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—Buenos días, señor Moon—saludó Dongmin al llegar a la empresa y encontrarse con el alfa ojiazul en la entrada.

El alfa lo miró de arriba a abajo, su expresión cambió de inmediato. Tomó el brazo del omega sin lastimarlo.

—¿Podrías ser tan amable de decirme por qué tienes un parche en el cuello? —preguntó Bin, sonriendo sobriamente.

—Jefe, ¿no debería saberlo ya? —respondió Dongmin.

El alfa se inclinó hacia el rostro del ojiverde.

—No, de hecho quiero saber cómo es que saliste está mañana, pero esta no es manera de hablar con tu alfa —ni siquiera se preocupo por bajar el tono de su voz. Algunos empleados que pasaban por su lado, los miraron de reojo.

—Bin—Dongmin quería matarlo.

—¿Sí, mi hermoso omega?

Moon fingió demencia de su alrededor, soltando el brazo del rizado.

Se escucharon varios jadeos.

—Vámonos —Lee arrastró al ojiazul hasta la oficina de este ante la mirada de todos—. ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

Lo soltó casi empujándolo, mientras cerraba la puerta de un portazo.

—¡Yo debería preguntar eso! —contraatacó el castaño.

Dongmin se sintió pequeño frente al alfa.

—¿Y qué es lo que estoy haciendo yo?

La expresión de Bin era simplemente de frustración.

—Para empezar te vas sin decirme nada, escapas de mi casa, no contestas mis llamadas ni mensajes y ahora tapas mi marca con un puñetero parche.

Las manos del alfa se movían de un lugar a otro mientras intentaba expresar su molestia. Dongmin podía sentirlo todo a través del lazo, desde la decepción de su alfa hasta su leve tristeza.

—Bin... —intentó calmarlo.

El alfa lo miró.

Dongmin tuvo que pararse de puntillas para enrollar sus brazos alrededor del cuello de su alfa.

—Tenía trabajo pendiente y lo último que quería era molestarte —se excusó, besando los labios de su alfa.

Bin pareció volver a la vida.

Le sonrió, besó todos los extremos de su rostro, lo levantó y lo enrollo en su cuerpo mientras le decía lo mucho que lo amaba y le decía que el trabajo ya no era importante, mientras lo sentaba en su regazo.

—Alfa... —Dongmin quería parar todos los mimos de Bin, no porque le incomodara, es más quería que se repitiera esa escena toda su vida.

El sentimiento del pánico en escena cada vez que veía Moon, simplemente desaparecieron.

—El teléfono —avisó.

Bin pareció fastidiado, pero aún así contestó.

—¿Sí?

Era su secretario, ese omega que había hecho que Dongmin se alejara.

—Señor Moon, buenos días. Quería avisarle que le preparé el desayuno ya que comúnmente no desayuna y será una mañana ajetr-

—Tráelo a mi oficina —contestó cortante.

¿Es en serio? Pensó Dongmin.

—¿Piensas comer la comida de otro omega frente a mis ojos? —se quejó, intentó levantarse del regazo del alfa.

Headline  | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora