Capítulo 10: Fugarse.

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Estoy lista o eso pienso, ya está amaneciendo, las monjas no hacen guardia a esta hora, el resto de monjas está orando en silencio dentro de la abadía y Minji o desde ahora, otra vez Sor Minji, me llevará al lugar por donde trepé cuando llegué, así me voy de una vez sin causarle inconvenientes.

—¡Vamos! —Me susurra y me jaló de la mano, la suya estaba calentita como el día que me salvó de morir congelada.

Llegando al galpón que esconde la puerta trasera, no hay nadie aparte de ella, yo y mis ganas de conducirnos lejos. Tengo que convencerla, estoy aquí, con ella, ella quiere ir, lo sé, pero no me ve.

—¿Sabes? Yo tengo licencia para conducir nubes y, si quieres, te puedo llevar por el cielo a conocer el mundo conmigo —Le propuse aun conociendo lo que diría.

—Debes irte Yoohyeon —Fue su respuesta.

—¿Al menos te puedo dar un abrazo de gratitud? —Pedí.

Minji vino a mí, entrelazamos nuestros cuerpos y no sé si fue coincidencia, pero esta vez los clic sonaban más fuerte, venían desde arriba, desde mi cielo y la nube que me esperaba sobre nosotras estaba llorando. Me soltó esquivando mi rostro, porque al parecer sus ojitos tenían filtraciones de agua también y no me correspondía ser su plomero.

Limpié mi nariz y carita con la manga del impermeable para comenzar a subir, lo hice segura de no mirar atrás, pasado un poco más de la mitad y contra mi voluntad la miré a los pies del portón, tenía ambas manos en el corazón y la filtración en sus luceros entorpecían mis acciones.

Ambas estábamos mojadas por el fuerte y triste llanto de mi nube, no podía entender por qué dolía tanto, levanté la mirada porque debía irme, continué llegando a la cima y le regalé una rápida sonrisa falsa de despedida, crucé a penas mis dos piernas y solo me quedaba bajar, pero era más complicado mantener la seguridad si la veía ahí, con esa cara de desesperanza y no sabía cuál decisión era la correcta, entonces se pegó a los barrotes y oí su voz quebrada.

—¡Detente Yoohyeon, regresa por favor, regresa! —Suplicó cayendo al suelo, pidiéndome perdón por echarme así de su vida.

No podía culparme a mí misma por devolverme, por olvidarme de mi familia angustiada, que quizás hasta pensaban que estaba muerta y yo, demostrando devoción por una religiosa que apenas conozco, que ha mentido y casi tuvimos sexo ¿Qué tan sola estoy en realidad? Este embrollo debe tener una salida con buen término o moriré en el intento.

—Mejor ven tu conmigo, sube como lo hice, te ayudaré y nos fugaremos —La intenté convencer.

—No puedo hacer eso, no puede ser tan repentino, por favor regresa antes de que alguien nos descubra—Contestó Minji acongojada, vigilando que siguiéramos solas en el sector de portón oxidado.

—¿Por qué quieres que regrese si tú me echaste? —Le reproché sosteniéndome de los fierros del pilar.

—Porque también sentí tu clic y me dio miedo, pero ya no quiero tenerlo —Contestó a través de un impulso.

En mi interior todas esas nubes negras que mantenían un llanto perpetuo, se detuvieron y mi estúpido corazón no quiso seguir a la razón. Crucé la reja como una profesional y salté a abrazarla.

—Debemos regresar a la habitación —Señaló sin soltarme, prometiendo que nos iríamos y otra vez me tomó de la mano, fue como una danza esquivando arbustos, agachándonos, saltando peldaños en las escaleras junto al pasillo y entrando de puerta en puerta.

Otra vez estaba ahí, en su lugar sagrado, en ese donde nadie más entra, donde nadie nos encontrará.

¡Pum Pum!

Alguien tocó la puerta, Sor Minji me escondió tras el biombo, abrió la puerta y volvió a mentir.

—No, yo no he visto a nadie.

—No, yo venía sola.

—Dígale que se fije bien porque ando sola.

Oí que cerró la puerta, soltó el aire que retenía en sus pulmones y me dijo que ya podía salir de ahí.

Mantenme en Silencio | JiYoo | DreamcarcherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora