Capítulo 06: Enredadas.

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         Lo dudé por mucho, resoplé, rasqué mi nuca, jugué con mis dedos, pero a fin de cuentas sabía que, si no lo hacía, ya no existiría otra oportunidad.

—Sor Minji, ¿Estas despierta? —Consulté susurrando, pero un silencio de algunos segundos me hizo perder la esperanza.

—Estoy despierta —susurró.

Le regalé sin que se enterara una sonrisa muda.

—¿Estaría mal para ti si me volteo hacia tu lado? —Pregunté.

—¿Qué hay de malo con el tuyo? —Replicó.

—Estoy incomoda, no puedo dormir —Contesté.

Dejamos caer sobre las sábanas unos segundos de silencio, supe que debía esperarla con la misma regla de mantener espacio entre las dos. Me acomode para evitar tocarla y entonces pude recibir un golpe mortal de su aroma, era cítrico, tan envolvente como su hábito, tan suave como el largo del camisón qué deslizó sobre mis palmas y acaricié con los dedos bajo las sábanas, sentía la necesidad de quitarle el gorro de seda para conocer su cabello, aunque no deseaba ser irrespetuosa. No por algo que ella no quiera.

Mientras pensaba en esto y algunas otras cosas impuras, Minji avanzó acomodando más cerca de mi cuerpo el suyo, yo trataba de todas las maneras posibles ,de ser considerada con la religiosa, pero me la estaba poniendo difícil, estaba salivando con los labios secos, pero tosí, tosí tan fuerte que ahora yo me acerqué a ella dejando nuestras espaldas pegadas, estaba en llamas, lo que no sabía es que ella también lo estaba. Cualquier persona despertaría con ese brusco movimiento, pero por muy extraño que me parezca, la mujer seguía durmiendo.

En el momento que creí que ella dormía profundamente, muy lento y con movimientos milimétricos, me volteé hacia su lado, solo quería ver su silueta a la luz de las velas, cuando lo logré casi me derretí, ese cuerpo bajo el hábito era ardiente, entonces exhalé con deseo y al no disimular sentí que ella despertó, contuve la respiración y me congelé, pero ella empezó a voltear sin disimular hacia mí, quedamos frente a frente.

Ya no existía frío, yo fantaseaba que ella deseaba comerme la boca y quizás un poco más que eso, pero estaba la posibilidad de que me estuviera equivocando, la presión de ser una religiosa, sus votos de castidad, la sociedad, el culto... Era mucha presión para una simple monja y mucha presión para alguien que acaba descubrir su gusto por una mujer.

Durante esa noche ninguna pudo dormir del todo, Sor Minji se atrevió en algún momento a alinear su cara con la mía, estábamos tan cerca que las frentes casi se unían, los brazos se enredaban, la respiración se mezcló y nuestros aromas se fundieron en posibilidades sin concretar.

Mantenme en Silencio | JiYoo | DreamcarcherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora