Capítulo 3: La advertencia de Dobby

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¡Buenos días a todos! ¡Bienvenidos un domingo más a esta historia! :D

Esta semana no hago respuestas individuales porque voy con el tiempo cortito.

¡Ahora sí, una lectura!

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Harry entró de puntillas en su dormitorio, cerró la puerta y se echó en la cama. El problema era que ya había alguien sentado en ella.

¿Qué diablos? soltó Seamus. —¿Quién estaba en tu cama?

¡Será la cosa con ojos del seto! — exclamó una niña de primero de Ravenclaw.

El capítulo acaba aquí — dijo Katie, marcando la página antes de bajar del atril.

¿Quién quiere leer el siguiente? — preguntó Dumbledore.

Yo me ofrezco voluntaria — habló, para sorpresa de Harry, la profesora Trelawney. — Vaticano que este será un capítulo emocionante.

Se levantó, tomó el libro y leyó con un tono fantasmagórico que hizo rodar los ojos a muchos alumnos:

El siguiente capítulo tiene por título: La advertencia de Dobby.

— Al fin vamos a saber quién es ese tal Dobby — gruñó una chica de sexto.

La profesora la miró mal por interrumpir, antes de aclararse la garganta y seguir leyendo en voz teatral.

Harry no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. En aquel mismo instante, Harry tuvo la certeza de que aquella cosa era lo que le había estado vigilando por la mañana desde el seto del jardín.

La niña de primero de Ravenclaw sonoro.

— Por esa descripción, diría que es un elfo doméstico — aventuró Terry Boot.

Muchos asintieron.

La criatura y él se quedaron mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de Dudley proveniente del recibidor.

¿Me permiten sus abrigos, señor y señora Mason?

Fred bufó para ocultar una risita.

Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Harry se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.

— Sí, definitivamente es un elfo doméstico — afirmó Susan Bones. — ¿Pero qué hacía allí?

— Esto..., hola —saludó Harry, azorado.

Harry Potter -dijo la criatura con una voz tan aguda que Harry estaba seguro de que se había oído en el piso de abajo—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señor... Es un gran honor...

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