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Aquel diciembre se sintió más frío para Abril, si es que ese ambiente gelido era superable. Y es que todo había pasado de una forma tan espontánea que ni siquiera tuvo tiempo de prepararse para lo que esa tarde escuchó.

Hacia ya varias semanas que había ocurrido, y ella aún sentía el peso del dolor como si no hubieran transcurrido más de cinco minutos. Para algunos, su situación sonaría absurda y patética. Para ella, era suficientemente significativa como para tenerla en ese estado.

Era 3 de Diciembre, un día en que milagrosamente había comenzado a nevar tornando la ciudad de Monterrey en un paisaje blanco. El aire era helado, tanto que las personas tenían las narices rojas y tiritaban sin control.

Esa fecha era importante para Abril, pues luego de años había logrado juntar el valor suficiente para declarar sus sentimientos.

Samantha y Abril habían cumplido hacia poco los dos años y medio de amistad, eran mejores amigas desde preparatoria y cursaban en la misma Universidad. Nunca se les veía separadas y con eso se ganaron una ola de rumores sobre si en realidad eran algo más que sólo buenas amigas.

Pero para Samantha nunca le complicado fue negar ésa relación ficticia que todos mencionaban, siempre respondía con total sinceridad y una sonrisa burlona aparecía en su rostro, al tiempo que daba un pequeño codazo a su contraria.

—¡Que dicen, si sólo somos amigas! — propinaba aquel ligero golpe— ¿Cierto Abril?

—Claro... Buenas amigas, es todo. —contestaba tratando de encajar con el ambiente burlesco.

Claro que para Abril, el escuchar y pronunciar la frase «sólo amigas» le causaba una punzada en el pecho y una sensación de impotencia por no poder objetar algo. Porque realmente ¿que podría decir?, Samantha decía la verdad.

El tiempo siguió corriendo y conforme los meses pasaban Abril se iba enamorando cada vez más de su amiga pelirrubia. Muchas veces intenté respirar hondo, tomar valor, y decirle de una vez por todo lo que sentía. Pero oye, no es algo nada sencillo de realizar.

Dejó que más tiempo volara, y al fin, ése 3 de Diciembre se sintió segura y lista para dar un paso. Era una simple frase que definiría parte de su vida, pues sólo había dos respuestas posibles:

"También me gustas".

"No me gustas".

Tan fácil y tan preocupante. Si obtenía la primera opción sería la chica más feliz del mundo ya desde allí vería todo en color rosa junto a su Samy. Pero si la respuesta era negativa, una amistad acabaría en segundos y su mundo no tendría colores durante mucho tiempo.

"Es ahora o nunca", pensó.

Ambas chicas habían salido a dar una vuelta a un parque, el cual se encontraba justo enfrente de la Universidad donde estudiaban, una vista perfecta si deseabas ver quien salía y entraba a la institución. Era su hora libre del horario, y casi nunca se quedaban en la escuela cuando tenían tiempo para descansar.

Se quedaron en una banca metálica que aún no estaba cubierta de nieve, y siguieron hablando de temas triviales como siempre lo hacían. Aunque Abril sintió que su corazón golpeaba fuertemente su pecho en todo momento.

—Que frío... — mencionó Samantha volteando su vista hacia la chica que temblaba a lado suyo — ¿Quieres mi suéter?

—Yo... Pero te dará frío a ti...— sus pequeños espasmos iban en aumento, tanto por el aire frío como por sus fervientes nervios.

-No lo creo. —sin decir más se quitó el suéter negro sin diseño que portaba y se lo dio —Seguro te queda mejor que a mi. —sonrio.

—G-gracias... —se lo colocó intentando ocultar su sonrojo.

Samantha siempre había sido una amiga atenta, y ella decía que sólo compartía su ropa con quien en verdad quería. Abril disfrutaba los otoños e inviernos por el hecho de que la mayor le daba sus chamarras o sudaderas cuando el frío era insoportable. La hacía sentir especial, y aquel gesto la enamoraba más sin que Samantha lo notara.

Abril se ponía cada vez más inquieta, no sabía ni siquiera cómo empezar su declaración. Y estar respirando el aroma femenino del perfume que emanaba el suéter no le estaba ayudando para nada.

—Yo...— su voz salió más baja de lo que pensó, motivo por el cual la contraria no la escuchó.

—Mira ya salieron de clases ellos. —señaló la escuela, segundos atrás habían comenzado a salir personas de allí —Y ahí está...

—¿Quien? —aclaró su garganta.

-Heather. —susspiró y recargó su mejilla izquierda sobre su mano — Es el chico con el que comparto asiento en química.

—Ah... —quería pedirle que se callara pues intentaba expresar algo importante, pero no podía, nunca podría interrumpir a Samantha.

— ¿Puedo confesarte algo? — Abril avanzando con un destello de esperanza, el cual se apagó en un segundo— Es que... Me gusta.

—Te gusta... ¿Él? - Sintió que su corazón se frenaba por un momento.

—Sí, me gusta Heather. —esbozó una gran sonrisa mientras seguía mirando a dicha persona a lo lejos— No imaginas cuanto lo amo, él es increíble.

"¿Porque me lo dices a mi, justo ahora?" Pensó la castalla. Pero era algo normal, sueles confesarle cosas así a tu mejor amiga, porque simplemente le tienes la confianza suficiente. Y generalmente lo dices de forma espontánea.

Con escuchar eso supo que sí podía existir una tercera respuesta a su declaración, aquella que decidió llamar definitivamente. "Me gusta alguien más".

-Que bien. Él es... Lindo. —tragó duro e intentó mostrar su mejor sonrisa de apoyo.

—Lo sé.— la miró— ¿Qué hago para decírselo? ¿Qué tal si a él no le gusto?

—Eh. — ambas en la misma situación, y sólo a una le dolía realmente — Sólo... Acércate y dicelo. Seguro te corresponderá.

—Eso crees? —Abril avanzando — ¡Gracias Abriiiiil eres la mejor! — la abrazó por los hombros sonriendo.

¿Qué acababa de hacer? La dejó ir sin mover más piezas, con una frase tumbó todo su mundo y sus esperanzas. Sabía que nunca tendría a Samantha para ella, y... Abril no le quitaría la oportunidad de ser feliz, aunque fuera con otra persona.

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Aunque el tiempo había pasado, seguía doliendo como el primer día. Y es que ahora tenía que ver a Samantha con aquel chico tomados de la mano, caminando por el campus. Dijo que él la aceptaría, y no se equivocó en lo absoluto.

Solamente le quedaba guardar sus sentimientos, contener sus lágrimas y mostrar una sonrisa cada vez que ella mencionaba a su nuevo novio. Le partía el alma, pero no se lo diría.

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Te ves tan feliz al lado de él, siempre estás sonriendo y pronuncia su nombre entre risas nerviosas y tus ojos llenos de brillo.

No me gusta estar ahí cuando lo ves pasar, cuando él te envía un beso por el aire, y sobre todo cuando decide dejarme e irte tras él.

Me arrepiento de no haberte dicho mucho antes el cuanto me gustabas y me gustas, tal vez hubiera tenido una ligera oportunidad de estar contigo. Fui estúpida al no darme cuenta de que te gustaban más los chicos que las chicas... ¿Cómo no lo vi?

Y ahora, sólo me queda éste diario para desahogar todo lo que no puedo decirte.

Y ahora, sólo me queda éste diario para desahogar todo lo que no puedo decirte.

¿Sabes cual es mi mayor deseo en éstos momentos? Samantha... Desearía ser Heather.

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Heather [ Rivari ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora