Adjuntar la eternidad a lo precario es lo peor que podemos hacer.
I
Los últimos meses del año tienen una capacidad impresionante para poner nuestro humor de diversas maneras; a algunas personas les causa alegría inmensurable mientras que a otras les causa nostalgia cargada de tristeza.
A lo mejor sean los eventos desarrollados durante esas épocas lo que provoque esa volatilidad emocional, creo que me hubiese gustado formar parte de ese grupo de personas que se sienten felices y no miserables; soy Leticia y te contaré porque mis líneas resultan de cierta manera tristes.
Todo empezó siete meses atrás, cuando me encontraba tomando una taza de café con mi abuela...
—¿Cómo van los estudios, querida? —Preguntó la señora de cabellos blancos a mi costado derecho.
—No muy bien abuela, resulta que soy malísima en artística.
Ella sonrió ante mi comentario. —Pero si tu mamá era pintora, ¿Cómo es posible que tú seas mala en arte?
—No empieces de nuevo, no tomaré esas clases extra.
—Pienso que te harían bien, mereces encontrar tu pasión por algo Leti.
—Mi pasión es estar contigo, así que no te preocupes.
II
Mi abuela era una mujer muy organizada con su tiempo, cada tres meses revisábamos juntas el calendario para identificar las fechas festivas y prepararnos como tal.
Ese día nos encontrábamos en la recta final del año, iniciamos marcando octubre, un mes lúgubre y a la vez interesante; haríamos tres celebraciones ese mes, seguimos de la misma manera con noviembre y diciembre.
Luego de terminar los preparativos con mi abuela, me marché al colegio. Puede que fuera mala en artística, pero era la mejor en matemáticas; tenía una habilidad impresionante para resolver conflictos.
Recuerdo muy bien cuando a las 11:32AM me llamaron de la dirección general del colegio. Atendí una llamada que parecía ser muy importante y necesaria, la secretaria me entregó el celular sin decirme quien se encontraba atrás de la línea.
—¿Hola? —Dije.
—¿Con la señorita, Leticia López?
—Sí, ¿Quién habla? —Pregunté.
—Le informamos que su abuela se encuentra en el Hospital, necesitamos que venga de inmediato.
No esperé ni dos segundos para acudir al llamado, salí corriendo del colegio sin despedirme de nadie.
III
—Estos son nuestros planes abuela, este mes debemos realizar tres actividades. —Sonreí explicándole a mi abuela lo que hace unos días habíamos designado.
—¿Estás segura de que quieres hacerlo, Leti? —Preguntó ella.
—Ni que lo digas, esto es lo que me hace más feliz.
—Muy bien, entonces yo me encargaré de comprar las calabazas y tú los dulces para los niños de la colonia.
—Sabes este año deberíamos comprar paletas de colores, eso les gusta mucho.
—Jovencita, que hermosa eres, ¿Quién eres?
Mis ojos se cristalizaron al escucharla repetir eso nuevamente.
—¿Por qué quieres llorar? ¿hay algo que te asuste?
—No abuela, nada.
—¿Por qué me llamas abuela?
El día en que me llamaron del hospital me dijeron que se encontraba en la sexta fase del Alzheimer, aun me duele no haber podido reconocer las señales antes, me habría echo valorar más el tiempo con ella, siempre pensé que cuando olvidaba cierta cosa se trataba de algo relacionado a su edad, pero no fue así.
Era difícil para mí haberla perdido en vida, mi abuela era todo para mí, ella había estado en cada momento importante de mi existencia, fue un gran apoyo cuando mamá murió, ahora todo sería distinto y sabía que su enfermedad avanzaría a tal punto que no me reconocería, aunque se lo dijese muchas veces.
IV
El 04 de noviembre mi abuela murió, un ataque al corazón acabó con ella de manera repentina, lo único que tenía conmigo era una agenda de actividades sin consumarse, una agenda que no podría completar sola, porque sería demasiado doloroso.
Nuevamente estaba en noviembre, con un año de diferencia después de su muerte y ahora la época más bonita del año, no lo era para mí, ahora se había convertido en un espacio de nostalgia trágica con suspiros inundados de recuerdos.
No me sentía triste o culpable por no haber cuidado de mi abuela, porque siempre ella fue lo primordial en mi vida, me sentía triste porque su cuerpo no estaba conmigo en este mundo material, sabía que su alma estaría en la mía por siempre, aunque sea desde otro plano de la existencia.
Querido lector.
Comprendo si para ti la época más cálida del año no significa algo relativamente bueno, comprendo si lo que te causa el viento de octubre es dolor y no alegría; estoy contigo, de la manera más pura y sincera posible.
Este apartado es para hacer memoria de los que ya no están, de los que tuvieron que irse antes que nosotros, sé que no es alentador pensar en que no están, pero quiero que juntos lo abordemos desde un punto diferente; el agradecimiento.
Cuando pensamos que alguien no estará más con nosotros en el futuro tendemos a olvidar que lo estuvo en el pasado y que ese pasado en algún momento fue futuro, me refiero a que debemos amar el tiempo que compartimos con los demás, aunque ya no estén, amarlo de verdad. Pensar en ellos y sentirnos agradecidos porque los pudimos conocer entre tanta muchedumbre, porque tuvimos el gusto de verles sonreír, porque les abrazamos, les besamos, disfrutamos un espacio tiempo con ellos.
Quiero que hoy mientras lees esto, tomes cinco minutos de tu tiempo para conversar un momento con esa persona que ya no está, que le expreses tu sentir, que le digas lo que no pudiste decirle en vida, prometo que ellos te escucharan con atención.
Si en estas fechas no sientes la necesidad de sonreír y celebrar, piensa en Leticia, aún tiene una agenda inconclusa que le gustaría compartir contigo.
Actividades de Octubre.
Octubre 1. Visitar un orfanatorio y compartir galletas con los niños
Octubre 10. Escuchar a su prójimo atentamente.
Octubre 31. Dar calabazas y paletas de colores a los niños menos afortunados.
Actividades de Noviembre.
Noviembre 2. Elevar una oración a los que ya no están.
Noviembre 13. Hacer un acto de bondad sin esperar nada a cambio.
Actividades de diciembre.
Diciembre 24. Obsequiarle la cena a quien más lo necesite.
Diciembre 31. Sorprender a un ser que amas con un obsequio inesperado.