También he estado en ese lugar, donde ves hacía todas partes y nada parece favorable para tu situación, pero también he estado al otro lado, viendo como las cosas de la vida se van acomodando conforme a su destino.
I
¿Crees en el destino? —Cuestionó Jeremy a mi lado.
Me tomé unos segundos para analizar, ¿realmente existía? O solo era producto de nuestra imaginación.
—Existe. —Afirmé apagando la colilla de mi cigarrillo.
Jeremy se sentó en el asfalto sosteniendo una botella de Vodka en su mano izquierda. —También lo creo, pero me asusta pensar que tengo razón.
—¿Por qué? —Pregunté intrigada.
—Por qué eso significa que no puedo cambiar nada de mi vida y que seguiré siendo un maldito adicto por siempre.
—Estás de mente, la existencia del destino no define tu situación actual. Puedes dejar tu adicción si así lo deseas, el problema es que no quieres hacerlo, así que por favor no culpes al destino.
—No lo entiendes, May. ¿Has leído la biblia alguna vez?
—Es muy irónico que me preguntes eso cuando estas sosteniendo una botella de Vodka en tu mano.
—Eso no interesa, lo has hecho o no.
—Mi abuela la leía para mí, pero no entiendo que tiene que ver eso con el destino.
—He escuchado acerca de la predestinación; verás según la biblia desde el inicio de los tiempos se hablaba de un hombre que nacería.
—¿Te refieres a Jesús? —Dije adelantándome.
—No, me refiero a Judas, antes de que el naciera se decía que traicionaría al Nazareno y así fue, su destino ya estaba marcado, por más que él quisiera huir no podía hacerlo, nació condenado.
II
Sus malditas palabras me carcomían la mente, ¿tenía razón?
Me asustaba pensar que cada paso que diera ya estuviese escrito por algo o alguien, ¿y si creía que estaba cambiando mi destino y solamente siguiendo lo que en realidad ya estaba pre establecido para mí?
Era un enredo de preguntas, no había visto a Jeremy durante algunas semanas, nuestra última conversación fue suficiente para atormentarme.
Decidí salir a la calle para tomar aire fresco, me puse mis converse blancas, un short de mariposas y una camisa negra.
Mientras caminaba, me dediqué a apreciar el cielo que se desplegaba delante de mí, sus colores eran rojos y naranjas, el viento le sentaba excelente a esa tarde.
Las calles de mi ciudad eran bastante concurridas por atletas, mujeres y hombres que disfrutaban correr, algunos paseaban a sus perros y otros como yo caminábamos sin sentido alguno; como el chico de sudadera roja quien parecía muy joven y precavido.
Me generó curiosidad desde que lo vi así que opté por hablarle.
—¿Vas a alguna parte? —Pregunté animada.
—¿Te conozco? —Dijo él de manera apática.
Sonreí. —Me gustaría que sí, ¿Cómo te llamas? —Interrogué desviando mi ruta y caminando al lado de él.
—¿Cómo te llamas tú? —Levantó una ceja.
—Soy May, un gusto.
Me vio de reojo. —Supongo que un gusto May, dime ¿transitas mucho por aquí?
—No tanto, pero justo hoy quise caminar porque tengo una pregunta rondándome la cabeza durante varios días.
—¿Puedo saber qué es? —Dijo sin mirarme.
—Es que no sé si estoy condenada a ser la misma persona toda mi vida y eso me asusta.
Levantó una ceja. —¿Y crees eso por?
—Porque un amigo me habló de la predestinación y que todo para mí ya está escrito, así que no puedo cambiar nada.
El chico se rio en mi cara.
—¿Qué te pasa, que es tan gracioso? —Dije molesta.
—Tu postura me resulta bastante cómica, ¿a quién demonios le importa si existe o no la predestinación?
—A mí me importa, que tal si cambio algo creyendo que estoy mejorando mi vida y en realidad la estoy echando a perder.
—Mira, si la predestinación fuera cierta, ya estaba escrito que tu pensaras en eso, que tú reflexionaras y tomaras decisiones, eso solo significa que, si decides cambiar tu vida para bien, ese era tu destino, enterarte de las cosas y accionar al respecto.
—Hablas muy extraño, ¿eres de por acá?
—Que te tenga sin cuidado de dónde vengo, además no sé porque estamos hablando esto si ni siquiera nos conocemos.
—Lo siento, es que te vi y algo me trajo hacia ti, necesitaba escuchar eso raro que dijiste, no había pensado que mi destino podía ser algo bueno, gracias.
—Como sea, nos vemos May.
El chico salió caminando con sus manos en la sudadera, iba a paso rápido como si fuera en busca de alguien.
—Oye no me dijiste como te llamabas.
—Solo dime Dann Adel. —Sonrió de medio lado.
Querido Lector.
Tuvimos la intervención de un personaje fascinante, si has leído mi libro en El Mundo de Dann Adel, sabes que ese chico tiene una mente extraordinaria y no se anda con tapujos para decir la verdad.
Ahora quiero preguntarte directamente.
¿Qué opinas acerca de la predestinación?
Te brindaré información acerca de ello y después te explicaré porque decidí arrancar este nuevo libro con ese tema tan polémico para algunos.
La predestinación puede definirse como la fuerza cósmica que mueve el mundo. Algunos filósofos y científicos usan el concepto de determinismo como un principio que guarda cierta semejanza con la predestinación. Según el determinismo, los fenómenos de la naturaleza tienen sus leyes y mecanismos y nada puede suceder aparte de ellos.
Dicho termino no es propiamente científico sino más bien religioso, no obstante; hay personas que creyentes o no, se preocupan tanto por su futuro que olvidan del todo vivir su presente.
Por eso elegí comenzar con este tema, porque quiero recordarte que. ESTÁS VIVO. Que no volverás a repetir este día nunca más, no des por sentado la vida que tienes por delante y disfruta el ahora.
Si existe o no la predestinación, quiero que lo descubras al final de tus días, no que te martirices por descubrirlo ahora mismo.
En este libro habrá muchos temas difíciles de leer, algunos marginados oevitados por la sociedad, pero necesarios para tu crecimiento. Espero tegusten.