Capítulo 1

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Sergio se despierta cuando el dueño de la posada toca su puerta. El sol está en todo lo alto cuando el hombre abre los ojos. Según el reloj en la pared, son las 8:30 de la mañana. El vendedor se envuelve en su abrigo y sale de la cama para después abrir la puerta, aún medio dormido, Sergio divisa al anciano en el umbral.

—Herr, ha llegado esta carta para usted hace un rato. —El viejo hombre deja en la mano de Sergio el sobre cerrado. El vendedor asiente, toma la carta y cierra la puerta. Pérez vuelve a dormir un par de horas más hasta casi el mediodía, cuando siente que finalmente ha descansado, toma la carta que aún está sobre la mesita de noche. El remitente es el mismísimo Conde Verstappen.

Mi querido amigo:

Bienvenido a los Cárpatos. Le espero con impaciencia. Descanse usted, esta noche. La diligencia partirá el 19 de abril a las once de la mañana hacia Transilvania. En ella hay un asiento reservado para usted. En el desfiladero del Burgo le esperara un carruaje que lo traerá hasta aquí. Confío en que haya tenido un feliz viaje desde Londres y que disfrute de su estancia aquí.

Conde Max V.

Ahora Sergio sabía el nombre del Conde a quien solo había conocido como Verstappen. Pérez baja a tomar el almuerzo, vuelve a su recámara a escribir otras misivas y a repasar los detalles de la propiedad. Cuando la noche ha caído, toma la cena junto a los otros huéspedes y vuelve a dormir lo más temprano posible. Aquella noche vuelve a llover, a pesar de que la primavera está próxima a iniciar. Sergio se despierta en la madrugada vislumbrando la silueta de un hombre en su balcón. El joven vendedor vuelve a dormir y no despierta hasta la mañana siguiente.

Pérez arregla sus valijas y bolsos antes de salir de la posada. Tal y como el Conde se lo ha escrito. La diligencia le espera poco antes de las once de la mañana. Junto a él viajan una mujer y su hijo de tal vez 5 o 6 años. Una joven que apenas llega a los 20 y una pareja de ancianos. El coche era tirado por 6 caballos, el cochero coloca sus maletas junto a las demás en la parte trasera.

Los primeros en dejar el vehículo son los ancianos, quienes se despiden efusivamente de todos los demás pasajeros. Una hora más tarde, la mujer joven baja del coche y saca un par de enormes maletas. El cochero se queda un par de minutos hablando con ella y posteriormente de nuevo el viaje. El niño se ha dormido en el asiento desocupado, Sergio puede verlo de reojo mientras vuelve a leer la descripción de la casa.

— ¿Hacia dónde se dirige? —La madre le increpa mientras peina el cabello de su hijo.

—Me dirijo hacia Transilvania, visito a un cliente. —Sergio cierra su libreta y la guarda dentro de su bolsillo.

— ¿Transilvania? —La sangre parece haber dejado el rostro de la mujer, poniéndose pálida cuando escucha el sitio—. Ese lugar es muy peligroso, vaya con cuidado.

—Está bien, no se preocupe. —Pérez muestra el rosario en su cuello, sabiendo como manejar estas situaciones—. Estoy protegido.

—No tome a broma esta advertencia. —La mujer le mira con seriedad—. En las afueras del pueblo viven una familia de monstruos que durante generaciones han aterrorizado a esta pobre gente. Nosotros nos hemos ido tan pronto como pudimos.

—Me cuidaré. Todos me han advertido sobre ello. No lo tomo a la ligera. —Sergio responde. La mujer se baja en el siguiente pueblo. El vendedor revisa su reloj de bolsillo, son las 6 de la tarde y el sol comienza a ocultarse. Unos minutos antes de las 7 el cochero entra a un pequeño pueblo, el cual, debe de ser la temida Transilvania. El cochero se detiene en una de las laderas de la cuidad y ayuda al inglés a bajar sus maletas. Antes de que Sergio pueda despedirse, otro hombre se acerca a él.

Descorazonador ||Chestappen||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora