Capítulo 2

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El joven vendedor para de escribir cuando su puerta es golpeada. Sergio cierra su diario y lo mete dentro de su maletín. El inglés deja su sitio en la silla y se encamina al umbral. Afuera está nublado, no ha comenzado a llover todavía, pero parece que podría empezar en cualquier momento. Cuando Pérez abre a quien encuentra del otro lado es al Conde. Está pulcro como siempre, a la luz mortecina del día parece aún más joven. El vendedor se pregunta si realmente tiene la edad que le dijo.

—Max, ¿a qué debo tu visita? —Pérez se quita del umbral para dejar pasar al Conde.

—El señor Horner me dijo que traerías los planos de la mansión. ¿Me los puedes mostrar? —El joven se queda de pie en la puerta.

—Por supuesto, permíteme un momento.

—No, no aquí. Hay una mesa para planos en la biblioteca. Además, quiero que me cuentes más de la casa... —El Conde se queda callado un segundo y después hace un gesto a Sergio para que se acerque. El inglés le mira extrañado, pero accede. Max se inclina un poco más y le susurra—. El desayuno se servirá a las 10:30, vamos abajo antes de que mis padres nos vean.

Tal vez es por el tono de voz con el que Verstappen le ha hablado, o por el olor tan agradable que su piel desprende. Sergio se siente emocionado, de una manera en que solo se ha sentido con algunas mujeres antes. Quizá también sea por el tono de la invitación, o porque lleva mucho tiempo de viaje y lejos de Caroline. Pérez toma su maleta y sigue al Conde escaleras abajo.

Max se vuelve para mirarlo un poco antes de llegar al final y le da una sonrisa al vendedor. Después le señala con su dedo el pasillo a la izquierda y para indicarle por donde seguir. Pérez siente como las entrañas se le revuelven, pero no con asco, sino con... algo diferente, inquietud, siente como el corazón se le acelera. No puede verse a sí mismo, pero está seguro de que se ha sonrojado.

— ¿Tus padres volvieron anoche? —Sergio pregunta cuando ambos llegan a la biblioteca. El Conde cierra la puerta y sigue al interior para mostrar la mesa.

—Sí, más tarde de lo esperado. Encontraron a unos conocidos y se quedaron hablando con ellos. —Max levanta algunas cosas que quedaban sobre la mesa y se aparta para permitir a Sergio abrir el plano. El papel tiene el mapa actualizado que Sergio arreglo. El Conde se queda fascinado, mirando el papel—. ¿Qué es esto?

—Un quiosco. —Pérez responde al mirar el lugar que el Conde señala—. Lo de allá, es un brazo de río.

— ¿La casa lo incluye?

—Sí, está incluido. Estas son algunas estatuas. —Sergio busca en el interior de la bolsa los dibujos para mostrárselos al Conde—. Ahora están sucias, pero así es como se ven.

— ¿Cuántos niveles tiene?

—Son cinco pisos. El último debe de remodelarse por completo, el cuarto está un poco húmedo. Los pisos inferiores y los sótanos solo tienen maleza, están en perfecto estado

— ¿Cuánto tiempo tomará repararla?

—Los contratistas nos dan un tiempo de un mes y medio.

— ¿Eso significa que puedo mudarme antes de septiembre?

—Sí, puede ser.

—Sergio, puedo pedirte algo. —Max finalmente levanta la mirada de las estatuas y se fija en Sergio. Se encuentra justo debajo del tragaluz, con los pocos rayos de sol que entran, sus ojos se ven aún más azules.

—Sí, dime. —Pérez se sostiene de la mesa, parpadea despacio como si intentara procesar lo que sucede. No solo bajo esa luz, en cualquier momento, Sergio parece notar lo atractivo que es el Conde. De una manera casi inhumana.

Descorazonador ||Chestappen||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora