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que lindo

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Entre abro los ojos y lo cierro de inmediato al notar que mi balcón está abierto dejando que los rayos de sol entren y me peguen en el rostro. Bostezo, haciendo un ademán de girarme al otro lado, porque ahí no me da el sol, pero algo me lo impide.

Algo duro.

Uhm, ¿Qué tan duro?

No en ese sentido.

Mi mente se despierta en un segundo recordando todo y me quedo inmóvil, sintiendo a Damon detrás de mí.

Parpadeo montón de veces pensando que carajos se hace en esta clase de situación, porque ¡Ja! nunca he amanecido abrazada de un hombre. Sí, sí, yo Tatiana García, llamada de las peores formas.

Dato para el futuro.

Ni siquiera sé cuánto pasa, pero luego soy consciente de mi mano sobre la suya que, está rodeándome de la cintura con firmeza, pegándome por completo a su cuerpo. También soy consciente de su respiración, llena de parsimonia total, mientras que yo, por mi lado, tengo el corazón a nada de salirse de mi pecho.

Vale, debo dejar lo idiota. Tampoco es nada del otro mundo.

Intento moverme para zafarme, aunque mala idea: lo unico que consigo es que me apriete más contra él y su respiración quede contra mi oreja mandando un cosquilleo por mi cuerpo.

Literal un cosquilleo.

Comienzo a reírme, sellando los labios, sintiendo mi piel erizarse por la situación. Me remuevo más buscando detener mi risita y después de soltarme de Damon —que también alcanzó mi mano, manteniéndome—, me volteo observando su linda carita.

Se me remueve algo dentro de mi viéndolo de esa manera.

Puedo tener fama de la peor. Sería en vano negarlo, pero a pesar de eso, me considero una persona muy «emocional-sentimental» cuando se trata de cosas estúpidas, o simplemente, para mí, inesperadas.

Y bueno… ver a Damon así, y saber que dormimos juntos, hace que hasta las neuronas revoloteen de felicidad. Además de eso, es la primera vez que comparto cama con un chico y no precisamente para… algo así… ni siquiera con Owen llego a esto.

Me encuentro quitando el cabello que tapa un poco su cara. Acerco mi rostro y…

—Damon —lo llamo, pero parece una tabla cuando empiezo a pinchar su brazo con mi dedo—. Damon, despierta —murmura algo inentendible y lo muevo de los hombros—. Oh, no, Fiona, el hechizo —hablo con un acento raro, y termino girando los ojos, tanto por mi estupidez como porque no se despierta—. ¡Alessandro!

Se remueve un poco.

—Déjeme dormir —apenas entiendo—. Tú también duerme —consigue atrapar mi mano y me tira hacia él buscando que me acueste otra vez.

—No —le pego y entierra la cabeza entre las almohadas, dejando claro que tendré que usar otras medidas.

—Damon Alessandro, levántate —le quito la cobija.

—¿Qué carajos…? —se incorpora, mirándome mal y reprimo la risa observando su cara. Tiene ojeras muy notables; no quiero imaginar cómo estaré yo—. ¿Me obligas a terminar la película y ahora me despiertas? ¿De verdad eres tan cruel? —se pasa una mano por el cabello, revolviéndolo más de lo que está.

—No es mi culpa que no seas tan resistente. Además, te recuerdo…

—Deja que duerma un poco más —se tira de nuevo dándome la espalda—. Tengo dolor de cabeza. Déjame en paz.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora