No siempre es la soledad

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—Pero... me alejo para salvar a las personas que están cerca de mí. ¿Eso me vuelve egoísta?

—Sí, contigo misma. Porque sabes con certeza que a veces necesitamos apoyarnos en alguien para sentirnos mejor.

I

¿Hay más colores a parte del negro?

¿Acaso hay atardeceres donde salga el sol sin que se derramen mis lágrimas?

¿Hay motivos para decir; gracias?

¿Acaso es posible sentirse de otra forma?

Estaba meditando, pero no de la mejor manera. Estaba buscando razones para abandonarlo todo, estaba tratando de aferrarme a lo negativo, porque se había convertido en mi lugar seguro, porque parecía mejor hacerse daño uno mismo a que alguien más lo hiciera.

—¿Por qué estas llorando? —Preguntó Tatiana.

—¿Necesito motivos para llorar? —Traté de sonreír un poco.

Ella me abrazó y se quedó conmigo durante algunos minutos.

—¿Te gustaría que cocine algo para la cena?

Sonreí en forma de respuesta, Tatiana cerró la puerta. La habitación se volvió oscura nuevamente, era como si alguien a parte de mí se encargara de pintar todo a mi alrededor.

II

Un dolor punzante se comenzó a desplazar por todo mi pecho, era agobiante esa sensación, estaba fuera de mi hogar, las hojas de un pequeño árbol se mecían con lentitud sobre mi cabeza, el cielo me decía sin palabras que la lluvia estaba próxima a caer. No me importó en lo absoluto, ¿Qué más daba? Todo estaba perdido, yo estaba perdida, lo que antes alegraba mis días, ahora me torturaba.

¿Sabes lo que pasa por la mente de una persona con ansiedad? ¿No? ¿Realmente quieres saberlo?

No es nada bueno, no es algo que puedas publicar en tus redes sociales, al contrario de tus buenos ratos, que esos sí que los publicas.

¿Por qué quieres demostrarle al mundo que la estás pasando bien? ¿Por qué no hacerlo? Sería la respuesta correcta.

Nos asusta sentirnos menos productivos, nos agobia creer que somos los más infelices del mundo, pero al mismo tiempo somos conscientes de que debemos vivir de las apariencias, porque si no eres un punto rojo en una sábana blanca, eres de lo que todos hablan y no precisamente de la buena manera.

III

Quiero estar sola.

Necesito estar sola.

La oscuridad no crecerá si estoy sola, todo lo que ocurre dentro de mi cerebro debe quedarse en ese lugar, de esa manera estoy salvando a los que amo.

Lágrimas.

Dolor en el pecho.

Sentimiento de inutilidad.

Todo eso en un mismo cuerpo. ¿Es justo sentirse de esa manera? ¿Alguien lo merece? Nadie lo merece, pero entonces ¿Por qué tú lo estas sintiendo?

—Liv, ¿qué tienes?

No hubo respuesta.

Cristel se sentó a mi lado sin emitir palabra alguna.

No entendía porque lo hacía, me generaba curiosidad su forma tan sutil de cuidarme. La había conocido hace algunas semanas, pero por alguna extraña razón su compañía me agradaba, me gustaba escucharla al hablar, me hacía sentir menos sola.

Las lágrimas se agotaron por ese día.

—¿Quieres hablar o deseas mantenerte en silencio?

Sonreí. Quiero hablar.

IV

—Me gusta mirar el cielo, creo que hay mucho por descubrir, ¿sabías que la luna se aleja de nosotros con cada año que pasa?

—No lo sabía, pero me gustaría escuchar más al respecto.

Sonreí, mis ojos se cristalizaron un poco. Me sentía... escuchada. Durante mucho tiempo creí gritar, pero mi voz se perdía en el vacío, en la monotonía y en la vanidad del diario vivir.

—Gracias Cristel. Conocerte ha sido reconfortante, antes odiaba la compañía, pero quizá era porque no sabía que era sentirse realmente acompañado.

—Me gusta estar contigo, tú no lo notas, pero aprendo mucho de ti, eres una persona dulce que emite mucha alegría donde quiera que va.

Escuchar eso me hizo reconsiderar los pensamientos que tenia de mi misma, no era lo que mi ansiedad me había dicho cada noche, era alguien distinta y tuve que aprender a no estar sola para entender mi verdadero ser.

Querido lector.

¿Te has sentido solo alguna vez? La respuesta es obvia, todos en algún punto de nuestra existencia nos hemos sentido solos, incluso cuando tenemos a muchas personas a nuestro alrededor.

Es normal querer estar solo, pero no es saludable anhelarlo todo el tiempo, somos seres sociales por naturaleza, no fuimos creados para aislarnos de nuestra raza, sino más bien para relacionarnos con ellos durante toda nuestra vida.

Conocimos a través de breves líneas a Liv, una chica que en medio de su ansiedad conoció a una persona que no había llegado para robarle las pequeñas porciones de tranquilidad que tenía, sino para obsequiarle un poco de su tranquilidad.

Sanar es un proceso individual, pero eso no significa que no debamos tener a alguien que nos acompañe, algunas situaciones de la vida son más livianas cuando las compartíamos con otra persona, no con el esmero de que nos solucionen todo, sino más bien para liberar mediante voz alta todo lo que sentimos.

¿Y tú, tienes a alguien que sea tu acompañamiento cuando la vida va mal? Sino lo tienes, creo a través de la magia que nos da el universo que llegara pronto y sabrás que no todo debe solucionarse en soledad.

Amor hacía dentro✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora