Capítulo 7

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"Había una vez", ha sido el inicio de las historias más famosas del mundo durante siglos y siglos, pero si todo empezara con el " Y vivimos felices por siempre ", ¿sería lo mismo?, esa era la cuestión."

—Ann Thompson.

Habíamos quedado de ir con mi prima Alicia al parque antes de que todos se repartieran de nuevo por sus respectivos hogares. Y estábamos ahí haciendo fila para la montaña rusa junto con Laila y Andy, que habían decidido irse ellos dos juntos porque, «esa tal Alicia nos da miedo, tiene cara de que nos quiere matar. Y a todo el mundo, de hecho», alegó Laila dramáticamente.

Yo realmente no conocía muy bien a Alicia y solo la había visto una que otra vez en reuniones familiares o fiestas. Era algo cerrada y solamente tenía trece años, pero parecía cargar un cartel de aléjate, eso según Claudia, mis demás primos y ahora Andy y Laila. La verdad a simple vista, ahora antes de subir a la montaña rusa, se veía muy amigable.

Tenía el pelo castaño (teñido, porque todos los Thompson éramos rubios [bueno, casi]) por los hombros y los labios pintados de un rosa pálido. Estaba vestida con unos pantalones jeans y una camiseta negra que decía...

—¡Oh! ¿Te gusta Harry Potter?—pregunté emocionada.

—¿Recién lo notas?—dijo sonriente señalando su camiseta que ponía «Hogwarts» en letras blancas—. Soy Slytherin, ¿y tú?

—Es genial. Soy Gryffindor.

De ahí no hablamos mucho, solo gritamos que estábamos a punto de vomitar cuando nos subimos en la montaña rusa, pero al bajar fuimos los cuatro por un helado y Alicia resultó tener cosas en común con nosotros. Por ejemplo, de Andy tenía el amor por la fotografía y de Laila el amor por los Beatles. ¿Alguna vez he mencionado que es el grupo favorito de mi mejor amiga? Hubieron días que Don't let me down no dejaba de salir se sus labios en un intento de cantar.

Así pasamos la tarde de atracción en atracción hablando de cosas triviales he intercambiando risas por el hombre gordo que sacaban del parque porque estaba gritando que el era parte de las atracciones.

En exactamente cinco minutos regresaríamos a casa, pero más importante aún, se daba inicio a la despedida.

El cerebro de AnnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora