El Inicio - Cap.1

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Finney Blake, un chico normal de 16 años con algún que otro problema de bullying en su escuela, pero siempre defendido por su mejor amigo, Robin Arellano, de 17.

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—Hola, Robin —le sonríe al moreno, mientras se sienta en una silla a su lado.

—Hola —su tono es seco y frío.

—¿Cómo estás?

—¿Qué quieres?

  Finney no sabe por qué Robin está tratándolo así, pero intenta dejarlo pasar y habla con tranquilidad.

—Estaba pensando en ir a tu casa para ayudarte con tu tarea de matemática, como siempre.

—Mhhm, no, hoy no tengo ganas -Robin se gira a verlo.

—De acuerdo. ¿La entendiste?

—¿Dije que la entendí o que no tengo ganas?

—Dijiste que...

—No entendí —interrumpe —. Pero prefiero que me explique alguien más -el morocho empuja la mesa con sus manos y se levanta de un golpe, para luego salir del salón.

  Bien, ahora sí que Finney estaba confundido. ¿A qué venía eso? Robin siempre era muy cariñoso y dulce con él, incluso si estaba muy enojado.

—Bueno... —susurra Finn.

(...)

  La noche había llegado. Finney está sentado en su cama mirando para el suelo pensando en lo que podía hacer para tratar de solucionar lo que le pasaba a Robin. Bufa y se levanta para ir al comedor. Baja las escaleras y agarra el teléfono, marcando su número.

—¿Hola? —la voz del moreno se hace presente luego de unos segundos.

—Rob.

—Ah, tú —su tono desagradable, otra vez.

—Buenas noches —Finney sonríe, esperando el típico: "gracias, peque, igualmente, buenas noches. Descansa", pero solo escuchó un "ah, ok. Chau" y se cortó la llamada.

"¿Qué hice?" Piensa el castaño, que ya había dejado el teléfono en su lugar y ahora se encontraba en su cama tapado con frazadas.

  Está acostado desde las 10:00 de la noche y ya era la 1 a.m. No podía pensar, se sentía muy mal. Finney siempre había sido demasiado sensible.

  3 horas despierto. Mientras las lágrimas saladas recorrían su cara, pensaba. ¿Qué podía hacer? Sus bellos ojos cafés, ahora completamente húmedos, reflejan una angustia que solo su amplia habitación podía ver.

  ¿Exagerado? Quizás lo es, pero él se siente mal de verdad y quiere romper todo. ¿Quién diría que de un día para el otro y sin explicaciones su mejor amigo estaba cortante, y quizás enojado con él? En todo el día Robin no le había dirigido la palabra, salvo cuando hablaron en el salón.

(...)

—Buenos días, Finney —saluda su hermana cuando lo ve entrar al comedor.

—Buenos días, Gwen —Finney se gira a verla, regalándole una sonrisa. La castaña ve sus ojos ligeramente rojos e hinchados.

—¿Qué le pasó a tus ojos? Están rojos —. Se atreve a preguntar.

  Finney se pasa la muñeca por uno de ellos y suspira.

—Nada. No pasó nada, solo... se metió una basura en mi ojo, es todo.

—De acuerdo.

—¿Estás lista? —pregunta —. Agarra tu mochila y vamos, no quiero llegar tarde otra vez.

Un Romance Complicado - RinneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora