"Hace ya años me di cuenta de que puedo mover mi cuerpo con la mente. Solo digo en mi mente moveré la pierna izquierda."
Ann Thompson.—Laila, por favor no seas tan perezosa y levantate de una sola vez.—Dije desesperada.
El viaje era algo largo, pero no justificaba que tomara una siesta desde que llegó. Se suponía que me ayudaría a encontrar el diaria, no que hiciéramos una fiesta de pijamas.
Le propiné un puntapié y se quedó en la misma posición. Tenía por amiga a un oso perezoso.
—Dile que la policía está aquí y que vienen por ella. Siempre funciona.—Me dijo papá al ver mis infructuosos esfuerzos por despertarla.
—¡Dios! ¿Laila Gómez? Si, pasen policías. ¡Laila te busca la policía!—Dije.
Laila se levantó de un salto alzando los brazos y diciendo que no había hecho nada. Mis padres y yo nos echamos a reír mientras Laila me fulminaba con la mirada.
Le expliqué lo del cuaderno y lo mucho que significaba, que incluso tenía las fotos que Andy nos tomó el día de mi cumpleaños.
Vi como Laila miraba a través de la ventana de cristal y la mirada maliciosa de cuando tenía una idea salió a la luz.—¿Y si vamos allá?—Señaló hacia el jardín, que era enorme. Aunque mamá solo tenía poblada la parte delantera ya que creía que podría perderme si caminaba más al fundo, lo que consideraba una completa estupidez. Pero sin objeciones, porque ella siempre tendría un argumento mejor.
—Vamos. Pero deberíamos regresar antes de las seis.
Salimos con unos sandwiches y unas mochilas para darle dramatismo al asunto. Si Andy hubiese estado ahí, lo hubiera tomado como una excursión más allá del mundo real, sin importar que simplemente fuera un gran patio trasero. Él tenía la capacidad de evocar mentalmente las cosas que nunca podrían estar ahí, y le fascinaban los sandwiches, según él eran comida de explorador. Aunque en mi opinión los exploradores se comerían una anaconda, nosotros no.
—Y dime, Lail, ¿en qué remoto universo mi cuaderno terminaría aquí?—pregunté cínicamente cruzándome de brazos y ella simplemente se encogió de hombros.
Seguimos caminando hasta que fue demasiado para ella. Según mis cálculos no habíamos avanzado siquiera diez metros. Bien conociéndola me sorprende que no estuviera jadeando a los tres.
Se tumbó en el suelo, tomó un sándwich de la mochila y suspiró cansada.
—Ann...—Dijo casi sin respiración y rodé los ojos—Creo que encontré tu cuaderno.—Alzó el cuaderno color marrón con mi nombre garabateado.
—¡Laila eres la mejor!—Hice ademán de darle un abrazo pero me detuvo.
Me senté a su lado palpando las hojas y comiendo mi sándwich.
Aún era temprano. El sol brillaba en lo más alto del cielo, pero teníamos los árboles cubriéndonos de el. Era maravillosamente hermoso y Andy le hubiese tomado una fotografía. Lo imaginé achicando los ojos para soportar la luz y capturar el momento.
—Oye, lo encontré, tienes que dejarme ver que dice.—Dijo Laila con la boca llena expulsando trozos del pan.
Le tendí el libro y a la luz del sol, la estrella más grande, brillante y hermosa nos burlamos de nosotras mismas.
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El cerebro de Ann
Short StoryAnn tiene demasiadas cosas y dudas en la cabeza para ser tan pequeña. Tal vez lo que hay en la mente de una niña puede ser interesante y enigmático a la vez. Prohibido copia o plagio. Historia original© Gracias por la portada a: harrytakeacat Trai...