- trece.

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— ¿No me saludas vos? - digo entrando al gimnasio.

— No te ví, perdón. - me dice sonriendo. Me acerco y nos besamos.

Al rato entraron los demás y ella se fue para la otra parte del lugar, la miro de reojo, ella también lo hace y sonreímos.

Parecemos dos adolescentes.

El entrenamiento siguió muy tranquilo, cada tanto nos cagamos de risas con los pibes, son unas máquinas esto muchachos.

Salgo el vestuario y la busco pero no la encuentro en ningún lado, le pregunto a Maxi y me dijo que estaba en el vestidor. Entro y la veo de espalda cambiándose, se saca la remera quedándose en corpiño y me muerdo el labio.

— Así me recibís. - ella se gira y sonríe.

— Pero Blondel ¿dónde quedó la privacidad? - me rio.

Me apoyo sobre la pared y la miro atento, ella seguía con lo que estaba haciendo.

— Indiana. - me mira mientras se ponía el buzo. — ¿querés ser mi novia?

Por tres segundos me mira sería y después sonríe, cosa que también lo hago yo.

— Si, obvio que si. - la acerco a mi, ella me agarra con las dos manos la cara y me besa.

— ¿vamos sonrisa?

— Vamos señora Blondel. - me mira y se ríe.

Hoy almorzábamos con su familia, así que fuimos para su casa apenas llegamos nos recibe su ahijado pero a ella la esquiva y viene corriendo con los brazos abiertos hasta mi.

— !Lucas¡ - lo agarro y me abraza.

— Ah, ya me cambiaste. - dice mi novia.

Él se acerca a su madrina y le a un beso en el cachete, pero después me abraza otra vez y así entramos.

— Hola, Lucas. - me saluda mi cuñado.

— ¿Cómo andan? - digo sentándome al lado de él.

— Hijo soltalo un poco. - dice sacando a su hijo de mi regazo y me rio.

Nos pusimos a charlar hasta que era la hora de comer, ayudamos a acomodar los platos y eso. Nos comimos una rica lasaña hecha por mi suegra.

— chicos me voy a acostar, estoy muy cansada. - dice Eva.

— Anda ma, yo limpio todo. - dice Indiana.

Al rato se va Vincenzo también con su hijo en brazos dormido, yo me quedo con Indiana así la ayudo.

— Ya nos imagino así cuando vivamos juntos y tengamos a nuestros hijos. - le digo y la expresión de Indiana cambio. — ¿Que pasa? - me mira.

— ¿hijos? ¿querés tener hijos conmigo?

— Quiero muchas cosas y en todas estás vos al lado mío. - ella sonríe. — Y respondiendo a tu pregunta si quiero muchos hijos con vos.

Terminamos de acomodar todo y fuimos a su habitación.

— La primera vez que entro a tu habitación. - digo sentándome en su cama. — Porque vos a la mía ya entraste y la conoces. - digo con doble sentido y ella lo entiende.

— No vamos a hacer nada porque nos van a escuchar. - me dice apuntandome con un dedo.

— Lo que la patrona diga. - me acuesto y después se acuesta ella. — Acércate, no muerdo. - se ríe y pega su espalda a mi pecho. — No querés que hagamos nada pero no dejas de moverte Indiana.

— Me estoy acomodando, mi amor. - ame escucharla decime así.

— ¿Me acompañas a comprarme ropa después? - ella solo asiste.

Los ojos ya me pesaban así que caí rendido, cada tanto sentía como Indiana se acomodaba pero no sé despegaba de mi.

— Mi amor, arriba. - me mueve un poco para despertarme, abro los ojos y la veo sentadita al lado mío mirándome sonriendo. — Al fin.

— ¿Mucho tiempo estuviste intentando despertarme? - digo con la voz ronca. Miro su brazo y se le puso los pelos de punta, sonreí de lado y la miro a los ojos.

— Si bastante. - se levanta para ponerse un buzo de Adidas. Y yo hago lo mismo.

— ¿Preparas unos mates así tomamos mientras vamos? - digo agarrándola de la cintura y la pego a mi cuerpo, ella pasa sus brazos por mi nuca.

— Bueno amor. - me deja un beso y salimos de la habitación, ella baja a la cocina y yo voy al baño.

Hago lo que tengo que hacer, me acomodo un poco el pelo y me mojó la cara para sacarme la cara de dormido que todavía tenía.

— ¿Cuál de los tres? - no sabía que buzo llevar, los tres me gustaban pero quería uno nomás, tengo una banda de buzos que casi ni uso y esos son los que me saca mi bella novia.

— El marrón te queda precioso. - me dice.

— Si ella tiene razón. - escucho decir a la vendedora, la miro a Indi que miro para otro lado para no mirar a la chica y hago una media sonrisa.

— ¿El marrón entonces? - la miro.

— Si, mi amor. - dice remarcando el "mi amor".

Salimos del local con dos buzos uno para mí y el otro para Indiana, y fuimos hasta el auto, a todo esto Indiana seguía sería.

— ¿Porque tanta seriedad? - digo mientras giro la llave para que prenda el motor del auto.

— Por nada. - dice mirando su celular.

— ¿Está celosa, Méndez? - ella me mira con su mejor cara de orto, dios como me encanta esta piba.

— Si ella tiene razón. - dice burlándose y me rio. — ¿De que te reís, estúpido? a vos no te va a gustar que me lo digan a mi y menos con el tono que lo dijo.

— Puede ser pero no te enojes, soy tuyo de pies a cabeza. - la agarró de los cachetes y le doy un beso.

Fuimos a su casa otra vez, pasamos la tarde con su familia, como el día estaba lindo nos sentamos en el patio pero yo dure poco sentado porque apareció el ahijado de Indiana con una pelota y nos pusimos a jugar, después se sumó Vincenzo.

Cenizas | Lucas Blondel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora