presentando: dong sicheng x fem!reader (él la llama princesa)
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ojos siguen la curva de su cuello y la suave inclinación de su espalda mientras se inclina sobre el balcón, con la cabeza apoyada en su antebrazo derecho. Sus párpados se agitan y sabes que te está mirando furtivamente. Giras la cabeza, fingiendo no notar la forma en que el viento sopla a través de su cabello, su camisa abotonada ondeando como una bandera al viento.
Colocas ambas palmas en la barandilla, el frío metal presiona contra tu piel mientras cierras los ojos con fuerza y sonríes, consciente de nada más que el aroma del suavizante de telas y la suavidad de su meñique mientras desliza su dedo por el dorso de tu palma.
"Sicheng."
Se da vuelta, mirando al cielo mientras cambia su peso sobre sus codos, ustedes dos parados como líneas paralelas mirando en dos direcciones diferentes. Tu vista es de la escena nocturna de la ciudad, los autos y las farolas decorando las calles. El zumbido de los motores se mezcla con el silbido de la brisa y tus oídos se enrojecen ligeramente.
Winwin ve el cielo. Estrellas y constelaciones llenan su visión, la Estrella Polar brilla intensamente. Al igual que la visión de túnel, lo único que escucha es el sonido de su respiración y el latido constante de los latidos de su corazón.
Su meñique continúa trazando círculos en tu piel incluso cuando entrelazas tus dedos con los suyos, la fricción entre su piel y la tuya te mantiene caliente a pesar de las bajas temperaturas.
"Dicen que en esta ciudad los sueños son caros". Winwin se ríe huecamente, como si su corazón estuviera destrozado y sus pulmones estuvieran llenos de agua, y se estuviera ahogando en un lugar tan alejado de la realidad.
"Creo que... tienen razón". Lleva tu mano a su boca y besa el dorso, sus labios secos rozan tu piel y al instante recuerdas las innumerables veces que te saludó de esa manera.
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"Princesa." Winwin se inclina con la mano derecha delante y la izquierda detrás de la espalda, y cuando se endereza de nuevo, recuerdas lo mucho más alto que tú. Él toma tu mano y se la das sin dudarlo para que la bese.
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"¡Princesa!" Su mano rodea tu muñeca como un anillo, atrapando tu puño entre sus manos. La sonrisa que se extiende por tu rostro es estúpidamente amplia, los ojos se estrechan en una línea y se muestran los dientes torcidos cuando se lleva la mano a los labios.
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"¿Princesa?" Winwin se acerca a tu cabeza para sacar el libro del estante y entregártelo. Te agachas, ya no andas de puntillas y, agradecido, le quitas el libro. Jugueteas con su cuello y sus ojos se oscurecen, tomando tu mano bruscamente y besando el dorso de tu palma.
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"Mi príncipe", murmuras, poniendo un poco de distancia entre tú y la barandilla para poder acercar a Winwin. Te acaricias el pecho y él pasa sus manos por tu cabello. Colocas tus brazos alrededor de su cuello y él te mantiene allí por un rato, contentos de estar uno al lado del otro en este mundo incierto donde nada permanece por mucho tiempo.
Winwin inclina la cabeza y la inclina hacia ti, con las narices inclinadas una hacia la otra, y se siente como si cada hueso tuyo encajara perfectamente con él. Él espera pacientemente, con la frente pegada a la tuya, hasta que levantas la barbilla y capturas su boca en un beso. Sabe a chocolate con menta y ron, y sabes que esto último se debe a que antes te robó el cono de helado.
"No me dejes", susurra, con el aliento entrecortado en su garganta. Acaricias suavemente la nuca, apretándolo con fuerza en un abrazo.
"No lo haré."
"¿Promesa?"
"Promesa."
Un cometa pasa rápidamente al mismo tiempo que ambos miran hacia arriba, con el cuello extendido, y él aprovecha la oportunidad para besarle la mandíbula. "Pide un deseo", murmura.
Así lo haces, con los ojos fijos con determinación en el destello de luz que cruza el cielo, los dedos entrelazados con los de él, los nudillos blancos mientras aprietas el agarre y pronuncias un deseo.
Ojalá pudiéramos seguir siendo felices hasta el fin de los tiempos .
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