Capítulo Dos: Acuario.

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—¿Por qué el delincuente ese siempre pide lo mismo? —Preguntó Ryota acercándose a su compañero.

Desde que Taiju fue el primer día a ese local, lo visita religiosamente todos los días. Siempre a la misma hora, pidiendo exactamente lo mismo y sentándose en el mismo lugar.

—Si es lo que le gusta, ¿por qué iba a cambiar? —Lo defendió Shoichi. Él también era de ese tipo de personas que siempre le gustaba pedir lo mismo, no le agradaban demasiado los cambios.

—Quizá no sabe leer y por eso no pide otra cosa. —Dijo Ryota en forma de burla, a lo que su amigo le golpeó ligeramente el brazo con su codo. —¡Auch! —Se quejó el herido masajeando su brazo en la zona que recibió el golpe.

Cuando terminó de preparar el frappé, cortó un trozo de la tarta de arándanos y se lo llevó hacia el cliente que lo había pedido.

—¿Le gusta el acuario? Veo que siempre se sienta en la mesa que está más cerca de él. —Rompió el silencio de la atmósfera preguntando con algo de curiosidad mientras dejaba la bebida y el postre sobre la mesa.

—Sí, ¿algún problema? —Contestó él con el ceño fruncido, siempre tenía esa mueca en su rostro, como si estuviera enfadado todo el tiempo.

—¡No, no! No me malinterprete. —Contestó con rapidez intentando que el sujeto no se enfadase. —Me alegra que le guste. La Señora Fujikaza siempre me está regañando porque fue idea mía y nadie le hace caso. —Se excusó rascándose la nuca con cierto nerviosismo y algo avergonzado de ver que su idea para atraer más clientes fuese un completo fracaso.

—Es bonito. —Dijo Taiju sin más, partiendo un trozo de la tarta de arándanos para luego meterse la cuchara en su boca.

—Lo es, gracias por venir y mantenerlo con vida. —El amable camarero hizo una breve reverencia y se marchó para atender a los clientes que esperaban en otras mesas.

Dulce Pecado | Taiju ShibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora