Capítulo Cuatro: Basura.

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Taiju se encontraba fumando en la parte de atrás de la cafetería cuando sintió que la puerta se abría despacio tras él.

—¡Oh! Hola de nuevo. —Le saludó Shoichi con una sonrisa y algo sorprendido, no esperaba ver a nadie allí.

El que acababa de aparecer estaba arrastrando una bolsa negra de basura, parecía pesada. 

El mayor de los Shiba al ver las dificultades que estaba teniendo tomó la bolsa con la mano que tenía libre. 

—¡No! Muchas gracias por su ayuda, pero esto no es basura. —Le detuvo antes de que el más alto tirase la bolsa en el contenedor. —Son las sobras de hoy, se las voy a llevar al Señor Ishikawa para que las reparta. —Explicó el motivo por el cual no iban destinados a la basura aunque estuviesen metidos en una bolsa de ello.

—¿Sobras? Les dije a esos inútiles que vinieran todos los días. —Dijo Taiju para si mismo, extrañado de que tuviesen que tirar comida.

—Perdona, ¿dijo algo? —Preguntó Shoichi asegurándose de cerrar bien la puerta trasera.

—No, nada. —Él mintió. —Dime a donde vas y te la llevo, si la arrastras así la vas a romper.—Se ofreció a ayudarlo.

Era extraño, como Taiju jamás ayudaba a nadie ni aunque le apuntasen con un arma, pero a esta persona ya le había ayudado varias veces por el simple hecho de que es alguien amable y risueño. 

—Muchas gracias. Normalmente me ayuda Ryo, pero hoy tuvo que marcharse antes de cerrar. —Dijo luego de hacer una reverencia en forma de agradecimiento. —No está muy lejos, no le quitaré mucho tiempo, debe tener otras cosas que hacer. —Explicó sintiéndose algo culpable por robarle tiempo de su vida.

El principio del camino fue silencioso, pero no de forma incómoda.

Shoichi rompió ese silencio para agradecerle de nuevo todo lo que había hecho por él, tanto el día de hoy como asistir todos los días a la cafetería y dejar propinas. También la parte de atraer nuevos clientes. Aunque sobre eso último el inocente camarero pensaba que eran amigos suyos y que por eso llegaban llenos de golpes, porque eran delincuentes, no porque realmente Taiju los obligaba a ir después de amenazarlos con golpearles (o hacerlo directamente).

En respuesta el más alto solo le dijo que no hacía falta que lo tratase tan formal, podía llamarle por su nombre y dejar de hablarle de usted.

—¡Nuestro ángel! Ya pensábamos que hoy no vendrías. —Un anciano con apariencia descuidada se acercó a ellos cuando llegaron a su destino, tomando de las manos al joven de cabello rosado.

—Siento la tardanza, Señor Ishikawa, espero que no estén muy hambrientos. —Se disculpó con el hombre mayor.

Se trataba de un grupo de personas sin hogar situados alrededor de una fogata que esperaban impacientes su llegada. 

—De verdad siento mucho no poder traer algo más nutritivo para que puedan comer. —Se volvió a disculpar con todos con lástima mientras Taiju les entregaba la bolsa. Shoichi se sentía mal de solo traerles eso, al fin y al cabo solo eran un par de dulces. 

—Todos aquí hemos hecho cosas malas, muchacho, pero Dios nos ha perdonado mandándonos a un ángel para que nos cuide. —Le dijo el Señor Ishikawa a Taiju. 

No sabía muy bien porqué le había dicho eso, pero estaba de acuerdo con el anciano.

Dulce Pecado | Taiju ShibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora