DAFNE FISCH

2 0 0
                                    

Dafne Fisch es hija única. Sus padres, humildemente, tienen una tienda de alimentación en un pequeño pueblo de Canadá. El nacimiento de su hija había provocado desajustes en la economía familiar, cosa que habían conseguido resolver a base de trabajar.
Se podría decir que la familia Fisch era la familia más común del país, nada por lo que pudieran destacar.
La pequeña Dafne desde muy pequeña estaba interesada en las ciencias, una alumna sobresaliente en cualquiera de las asignaturas excepto en la más importante durante la adolescencia, la social. No era chica de muchos amigos, siendo la consecuencia, o la causa, de que pasase todas sus horas en la biblioteca. Para el centro, tendría un gran futuro, y para sus padres... el motivo de develo cada noche. Ellos no podrían pagarle la universidad, y no era ese el problema, para eso existían las becas, pero la universidad implica mucho más que una matrícula; alojamiento en una ciudad, comida, materiales, ...y lo peor, perderla a ella.
Como cualquiera podría imaginase conociendo la historia de Dafne, llegaría a la conclusión de que era una muchacha buena, de buenos modales, humilde, pero con grandes aspiraciones.
No habría estado equivocado.
Con sus notas y ningún tipo de dificultad, consiguió una beca para estudiar biología molecular. Para el último año había decidido enfocar todos sus conocimientos en la criogenización. Esto consiste en conservar a un ser vivo en bajas temperaturas durante un periodo de tiempo, con el fin de recuperarlo pasados unos años. La razón principal por la que alguien querría someterse a este proceso es tratar alguna patología sin remedio en ese momento.
El interés de Dafne por el tema era, principalmente, fruto de la ciencia ficción. Sin embargo, ella sabía perfectamente que muchas películas podrían ser posibles gracias a la ciencia y los avances. Mera intriga que se convirtió en una posibilidad.
Para 2061 sobre el papel ya era posible recuperar esos cuerpos que llevaban esperando décadas.
Con todo lo que ella trabajó, consiguió entrar en una clínica dedicada a ello, y su labor era hacer pruebas con inteligencia artificial antes que probarlo en la realidad. Por supuesto, estas cosas nunca funcionan a la primera, se habían perdido varios casos y, aun así, seguirían intentándolo. Era todo un paso para la humanidad, aunque ella tenía su propia opinión: alguien con una enfermedad incurable podría tener más o menos esperanzas de vivir, pero los familiares, ¿harían todo eso sabiendo que, de encontrar una cura, ellos no podrían formar más parte de su vida? Es decir, hay casos antiquísimos, despertar ahora y descubrir que tu familia había muerto hace años... eso debía de ser difícil. Por supuesto, la respuesta definitiva según Fisch era; qué importaba eso, si las opciones eran dos, morir o vivir. Ella siempre apostaría por la segunda, dando igual lo demás.
Ya habían pasado 11 años de esto, sus estudios habían concluido pero había conseguido un puesto de trabajo estable en la misma clínica. Conocía la historia de cada paciente, había de todo, pero la joya de la corona era una en especial; la bella durmiente.
Esta chica llevaba criogenizada desde 1922. La razón en este caso no fue la habitual, ella no tenía ningún problema de salud, fue ella misma quien quiso hacerlo. Sin instrucciones específicas sobre cuando quería volver.
El problema ahora sería que, independientemente de si tuviera buena o mala salud, despertarla sería tarea complicada y el choque con la actualidad podría provocarle grandes daños psicológicos. La vida en 150 años ha cambiado drásticamente; guerras, la vida en sociedad, economía, nuevos peligros y tecnologías que han cambiado nuestra forma de vida. El momento en el que despierte deberá adaptarse a nuestro nuevo mundo por sí misma, eso si quisieran que regrese tal y como se fue.
Dafne sentía mucha curiosidad por ese momento. Lo sabía todo de ella, junto su cápsula se dejó un cuaderno con toda su vida, algo que resultaría interesante de darse a conocer el caso.
Un 28 de agosto se tomó la decisión de despertarla, fecha en la que cumplía siglo y medio dormida. Toda la clínica había ido a presenciar el momento, algunos a participar y otros solo para saber que pasaba. Había sido un proceso demasiado logro y lleno de complicaciones, con varias paradas cardiacas en el proceso e insuficiencia respiratoria, además de fallos multiorgánicos constantemente. Por un momento pareció que no se conseguiría, pero tras 36 horas de trabajo la bella durmiente volvía a respirar. Ahora solo faltaba que despertase de ese coma inevitable.
Pasada una semana, y viendo que todo estaba estable, la decisión había sido enviarla a un hospital convencional, para que su despertar fuera lo menos traumático posible, comenzaba la misión, evitar que su salud mental sufriera. Una vez ahí, se la seguiría la pista hasta estar completamente seguros de que había sido todo un éxito.
Conseguir esto con ella significaba que podría intentarse con otros pacientes que solamente esperaban al momento idóneo en el que sus patologías pudieran ser tratadas.
Un avance más.
Y Dafne Fisch estaba ahí para contribuir. Era algo personal ya, ella se aseguraría de que esa chica tuviera una vida normal y cumpliese su sueño; pertenecer a un mundo respetuoso y en paz, donde poder pensar libremente, ir, venir, dedicarse a lo que a uno le gustaba, ...
Sin embargo, por el momento parecía que estaba fracasando estrepitosamente. El empeño que le estaba poniendo la podía estar llevando a tomar las decisiones menos correctas.
La chica había despertado hacía unas semanas y ya había tenido la oportunidad de conocerla. Todo parecía en orden excepto el pequeño detalle de que no recordaba nada, algo completamente dentro de la normalidad dadas las circunstancias. Dafne sentía que debía examinarla personalmente para saber si esa amnesia solo era por el choque con la realidad o si realmente era una consecuencia de haber estado congelada varias décadas.
Parecía imposible. Ella cada vez desconfiaba más en la doctora.
Varios encuentros más tarde, la chica le había confirmado su desconfianza, algo que había aumentado desde que por su culpa un hombre había tratado de ...¿secuestrarla?
Antes de hablar de nuevo con  joven debía resolver un misterio, ¿Qué era eso de que ella le había tendido una trampa? ¿Cómo es que la acusaban de enviar a un falso prometido? No había tenido contacto con nadie que no formase parte del equipo de criogenización.
Dafne Fisch comenzó por repasar todo lo que había hecho desde el despertar; por supuesto, aviso a su encargado, una cosa era tomárselo personal y otra era olvidar que eso formaba parte de su trabajo. Ese mismo día fue a visitarla, pudieron hablar, y puedo repetir la experiencia una vez mas. En ninguna obtuvo otra cosa que no fuera rechazo, y eso la frustraba. Necesitaba ganarse su confianza.
Lo iba a intentar una tercera vez pero por el pasillo se encontró con el Doctor Hansen, de quien había recibido una petición bastante tajante: "no molestes a Five, se lo pido aún sabiendo que no tengo ningún derecho para ello, pero sus visitas solo la alteran, y es lo ultimo que necesita, acabamos de recibir la notificación de que su alta se tramitara en las próximas horas".
Desde luego, eso eran muy malas noticias, ella no tenia ningún lugar al que acudir, y sobretodo, no tena a nadie en quien apoyarse. Necesitaba mas que nunca poder hablar con ella, ofrecerle su propio hombro y un refugio, sin embargo, había gran impedimento; ese doctor alto de ojos grises y pelo color miel estaba dispuesto a proteger a esa chica, por lo que fuera, ¿acaso sabía algo?
Antes de que Hansen se le escapase, Dafne con mucho apuro había tratado de ser mas dulce y amable de lo normal, había intentado ponerle ojitos de cachorrito con el único fin de confundirle. Estaba totalmente en contra de abusar de estos métodos, una mujer jamás debería utilizar su sexualidad para conseguir algo, pero lo hombres seguían siendo los mismos, poco había cambiado, era fácil distraerles. O al menos a la mayoría.
