Capítulo 3

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"Por más triste que pueda sonar, los amigos no son para siempre. Sé que algún día, cuando seamos mayores ni siquiera recordaremos nuestros nombres."
Ann Thompson.

—¿Entonces te quedas a dormir?—preguntó Claudia a Laila.

—En efecto. Lo único que quiero hacer es dormir.

Laila comía apresuradamente su tazón de sopa y alguien tocaba la puerta. Claudia y yo iniciamos un duelo de miradas para saber quién se levantaría a abrir la puerta. Pestañe repetidas veces y me levanté dándome por vencida.

Abrí la puerta y mis ojos como platos. Al ver mi expresión Laila detuvo el procedimiento de devorar la sopa.

—¡Andy! ¿Qué te trae por aquí?—Dije emocionada dándole un abrazo.

—Incontables mensajes de Laila.

Lo invité a pasar y como siempre traía su Canon. Explicó que su madre le había permitido visitarnos ya que estábamos de vacaciones y hacia mucho que no nos veía. Laila le reprochó que hubiese tardado tanto en llegar, pero al final le dió un abrazo y acordamos que cuando acabaramos de cenar contaríamos historias.

Cada vez que estábamos juntos así, aunque me emocionaba, no podía evitar pensar que no iba a durar para siempre. Un día cada uno se iría por su lado e incluso nuestros nombres no serían más que un recuerdo borroso.

El cerebro de AnnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora