Capítulo 12: La Monja que Miente, Fornica y Roba.

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         Esa noche se sintieron muchos pasos en el pasillo, Minji no podía salir de la habitación del claustro a esas horas, ya se había arriesgado el amanecer anterior por mí, no podía permitir que a estas alturas llegasen los problemas. Aún no nos habían descubierto y eso quería decir que estábamos haciéndolo bien, aunque me siento más que preocupada al no recordar el tiempo que llevo aquí dentro. Si es un mundo aparte este lugar olvidado por la civilización, tanto que perdí la noción del tiempo, estoy confundida, pero entrar en pánico con Minji alterada debe ser una mala idea.

—Supongo que esta noche no nos escaparemos —Le dije acariciando su espalda.

         Minji se dio vuelta con preocupación, con su cuerpo envuelto en la sábana y debajo de ella, un sinnúmero de incertidumbre junto a sus lunares.

—No será posible —Lamentó, caminó dirigiéndose a mí, pidiendo calor de mi cuerpo, el frío se colaba por el umbral de la puerta y se adhería a las grandes paredes de piedra con facilidad.

         El resto de la noche me mantuve abrazándola, tratando que mantenerla segura, antes de dormir me dijo que se sentía segura cuando la sostenía de esa manera, mi pecho creció de la mano de un salvaje suspiro, pero cuando quise hablarle ya no estaba despierta y por más que me resistí, mi cabeza se apoyó en la suya haciéndome sucumbir.

         Me despertaron múltiples pasos en el pasillo de personas corriendo, pese a estar en una habitación dentro de otra habitación, escuchaba susurros a través de la puerta, abrí los ojos abrumada, bajo un manto de miedo que se disipó, porque el silencio dominaba el lugar y la religiosa con quien tuve sexo la noche anterior no estaba. Tomé mi cabeza, amarré mi pelo y me vestí rápido, tenía que convencer a Minji de irnos de ese lugar, un mal presentimiento estaba naciendo, ella debía entender que será mejor cuando estemos fuera, pero se negará. Me senté otra vez en la cama deshecha sin tener claro que procedía en este caso.

         Esperé un tiempo que pareció eterno, la puerta comenzó a abrirse lentamente, por un momento pensé que se trataría de otra persona, pero efectivamente era ella con comida, nuestros ojos chocaron, me pierdo en su iris cada que los miro, entonces mis decisiones pierden validez esperando que acepte saltar la reja.

—Te traje sopa caliente de pollo y pan —Ofreció, yo ya estaba cansada de comer lo mismo, pero agradecí no morir de hambre.

         Comí sentada en el escritorio, sobre las hojas manchadas con tinta y algunos intentos de origami que fueron entretención durante horas de soledad en esa clase de celda.

—Oh, Dios, te lo agradezco —Le contesté con la boca llena de pan.

         La verdad es que estaba muerta de hambre, la noche anterior comimos antes de comenzar el voto de silencio, intenté escapar en la madrugada y tuvimos sexo al regresar. En definitiva, ya no tenía energía, pero me preguntaba que pasaba con ella, pues me daba su porción de comida. Me detuve entonces y le ofrecí la mitad de mi hogaza de pan y ella se negó.

—Debería confesarte algo de lo que no estoy orgullosa —Dijo preocupándome al paso.

—Dime —Pedí.

—He estado sacando sin permiso comida para traerte, de lo contrario yo no podría mantenerme en pie —Reveló.

—Una monja que miente, fornica y roba, ¿Qué he hecho? —Pensé inquieta.

         Caminé hacia ella, tomé sus delgadas manos con gratitud, ella correspondió el gesto presionándolas y jalándome contra su cuerpo, la amabilidad que me ofrece es digna de alguien cubierto de luz, su cara llena de inocencia, sus dulces gestos amorosos, la suavidad de su andar y hasta lo delicada de su voz. Ella también me hace sentir en paz.

—Debemos irnos hoy —Dije soltando la cadena que nuestras extremidades formaron para tomarla desde los hombros decidida a terminar con esto, sus ojos se aguaron.

—Escucha, debo regresar con mi familia, no sé cuánto tiempo real ha pasado y mis hermanas deben estar creyendo que morí en el bosque, quizás aún me buscan, quizás se resignaron a mi desaparición y yo le debo una disculpa a mi hermana menor. Le debo disculpas a las dos, las extraño —Acabé de decir con lágrimas reconociendo mis mejillas como un lugar conocido.

         Minji unió sus labios, tomó mucho aire para soltar un largo suspiro, supe que entendió y aseguró que esta noche lo haríamos, que nos iríamos de ese lugar para no regresar.

—No sé escalar la reja —Me confesó temerosa.

—Saldremos juntas —Le aseguré entrelazando nuestros dedos.

Mantenme en Silencio | JiYoo | DreamcarcherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora