Capítulo Seis: Biblioteca.

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Yuzuha Shiba se sobresaltó tanto al ver a su hermano mayor pegado al cristal de una de las ventanas de la biblioteca pública de la ciudad que casi se cae de la silla en la que estaba sentada.

El corazón le dio un vuelco pensando que le había seguido hasta ahí.

Desde hacía unas semanas había notado un cambio en el comportamiento de Taiju. No les golpeaba, ni les gritaba, les ignoraba por completo.

De hecho, a principios de esa misma semana, Hakkai rompió sin querer un plato, esperaban la típica reacción violenta por parte de Taiju, pero no hizo nada, ni tampoco dijo ni una sola palabra.

La joven miró más detalladamente en dirección a su hermano mayor y se dio cuenta de que no la estaba mirándola a ella, sino a la persona que se encontraba en la mesa de atrás.

—Llevamos aquí toda la tarde y aún no te has enterado de nada, Shoichi. —Se quejó unos de los chicos de la mesa con un sonoro suspiro.

—¡Las matemáticas son muy difíciles para mi cerebro! —Se justificó el otro chico dejándose caer sobre el libro que estaba leyendo.

—Seguiremos mañana, tengo que ir a mis clases de piano. —Dijo el primer chico que estaba en esa mesa, levantándose de la silla.

—¡Pero el examen es dentro de dos días y aún no entendí ni el primer tema! —El muchacho de cabellos dorados hizo un gimoteo, suplicándole con la mirada que se quedase un tiempo más ayudándole.

—Quizá deberías empezar a asumir que vas a suspender el examen. —Finalizó la conversación de forma fría y directa.

Taiju había contemplado la escena desde fuera de la biblioteca y estaba furioso, pero lo estaba aún más ahora que veía como ese amable camarero estaba llorando por culpa de ese tipo que estaba saliendo por la puerta en ese mismo instante.

—¿¡Q-Qué haces!? —Exclamó con miedo el muchacho al sentir las manos de Taiju apretar su cuello con fuerza, elevándolo en el aire.

—No te acerques a él. —Amenazó apretando aún más la garganta del joven con una sola mano.

—¡Ayuda! —Gritaba por auxilio zarandeándose, intentando liberarse del agarre mientras también intentaba no desmayarse por la falta de aire.

—No necesita tu ayuda, lárgate de mi vista antes de que me arrepienta de dejarte con vida. —Advirtió por última vez mientras lo lanzaba contra el suelo.

Dulce Pecado | Taiju ShibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora