- diecinueve.

790 42 1
                                    

— Amor vení. - grita Lucas desde el baño.

— ¿Que pasa? - digo entrando.

— Toma. - me pasa la rasuradora, se estaba afeitando su bella carita.

— Ni empedo. - digo. Él sonrie.

— Dale, sin miedo. - insiste.

— No gordo, mira si te corto.

— No me vas a cortar, amor. - deja un beso en mi frente. — Dale, si no podés decime y lo hago yo. - me dice.

Con todo el miedo del mundo agarró la rasuradora, él se pone la espuma que es para afeitar en la cara y empezo, despacio porque tengo un miedo de cortarle media cara.

Con toda la paciencia y cuidado del mundo le iba rasurando, hasta que llegó la parte de la boca.

— Acá hacelo vos, mira si te arranco un pedazo de labio. - él se ríe.

— No va a pasar nada. - me dice con una voz tan tranquila.

Él termina lo que faltaba mientras yo lo miro por el espejo, es increíble lo que me enamoro este muchacho, ahora lo miro y no puedo creer lo que estoy viviendo.

Mi relación pasada no fue buena, no tengo buenos recuerdos de eso pero gracias a Dios me cruce con Lucas que es lo más bueno que existe, muy compañero, cariñoso, caballeroso también, es el novio que siempre quise tener.

— Tierra llamando a Indiana. - dice pasandome la mano por la cara. — ¿En qué estabas pensando? - dice dejando un besito en la punta de mi nariz.

— En la suerte que tuve de cruzarme con vos, o mejor digo, que la vida me haya cruzado con usted sonrisa. - se da vuelta y me abraza.

— La suerte es mía, mejor compañera no me pudo haber tocado. - me agarra la cara con las dos manos, yo lo abrazaba por la cintura. — Sos la mujer de mi vida Indiana, la futura madre de mis hijos y mi futura esposa. - dice sonriendo.

Mi corazón latía a mil por horas.

— El primer día que te vi entrando con Román a la cancha quedé flechado, casi siempre buscaba estar cerca tuyo pero no me animaba a hablarte, en el fondo sabía que me ibas a hablar pero tenía una sensación de que solo me ibas a ignorar, así que busque el momento para acercarme y hablarte. - me dice. — ¿Te acordás esa ves que me hiciste los masajes?

— Si, me acuerdo. - digo.

— Antes de entrar a Kinesiología, le dije a Maxi que me dejara solo con vos. - lo miro sorprendida. — Te juro que estaba nervioso porque no sabía cómo empezar una conversación y que no se corte porque sino iba a ser re incómodo.

— ¿En serio me estás diciendo? - él asiente sonriendo. — Ni cuando jugaste por primera vez estuviste tan nervioso ¿no?

— Te juro que no. - dice y nos reímos. — Pero valió totalmente la pena todo. - acerca mi cara a la suya y me va dejando besos cortos sobre mis labios.

— Voy a Rio con ustedes. - digo de golpe y él me mira.

— ¿De verdad? - una sonrisa se le dibuja.

— Si, me lo acaba de decir Román por mensaje. - digo y me abraza fuerte.

A principio yo no iba a ir, porque así lo decidieron y nada, no puedo hacer nada más que aceptar lo que me dicen. Pero Román sabía lo importante que era para mí poder ir y es más, hasta pedí permiso para viajar como todos los hinchas en una Aerolínea aparte pero no me lo permitieron, hasta recién, que me habló Riquelme y me dijo que ya estaba acreditada en el hotel y que viajaba con ellos.

No sé lo iba a decir hasta que llegara el Miércoles que era el día que la Delegación de Boca viajaba a Brasil pero no me aguante.

— ¿Sos conciente de que vas a jugar una final de Libertadores? - lo miro. — ¿Y que existen muchas posibilidades de que seas campeón de América?

— No me digas eso que me entra una ansiedad y un cosquilleo en la panza. - dice mientras salíamos del baño.

Nos sentamos en las sillas para seguir tomando mates.

— Va a ser una locura todo, para bien y para mal. - digo.

— Brasil es peligroso encima. 

— Algunos lugares si, pero seguro que a la hinchada de Fluminense no le guste que hayan hinchas de Boca por todos lados y van a armar lío seguro. - digo. Agarró el mate.

— Ojalá que no pero es Brasil. - dice Lucas y asiento.

La última vez que fui a Brasil no tuvimos una buena bienvenida, la pasamos mal, muy mal.

Hoy ellos entrenaban pero a la tarde, así que nos preparamos los dos para ir al Predio.

Cuando llegamos cada uno fue por su lado, paso rápido la tarde, los jugadores merendaron acá en el Predio y después taza taza cada uno a su casa.

— ¿Que comemos hoy? - habla Blondel entrando al auto.

— ¿Pizza?

— La nutricionista me va a matar. - dice y nos reímos. — Pero vamos por esas Pizzas.

Las hicimos caceras, en realidad, las hice yo, Lucas solo puso música y lo puse a ordenar su habitación mientras yo hacia la Pizza.

— Así hay que tenerlos, cortitos. - digo entrando a la habitación y escucho que se ríe.

— Quédate a vivir conmigo, dale. - hace días que me viene pidiendo eso.

— Ya hablamos de esto, Lu. - me hace pucherito. - Blondel, no.

— No me digas Blondel, soy Lu, amor, gordo, luqui para vos, Blondel soy para los periodistas.

— Bueno perdón. - digo sonriendo. — La comida ya va a estar. - él asiente y yo salgo de la habitación.

Saco las pizzas y nos sentamos a comer, con la música bajita de fondo y con una brisa que entraba porque la puerta del balcón estaba abierta, la noche estaba muy agradable.

Yo cocine pero Lucas tiene que lavar todo, mientras él lavaba, agarró una silla y me siento en el balcón y de postrecito un heladito.

Indiana.mendez  4 min

— Como estoy robando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Como estoy robando. - dice Blondel y lo miro.

— ¿Con que? - me muestra la foto que subí.

Me tapo la cara con las manos por la vergüenza que me dió, estaba colorada. Escucho que se ríe y se sienta al lado mío.

Cenizas | Lucas Blondel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora