Advertencias: hablar sucio, tocar con los dedos, sexo en semipúblico.
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Alrededor del mediodía es cuando le llevas el almuerzo a Taeil a su oficina, que en realidad es solo una sección de su habitación con Yuta que está dividida con una pantalla. El japonés está haciendo compras para la casa, así que no te sorprende cuando Taeil te mira por encima de sus gafas y engancha sus dedos alrededor de tu muslo para acercarte más.
"Quítate esto", ordena, jugando con el dobladillo de tus diminutos pantalones cortos. Ya deberías estar acostumbrado, pero tus mejillas aún se ponen rojas cuando las empujas más allá de tus caderas y dejas que se acumulen alrededor de tus tobillos. Taeil no pierde el tiempo en deslizar dos dedos dentro de ti, sonriendo.
"Supongo que te liberaste de mí esta mañana", comenta mientras te agarras al borde de su escritorio para salvar tu vida. Está dando un mordisco al sándwich que le preparaste y mira la pantalla con el ceño fruncido.
"Lo siento, T/N, pero tengo que asistir a esta reunión de Zoom ahora", dice, pero sus dedos todavía te abren. Te das cuenta con otro sonrojo de que no tiene intención de detenerse, así que te muerdes el labio y asientes con la cabeza. El hombre mayor sonríe, deslizando su pulgar por tu capullo y disfrutando la forma en que tus rodillas casi se doblan.
Taeil enciende su cámara web e ingresa la contraseña de la reunión de Zoom, asegurándose de que no estés a la vista de la cámara antes de deslizar un tercer dedo dentro de ti. Escuchas a sus colegas comenzar a hablar a medida que más y más se unen a la sala de reuniones, tratando de evitar gemir en voz alta.
Sin embargo, parece que casi quiere que te atrapen, por la forma en que curva sus dedos dentro de ti. Cuando lo miras, está sonriendo. Respiras temblorosamente, decidida a no dejar que te avergüence delante de sus compañeros de trabajo.
"¿Oh! que paso? ¿No puedes verme? lo escuchas decir, solo para descubrir que apagó su cámara web y finge que no sabe cómo arreglarla. Se mete los pantalones deportivos y la ropa interior por los muslos y, sin dudarlo, se gira hacia ti y te sienta en su regazo, forzando un gemido a través de tus labios que no puedes ocultar incluso cuando intentas enterrar tu cara en su cuello. Sus compañeros de trabajo deben haberlo escuchado porque puedes escucharlos a través de sus auriculares, interrogándolo.
"Lo siento, estoy tan molesto que parece que no puedo arreglar la cámara", suspira, pero te guiña un ojo mientras te desliza hacia adelante y hacia atrás sobre su polla. Envuelves tus brazos alrededor de su cuello y lo dejas empujar contra tu coño desnudo, desesperada por cualquier contacto que te dé, incluso si no es suficiente.
Silencia su micrófono por un segundo y levanta tus caderas, alineando su polla con tu abertura. Se te hace la boca agua mientras miras fijamente la sucia vista, y luego él lentamente te acerca a su longitud, su circunferencia estira tus paredes deliciosamente.
"Taeil", gimes en su oído. Sus manos amasan tu trasero mientras toca fondo dentro de ti, esperando que te acostumbres a él. Es más grueso que la mayoría de los chicos, por lo que sabe que necesitarás uno o dos minutos.
"Está bien, definitivamente escuché algo extraño hace un momento", se escucha decir a uno de sus compañeros de trabajo. "Taeil, ¿tienes un fantasma en tu apartamento?"
Te sonrojas y Taeil te sonríe, demasiado satisfecho consigo mismo. Debe haber activado el micrófono cuando no estabas prestando atención, te das cuenta. Estás a punto de quejarte cuando de repente él empuja hacia ti, su punta golpea tu lugar y hace que tus ojos se pongan en blanco.
"Démosles algo de qué hablar", te susurra al oído, deslizando una mano entre tus cuerpos para poder jugar con tu clítoris también. Gimes y lloras por él, sin importarte ya si todos en su oficina saben que te están jodiendo seis veces antes del domingo. La gorda polla de Taeil vale la pena.
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