A esa mayoría a la que Nash Hansen no pertenecía.
Nada funcionó; ni los ojitos tiernos , ni el acercamiento, ni las caricias por el brazo. Esos 2 minutos de conversación que habían mantenido en le pasillo de ese hospital habían sido los mas largos y vergonzosos de la vida de Dafne Fisch. Ese día tuvo que irse de la misma forma que en la que había llegado.
Lo siguiente que pudo saber de la ahora llamada Five, es que le daban el alta, esa vez de verdad tras un intento fallido el día anterior, algo había ocurrido y ella había terminado durmiendo en el hospital un día mas. El plan era esperar en la entrada, justo cuando ella saliese de ese edificio y, sin la protección del doctor, ella estaría ahí.
Esa mañana era una de las primeras en las que el sol ya no calentaba como en el verano, era la primera en la que realmente eso se notaba, aunque la temperatura era muy agradable.
Esperando pudo ver a muchos entrar y salir, pero prestando poca atención, lo único que hacia ella era repasar mentalmente el e-mail que su encargado le había mandado. Las indicaciones eran seguirla de cerca pero sin involucrarse, pasar desapercibida, saber y cerciorarse de que tendría algún lugar o una idea para partir. Sin embargo, Dafne había decidido hacer su propia interpretación de ello, ¿cómo iba una muchacha de hace un siglo y medio ver que hacer en esa situación? Ni ella misma con sus recuerdos, su sueldo y su familia sabría que hacer en una ciudad tan desconocida y nueva.
— Disculpe, ¿tiene fuego? —la voz de un hombre la sacó de sus pensamientos. Ella ya no fumaba pero aún tenía mechero en el bolso. La costumbre.
El desconocido pasó un rato junto a ella, fumando sin parar. Y aunque a Dafne no le apetecía otra cosa que no fuera esperar, tampoco quería ser desagradable así que durante un buen rato estuvieron hablando.
Viendo que la conversación no parecía tener final, ella decidió entrar al edificio, solamente como excusa. Se quedaría en el vestíbulo esperando, y el hombre parecía tener el mismo plan. No paraba de caminar junto a ella y de hablar sin cesar. Se estaba volviendo algo tedioso hasta que de un segundo a otro, él, sin despedirse, salió corriendo en dirección a los ascensores. Por fin.
De nuevo sola, solo quería esperar a que  chica saliera por  única puerta de acceso que tenía el hospital, pero eso no ocurrió en las siguientes 4 horas.
Antes de irse a casa, subió a la habitación que había estado ocupando, pero esta estaba completamente vacía y limpia. Se había ido en algún momento y no había conseguido hablar con ella.
Tuvo que investigar varios días sobre su paradero y finalmente una enfermera le dijo que la chica se había ido con el doctor Nash Hansen.
Asumiendo el riesgo de parecer una loca, se acercó al departamento del doctor un par de veces sin ningún tipo de éxito. Tanto dar vueltas  tanto pensar en como ganarse su confianza , y sin embargo, ya sabía como debía hacerlo; resolviendo sus dudas.
Al final había tomado la decisión de escribir una carta, de esa forma podría cuidar sus palabras y la información que iba a dar, pues cuando hablamos a veces tendemos a perder el control y largar de más. Con una carta le daría lo justo, espacio para leerla y no presionarla, y también el tiempo para pensar antes de la siguiente visita. Tenía que funcionar esta vez.
El 21 de Octubre Dafne Fisch estaba lista para subir hasta la vigesimotercera planta dese edificio y dejar una carta con destinatario ''B. Abels'' media hora después de que el doctor Hansen abandonase el apartamento. Era el día.
Lo hubiera sido al menos si al salir del ascensor unas manos la hubieran agarrado por detrás hasta perder el conocimiento.

FIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora