas, hasta en algún nudillo, puedo ver que tiene sangre. Él levanta la mirada y se encuentra con la mía, pero de pronto vuelve a llevar la mirada el suelo.

- Ya estás tardando – comenta Mario, dándole una palmada en la espalda, mientras que la otra mano está rodeando la cintura de mi hermana.

- Po... podemos hablar? – dice con la voz ronca.

- Si – digo preocupada por su estado.

Tenía curiosidad de por qué se encontraba así, con los ojos hinchados y con los nudillos llenos de sangre. Los dos fuimos al túnel de vestuarios, el mismo lugar donde hace media hora, me dejó llorando en el suelo. No quiero derrumbarme, así que pongo mi mente en blanco y me tranquilizo.Decido sentarme, apoyando la espalda en la pared, y Mitch hace lo mismo, pero enfrente mía.

- Sien... -comienza.

- Que te ha pasado, por qué estás así? – interrumpo yendo al grano.

- A qué te refieres? – pregunta.

- Ojos hinchados, despeinado, nudillos llenos de sangre... - explico.

- Después de ser un gilipollas contigo, me di cuenta de que los celos me pueden. Cuando me fui, lo primero que hice fue hablar con Mario, y me echó la bronca del siglo, y es cuando comprendí que he cometido el mayor error de mi vida. Me senté en una esquina y no pude contener las lágrimas, y de tanto frotar los ojos... pues eso. Y después de llorar, Mario me volvió a advertir y descargué toda mi rabia contra la pared, pero no solo una vez – contesta.

Me levanto y me voy al vestuario. Él se queda atónito, pero no dice nada. Me dirijo al vestuario y me dispongo a coger el botiquín. Una vez lo tengo entre mis manos, salgo. Mitch se encuentra en la misma posición, solo que ahora su cabeza está escondida entre sus brazos. Esta vez me siento a su lado y le cojo una de sus manos. La reviso y miro la gravedad de las heridas. Ahora de cerca, parece más grave, y tiene unas heridas bastante grandes. Se me queda mirando extrañado, pero yo continúo abriendo el botiquín. Cojo una gasa y la inundo de alcohol. Una vez mojada, la apreto contra sus nudillos. Se retuerce del dolor, normal. Las heridas no parecen muy profundas, pero son bastante grandes, lo suficiente para que causen dolor. Con mi otra mano, le arreglo un poco el pelo. Una vez acabo con todas las heridas, le vendo la mano. Esta vez cojo la otra y repito el mismo proceso.

- Por qué haces esto por mí? – pregunta, mientras se retuerce por el alcohol.

- Dicen que el primer amor es el que más suele durar dentro de ti – explico, mientras le vendo la mano.

- Ahora comprendo que fui mas gilipollas aún – empieza a llorar.

- Solo dame tiempo – explico – solo eso.

Me mira con los ojos llorosos, así que saco un pañuelo y se los limpio. De paso, le peino un poco el desastroso pelo que lleva. Hago lo mejor que puedo con los dedos y se lo pongo bien. Nuestras miradas se cruzan. Puedo ver sus ojos perfectamente, ese verde grisáceo. Y pensar que me enamoró solo con una mirada. No aguanto más y lo abrazo. Al principio no responde, pero luego me abraza de vuelta. Pasado un rato, me despego y le tiendo la mano para que se levante. Debido a los vendajes, le cojo por el antebrazo y lo ayudo.

- Gracias – dice algo dolorido.

Le sonrío, y a continuación, salimos al campo. Todos nos miran expectantes. Nos acercamos, y al llegar, se hace el silencio.

Memories [Marco Reus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora